EL EMPODERAMIENTO DE LA GENTE
|Por
Fernando Andrade Cancino
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Image taken from The Mystique |
La gente
gana la calle. Nosotros somos el motor de una nueva era, somos sus héroes,
somos su futuro, dice Sabina Berman (Revista Proceso Nº 1789), y dice bien.
Ella agrega que no debemos permitir que se ponga el poder colectivo a recaudo
de unos pocos, que ocupan el control central del país. Que debemos crear una
sociedad sin control central, donde cada ciudadano o grupo se absorbe en su
trabajo: este grupo construye carreteras, este ejerce la medicina, otro
administra el erario, otro crea arte y cultura, pero no se erigen como el grupo
que centraliza las decisiones de una sociedad. Una mayor inteligencia fluye
cuando no hay control central. Señala también que nadie manda en un hormiguero,
la hormiga reina sólo da a luz hormigas, el todo es una acumulación de las
decisiones mínimas de cada individuo o grupo, y funciona con orden y
eficiencia.
El internet
es un hormiguero de información humana, con mínimos reglamentos, sin control
central y con una creatividad fabulosa. A la gente de México y de Durango le
falta más, aún, para empoderarse, saber reclamar sus derechos, ganar las
calles, recuperar la política. ¿Qué hacer con una clase política que se resiste
a cumplirle a la gente?, -continúa Sabina- ¿cómo salvar la democracia de los
políticos que no pueden ejercerla? Con un poder fragmentado en partidos
desligados de su gente y sin ideología, repudiados por la población, llegó el
tiempo para que emerja, aparezca y se fortalezca una nueva opción en la que los
ciudadanos vuelvan la mirada a sí mismos como únicos responsables de su
destino.
Algunas
metas sociales, que ella nos sugiere propongamos cada uno de nosotros en la
revista citada, pueden ser las claves para alcanzar un mejor país. Las
urgencias de México, también para mí, son las siguientes:
a).- Acabar
con la clase política actual, con sus viciados partidos e instituciones
electorales, creando una nueva constitución que proponga el referéndum, la
consulta popular y elecciones ciudadanas libres -sin afiliaciones partidistas-
de sus equipos de gobierno temporales, incluyendo secretarios, subsecretarios y
hasta directores generales, además de diputados, senadores u lo que sea, a ser
votados entre los propuestos por la sociedad civil, no por los partidos.
Tenemos una clase dirigente que ha dejado de tener legitimidad.
Porque ¿qué
confiere legitimidad al poder? La capacidad de proponer a una sociedad una
forma de pensar el futuro. No tenemos eso. Lo único que les interesa es
acumular para ellos.
b).- Legalizar
la producción, distribución y consumo de la mariguana y otras drogas (con una
regulación similar a la de los fumadores de cigarrillos), a fin de sostener la
fuentes de trabajo de miles de familias que viven de eso, en territorios, como
las quebradas de la Sierra Madre Occidental en Durango, donde no se puede
sembrar otra cosa -ni criar animales-, debido a lo accidentado de los terrenos.
Así
evitaríamos tener que importarla desde USA en un futuro próximo, pudiendo
elevar su calidad y convertirla en producto de exportación (aunque ya lo es,
pero ilegal).
c).- Crear
comités de seguridad ciudadanos en barrios, pueblos, colonias, ciudades,
territorios, estados, –desaparecer los cuerpos policiacos que en vez de
proteger al pueblo lo atacan, protegiendo mafias empresariales, cárteles de la
droga y políticos corruptos- y convertir al ejército en institución no militar,
sino civil, permitiendo a cada persona –como en USA- contar con armas para su
protección.
d).- Por
interés de la comunidad expropiar lo mucho que es de muy pocos –los monopolios
de la comunicación, entre otros- y repartirlo mediante bonos o acciones de
participación, entre los muchos que son los más pobres.
e).- Llevar
a las cárceles a todos los políticos y empresarios corruptos, y liberar de ellas
a los que han delinquido obligados por la pobreza provocada por la corrupción
política, policial, judicial, legislativa y del ejecutivo, en cada municipio,
estado, o distrito federal, cárceles que hoy se encuentran sobrepobladas,
improductivas y corrompidas. Ir en una dirección diferente de aquellos que
buscan el enriquecimiento desenfrenado o la acumulación de bienes.
f).-
Regresar a la noción de "bien común", a la sobriedad. Desplazarnos,
por ejemplo, en bicicleta, y vivir felices en el corazón de la potencia
ecológica que debemos construir –México-, sin tantos automóviles, teléfonos
celulares o televisiones, entre el enorme cúmulo de objetos que nos obligan a
consumir hipotecando la vida.
g).-
Promover mediante intensas campañas, mediante el desarrollo del arte y la
cultura –de todo tipo- entre la población –de todas las clases sociales-, el
que la gente ejerza la crítica y la libertad de expresión, produzca ideas y
conocimientos, recuperando y respetando ese bien común de hacer política.