DRAMAS EN RE SOSTENIDO
PARA UNA LIBERTINA
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Estos poemas fueron tomados de la revista
La Colmena, (97), 1-16. 2018
La Colmena, (97), 1-16. 2018
|Pablo Antúnez
A VECES [2]
¿Quién no deletrea su nombre
mientras se recuesta a la diestra de Alguien?
Me
he comprado otro pie,
este
pie no tiene la virtud de dar pasos al oriente
ni
puede detenerse en el aire al cruzar la puerta de un templo.
Este
pie se adhiere a mi nombre
para
conservar la luz de las hojas.
&
A
veces,
basta
abrir la boca
beber
el néctar que se nos da sin abrir los ojos siquiera;
a
veces,
precisa
cortarse la voz
volver
la vista
antes
de dar el primer paso
y
cerciorarse si no hemos olvidado algún sueño sobre la mesa del
lunes.
DRAMA EN YO SOSTENIDO PARA UNA LIBERTINA
Rojo,
verde, rojo verde, rojo, rojo, rojo... Tus senos, Marcela,
pensemos que sacian mi sed
y yo sé que la sacian, pero pensemos…
tus pezones son dos flechas que apuntan al centro del universo.
pensemos que sacian mi sed
y yo sé que la sacian, pero pensemos…
tus pezones son dos flechas que apuntan al centro del universo.
Pensemos
que son órdenes de cruzar el cielo
y
pensemos que hemos conseguido hacerlo
o
al menos cruzar nuestras piernas;
quiero decir, Marcela:sal de tu casa de una buena vez, bajemos al sótano
quiero decir, Marcela:sal de tu casa de una buena vez, bajemos al sótano
y
fallemos allá como dos animales.
&
Los
animales, incluyendo los hombres, desaparecen.
La
tierra se vuelve desierta y triste.
Angustiados
por la catástrofe, rodamos quedito de la cama.
Nos
miramos fijamente y tomados de las manos
improvisamos
aquel fragmento del oratorio de Handel.
&
Pensemos
que duermes
mientras
duermes, sueñas.
En
el sueño te elevas despacio.
Karajan
y sus muchachos interpretan algo grandioso.
Una
flor de loto cae en tu vientre
,
respiras
el aroma de la flor
y
sonríes.
De
pronto despiertas,
pero
aún
sigues sonriendo.
HOMENAJE A UNA GATA QUE
SABE MAULLAR
La
primera vez que te vi fue por las escaleras de la biblioteca central de la
universidad. Tu larga cola se extendía sobre una libreta roja como
delimitando tu siesta felina. No me viste llegar, pero al pisar los últimos peldaños acabó por llamar tu atención y volviste la cabeza.
En
el último escalón había una mujer con un sobre
amarillo entre las manos. Sin duda venías con ella. Pasé cerca de ti y parecías contener la felicidad
con tus movimientos inacabados.
Caminé hasta el cubículo siete donde más tarde llegaste. Después de empujar mi
computadora con tu cola, te acomodaste sobre la mesa.
Tus
ojos alegres se instalaron ante los mío
y
me dieron ganas de prestarte mi voz.
Después. Mucho después,
te
bajaste de la mesa y te fuiste sin decir miau.
HOMENAJE A UNA CAMARERA
Ella
es
siempre
una constructora de laberintos dentro y fuera de la cama.
Y
no se ama a
ella
sin
haber contado las piedras de su último laberinto.
Construye
a menudo para
ella
pero
a menudo, es también para un hombre.
Y
no, no le basta con edificar su obra:
ella
sale
en busca de una presa que ha de sacrificarse al incendiar el laberinto, porque
todo laberinto salido de sus manos
termina
en llamas azules.
HOMENAJE A UNA FOTO
COLOCADA SOBRE UN LIBRERO
escuchando
las gotas que afuera caen
mientras
tus brazos y muslos se elevan despacio bajo la sábana.
Una
mecha se enciende en tu cuello y suspiras.
Te
detienes al borde de aquel incendio que nos sostuvo: cierras tus ojos y sonríes.
Tus
manos y boca buscan el instinto de ambos.
Quieres
pensar en la lluvia, pero te cuesta trabajo.
Te
pones de lado. Ahora la sábana roza tu cadera
mientras
tus ojos barren la foto del librero:
tú colgada de mi cuello
y
viajas en aquellos recuerdos tan queridos.
Estiras
tus brazos. Qué ganas de elevarte: escapar de la atmósfera que oprime tus
pulmones.
Te
dices: qué calor.
Sabes
que afuera el aire fresco galopa.
¡Qué ganas de tirar la sábana y gritar mi nombre!
Qué ganas de extender las
piernas;
de
sentir mis brazos rodeando tu cintura.
Qué ganas de devorarme con
tu bestia florecida;
de
hundirme en tu licor ardiente. Qué ganas.
Te
acomodas bocarriba,
detienes
la vista en el techo
y
el mundo cabrón gira como si nada.
HOMENAJE A UNA ACTIVISTA
DE VERACRUZ
¡Ay de la madre!, tan sola, tan sin nombre,
una
hoja que cae en la polvareda,
un
pez en la boca de un tiburón.
¡Ay de su hijo!, tan huérfano,
tan
nadie, una letanía en la calle,
un
mosquito alcanzado en el aire por una palma ardiente.
Ay
de la madre y su hijo,
tan
sin nombres,
los
dos cayendo entre el polvo, tan solos,
tan
sin nombres en la calle.
Mismo
camino,
silenciados
por los mismos canallas,
con
una bala, con una bala.
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Referencia
Antúnez, P. (2018). Dramas en yo sostenido para una libertina. La Colmena: Revista de la Universidad Autónoma del Estado de México, (97), 1-16.
*Ilustraciones de Virginie Bocaert