La realidad editorial de la poesía en México
Por Miguel Ángel Flores
La transformación de las casas editoriales y las librerías en grandes consorcios que se rigen por la oferta y la demanda ha relegado paulatinamente al género de la poesía dentro de la industria editorial en México. El reportaje realizado por Miguel Ángel Flores para la revistaProceso recopila los testimonios de algunos editores y libreros del país, que exponen las dificultades de publicar o editar una pieza de este género literario.
Karin Nieto, de Librerías El Sótano, asegura que en sus librerías le dan cabida a la mayor cantidad de editoriales posible, incluso las pequeñas. Sin embargo, las piezas de poesía no son incluidas en las mesas de novedades, porque se venden muy poco. En cambio, prefieren darles espacio a los autores de mayor renombre que representan ventas seguras. Caso similar ocurre con las librerías del Fondo de Cultura Económica (FCE), editorial estatal, una de las más importantes a nivel nacional. Héctor Chávez, gerente comercial del FCE, aseguró que sus librerías reciben ejemplares de editoriales pequeñas y, por vocación, siguen publicando poesía en sus colecciones Letras Mexicanas y Tierra Firma, pero como se venden muy poco, los tirajes siempre son menores.
En general, ése es el criterio de la mayoría las librerías consultadas: tratan de captar la producción de todas las editoriales posibles, aunque sean pequeñas, pero en materia de poesía coinciden en la poca rentabilidad que ofrece el género. Germán Gallegos, de la librería El Péndulo, aportó un dato interesante: “En México ha aumentado mucho la oferta de libros; hay demasiadas editoriales en relación con el mercado, y la rotación se ha vuelto más rápida. Las editoriales pequeñas que publican poesía no tienen un sistema de comercialización, algunas trabajan en coediciones para recuperar el costo de la producción, pero se olvidan de la venta. Es el caso de Praxis y Tucán de Virginia en Guadalajara”. Respecto a la venta de poesía, Gallegos aseguró que se está extinguiendo, ya que en ocasiones sólo venden un ejemplar al mes, y aún así se resisten a descontinuarla porque tienen como objetivo difundir cultura.
Por otro lado, José María Espinasa, dueño de Ediciones Sin Nombre, comentó que en algún momento vio en Internet una opción para la venta de poesía, sin embargo, no tardó en constatar que los lectores de poesía no compran títulos digitales. Además, señaló que la competencia del Estado es otro obstáculo frente a la compleja comercialización de la poesía, pues CONACULTA tiene la ventaja de sacar ejemplares a un precio mucho más bajo que el costo de producción.
Por otra parte, la ley del Precio Único también constituye una barrera que superar. No obstante sigue siendo motivo de polémica entre editores y libreros por su falta de claridad y de reglamento, esta ley es considerada por algunos como desfavorable para la poesía. En este sentido, José María Espinasa apuntó: “El problema de las editoriales en México es que la política de los descuentos, que en un principio pareció atractiva y benéfica, terminó por ser contraproducente en lo que se refiere al contacto entre los lectores y el libro. De 1975 a la fecha, México ha perdido el 70% de sus librerías, aunque la población ha crecido mucho. Esto quiere decir que el número de librerías per cápita del país es uno de los más bajos del mundo”.
Más información: Miguel Ángel Flores, “La poesía, un género clandestino”, en Proceso, núm. 1703, domingo 21/06/09.
Fuente: Justa de lector a lector http://www.justa.com.mx/?p=6936
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