Cuento erótico CAMILA
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LA A DE CAMILA
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POR PABLO ANTÚNEZ
Algo que podría llamarse sensatez hizo ponerme
de pie al berrido, “Camila, no hago eso, no le quiero faltar al respeto”.
—Pero es viernes y traigo muchas ganas
de que me faltes al respeto, respondió la diabla.
Le ordené detenerse de inmediato.
— ¡Bah!, ¿te quieres hacer el
indispuesto?
No, no era pregunta, en su libertina
voz identifiqué el acento inconfundible de una mujer desafiada por alguna razón
gratificante.
Vi asomarse aquel apetito soberbio
desde sus ojos, un apetito imposible de amordazar con una charla amistosa de
estadística, que suele funcionar en mi universidad.
—Creo que tu ética profesional te
afecta demasiado. Relájate, nadie se asoma a estas horas de la tarde; además,
las cámaras instaladas en este laboratorio no funcionan. Conozco bien estos
edificios. Llevo tres años aquí.
Sus palabras no sólo estaban en su boca
sino en sus ojos y movimientos también. En cualquier caso, caí en la cuenta de que
yo era propenso a caer en su diversión siniestra.
Camila emparejó la puerta y regresó con
una agilidad felina hasta donde yo sostenía aún el matraz con 10 mililitros de
agua destilada.
Miró reprobablemente mi camisa abotonada
y sin más, ella colocó las cosas dónde debían estar.
— ¿Estás segura de que las cámaras no
funcionan? Pregunté al advertir mi situación irremediable.
Yo estaba preocupado ¿y cómo no lo iba
estar? Pensé en el tiempo invertido para acreditar las pruebas y realizar los
trámites necesarios para la estancia de investigación y una imprudencia en la primera
semana podía arruinar mis esfuerzos, tal vez la cancelación de la visa o quizás
una amonestación severa por falta a la moral. No obstante, las palabras dóciles
de Camila derribaron mis preocupaciones de raíz y toda comisura ética de mis
adentros.
—¡Lo que me figuraba!, haces
abdominales. Murmuró al retirar mi cinturón café. Tomé aire y delegué las
labores subsecuentes a mis manos wilas, siempre generosas y colaborativas en tales
empresas.
Su respiración agitada me indicó que el
sostén debía volar por los aires en el mismo instante. A estas alturas me
importaba una zarandaja si las autoridades de aquel país me deportaban esa
misma tarde a México.
Rocé sus pezones con mi lengua
arrancándole un pequeño alarido mientras se erguía.
— ¡Mételo ya! Exclamó Camila aferrando mi pulsante vida con sus alargados dedos. Claro que me rehusé a obedecer sus órdenes. Yo seguí el estricto orden de las cosas sin precipitar nada en absoluto. Fue mucho después cuando me dejé caer sobre ella y me hundí dócilmente hasta que ella abrió su boca como un pez. Ahí permanecí inmóvil por unos segundos. Camila me afianzó con sus piernas y detuvo sus ojos sonrientes a la altura de mi boca como buscando una palabra tierna, mas en ese instante ninguna frase ridícula atravesó mi mente, mejor opté por empujarme más para luego iniciar aquella rítmica faena hasta concluir como si el desenfreno en realidad existiera.
— ¡Mételo ya! Exclamó Camila aferrando mi pulsante vida con sus alargados dedos. Claro que me rehusé a obedecer sus órdenes. Yo seguí el estricto orden de las cosas sin precipitar nada en absoluto. Fue mucho después cuando me dejé caer sobre ella y me hundí dócilmente hasta que ella abrió su boca como un pez. Ahí permanecí inmóvil por unos segundos. Camila me afianzó con sus piernas y detuvo sus ojos sonrientes a la altura de mi boca como buscando una palabra tierna, mas en ese instante ninguna frase ridícula atravesó mi mente, mejor opté por empujarme más para luego iniciar aquella rítmica faena hasta concluir como si el desenfreno en realidad existiera.
Tomé aire, nivelé los ánimos y caminé al
escritorio vecino. Agarré el matraz con 10 mililitros de agua destilada y el
sensor de Ph, luego continué mi actividad prevista para esa tarde como si fuera
posible dominar el impulso desencadenado por una mujer cuyo nombre termina con “a”.
*Imagen: Virginie Bocaert (nombre probable "Energie vitale")
*Texto según la versión publicada en Bitácora de vuelos 12/oct/2018
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Pablo
Antúnez.
Poeta y narrador. Premio estatal de poesía “Beatriz Quiñonez”, Durango, 2013. Ha escrito Fuera de cualquier paraíso habitual (libro de poesía), Amárrate a una escoba y alcanza el cielo (libro de poesía), Lecciones del cuervo y otros cuentos (libro de narrativa), El amor es una bestia sin huesos (libro de poesía), Mi casa se ha vuelto ave (libro de poesía) y Dramas en yo sostenido para una libertina (Separata de La Colmena).
Poeta y narrador. Premio estatal de poesía “Beatriz Quiñonez”, Durango, 2013. Ha escrito Fuera de cualquier paraíso habitual (libro de poesía), Amárrate a una escoba y alcanza el cielo (libro de poesía), Lecciones del cuervo y otros cuentos (libro de narrativa), El amor es una bestia sin huesos (libro de poesía), Mi casa se ha vuelto ave (libro de poesía) y Dramas en yo sostenido para una libertina (Separata de La Colmena).
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