RESEÑA DEL COMPOSITOR ALEMÁN 




Georg Friedrich Händel 

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Compositor alemán, nacionalizado británico. Fue uno de los más grandes compositores de la última etapa barroca. 

Se citan los días 21, 23 y 24 como su fecha de nacimiento. Siendo el día 23 el más aceptado y citado. 

Nació en Halle, Alemania, en el seno de una familia sin tradición musical. No obstante, su talento se manifestó de tal manera que, antes de cumplir los diez años, comenzó a recibir, de un organista local, las únicas clases a las que asistió en toda su vida. 

Fue el hijo mayor del segundo matrimonio de George Händel (1622-1697) un cirujano – barbero y Dorothea Taust (1650 - ?) hija de un pastor de Giebichenstein. 




GFH compuso su primer trabajo a los 17 años, fue como organista de iglesia en Halle, sus gustos musicales no correspondían con ese cargo. En 1703 se trasladó a Hamburgo, pues era el centro operístico de Alemania. Fue allí donde, en 1704, compuso su primera ópera, Almira, que obtuvo gran éxito al año siguiente. Poco más tarde, insistiendo en su deseo de conseguir prestigio como compositor de ópera, marchó a Italia. Su primera parada fue en Florencia y en la primavera de 1707 viajó a Roma, donde disfrutó del mecenazgo tanto de la nobleza como del clero. En Italia compuso óperas, oratorios y pequeñas cantatas profanas. Su estancia en Italia finalizó con el éxito de su quinta ópera, Agrippina (1709), estrenada en Venecia. 

Händel abandonó Italia y comenzó a trabajar como compositor y director de orquesta de la corte en Hannover, Alemania, a donde llegó en 1710. Pero no permaneció en este puesto durante mucho tiempo y a finales de ese mismo año marchó a Londres, donde estrenó Rinaldo (1711) con un nuevo triunfo. Tras regresar a Hannover le concedieron un permiso para viajar a Londres por un corto periodo de tiempo, aunque esta vez se quedó en la capital británica.

En 1738 retomó la composición operística y en 1741 compuso su última ópera, Deidamia. Durante los años treinta se consagró, en primer lugar, a la composición de oratorios dramáticos en inglés, como Athalia (1733) y Saúl (1739), y en segundo lugar, a obras instrumentales interpretadas junto a los oratorios, entre las que se encuentran algunos de sus más importantes conciertos: los concertos para solistas del opus 4 (1736, cinco para órgano y uno para arpa), y los 12 concerti grossi del opus 6 (1739). En 1742 estrenó en Dublín el oratorio El Mesías, su obra más famosa. Hasta 1751 continuó componiendo oratorios, entre los que se incluyen obras maestras como Sansón (1743) y Salomón (1749); fue entonces cuando su vista comenzó a fallar. Murió en Londres el 14 de abril de 1759; la última representación musical que escuchó fue El Mesías, el 6 de abril de ese mismo año.








ESTRUCTURA Y ESTILO MUSICAL 



Händel evitó las rigurosas técnicas contrapuntísticas de su compatriota y contemporáneo Johann Sebastian Bach y basó su música en estructuras sencillas, de acuerdo con sus creencias estilísticas. No obstante, la obra de ambos compositores refleja la época en que vivieron. Tras ellos, la ópera tomó un camino diferente y los géneros favoritos del barroco, como la sonata para trío y el concerto grosso, se abandonaron durante mucho tiempo. El desarrollo de la orquesta sinfónica y del pianoforte permitió investigar materias que se habían descartado en el periodo barroco. A pesar de todo, la influencia de ambos compositores no descansa en ejemplos específicos. El legado de Händel se basa en la fuerza dramática y la belleza lírica de su música. Sus óperas abarcan desde los esquemas rígidos y convencionales hasta un tratamiento más flexible y dramático de los recitativos, ariosos, arias y coros. Su habilidad para construir grandes escenas en torno a un sólo personaje la desarrollaron compositores como Wolfgang Amadeus Mozart y el italiano Gioacchino Rossini en sus escenas dramáticas. La herencia más importante de Händel es, sin duda, la creación del oratorio dramático, alejado de las tradiciones operísticas existentes y llevado a término por su imaginación creativa. Los oratorios del austriaco Josef Haydn y del alemán Felix Mendelssohn están influidos en gran medida por los de Händel. Fue uno de los primeros compositores de quien se escribió una biografía (1760), que tuvo celebraciones por el centenario de su nacimiento y cuya música se publicó en su totalidad (cuarenta volúmenes, 1787-1797). Ludwig van Beethoven alabó estas publicaciones. A pesar de que hoy día, al igual que durante el siglo XIX, se conoce a Händel por obras como El Mesías y Música acuática, cada vez más se intenta mostrar el resto de sus composiciones, especialmente las óperas. Su genio musical merece ser recordado en toda su amplitud. 


Der Messias, (el Mesías HW 56) es la obra más conocida de Georg Friedrich Händel, compuesta en Londres, en 1741, (con una rapidez increíble, llevándole sólo tres semanas) aunque no debe ser considerada como característica, ya que ocupa un lugar único dentro de la extraordinaria colección de oratorios handelianos. 

Mientras en los demás oratorios de Händel puede reconocerse una marcada influencia italiana, la música del Mesías se arraiga en las antiguas pasiones y cantatas alemanas. 



Fuentes: El poder de la palabra /www.epdlp.com/ La Música Vocal de George Friedrich Händel
por Juan Gabriel Vallejo /www.aulaactual.com /


Poesía y el hemisferio derecho del cerebro



VENTAJAS DE LA POESÍA

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La poesía afecta positivamente al hemisferio derecho del cerebro 

Más poesía y menos libros de autoayuda


Los investigadores de la Universidad de Liverpool la tienen clara: leer poesía durante una terapia pude ser más efectivo que los libros de autoayuda.

El resultado lo determinó un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Liverpool. Se demostró que la actividad cerebral se dispara cuando el lector se encuentra con palabras inusuales, pero se queda quieta cuando el contenido se expresa en lenguaje coloquial.

Los investigadores de la Universidad de Liverpool la tienen clara: leer poesía durante una terapia puede ser más efectivo que los libros de autoayuda.

La conclusión se desprende de un estudio, publicado por el periódico inglés Daily Telegraph, en el que se monitoreó el cerebro de 30 voluntarios, primero mientras leían poesía y después, mientras leían los mismos pasajes pero pasados a lenguaje coloquial.

Los resultados mostraron que la actividad cerebral se dispara cuando el lector se encuentra con palabras inusuales o con estructuras semánticas complejas, pero se queda quieta cuando el contenido se expresa en lenguaje coloquial.

El tema es que la poesía afecta al hemisferio derecho del cerebro, donde están los recuerdos autobiográficos, y ayuda a reflexionar sobre ellos y a ponerlos en perspectiva.

“La poesía no es sólo una cuestión de estilo. La descripción profunda de experiencias añade elementos emocionales y biográficos al conocimiento cognitivo que ya poseemos de nuestros recuerdos”, explicó uno de los profesores encargados del ingenioso estudio.

Los expertos señalaron que esos estímulos se mantienen durante un tiempo, y potencian la capacidad de atención del individuo.

Así, leer a Shakespeare o a T. S. Elliot incentiva la mente y puede ayudarnos a poner nuestros problemas en perspectiva.

Sabido esto, la siguiente duda que asalta a los investigadores está relacionada con las adaptaciones que se realizan de algunos clásicos de la literatura, Charles Dickens, por dar un ejemplo, para acomodar su lenguaje a las expresiones de la lengua actual, facilitando así su comprensión. Se los comprenderá mejor, sí, pero ¿seguirán siendo igual de útiles? ¿Seguirán potenciando nuestra atención?


Fuente: Revista eñe
ARTE URBANO

OBRAS DE BANSKY EN MOVIMIENTO



El artista serbio ABVH decidió darle un twist a la creación de Banksy. Para ello, optó por darle movimiento a algunos stenciles que están regados indistintamente por todo Londres. ¿El resultado? Una nueva perspectiva de lo ya establecido y una renovación a través del tiempo que amplifica el mensaje esencial.









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Fuente: Pijamasurf

Poemas de Everardo Ramírez Puentes

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Camparte poemas de Everardo Ramírez Puentes




|Everardo Ramírez Puentes 


                                                                 
Mi mujer desnuda...Salvador Dalí

Qué es la felicidad, sino ese territorio nimio, pavorosamente provisional que nos avisa la de la inminente presencia del desastre


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En el invierno hay días como abejas que vuelven a la memoria
lentas historias cargadas de tristeza;
cuando llegaste a la ciudad y te negaba, a ti, la trágica Ofelia, la inocente Larisa de las noches blancas y el Doctor Zhivago
lastimando mi alma postcomunista
de Así se templo el Acero,
estabas desarmada con tu sonrisa limpia
con tus manos que alcanzaban a dibujar el mundo en un solo trazo
después algo ocurrió en los días grises del milenio
dijo alguien que habías escapado en el Unicornio,
en la nube de Elías el Profeta, en la oscuridad de la Shoah, en el crepitar del fuego nuevo.
A veces alguien o algo toca a mi izquierda:
el ala de un ángel o la irrevocable

certeza de que nada es para siempre.
                                                     


                                                        ~~~~&~~~~

Qué pensaré el día de mañana
cuando los días se hayan ido?
Cuando la memoria sólo recupere las repeticiones lejanas de la memoria?
Cuando los rostros nuevos hayan levantado un dique?
Cuando el nombre vaya desapareciendo del paisaje
como el último vestigio de una tribu extinta
como las últimas grafías en el sueño
como lo indecible que siempre sitiará tu lengua inane. 



                                                             ~~~~&~~~~


Es la primavera con la luz
extendida como niña entre los árboles,
juguetona, traviesa, predecible.
El sol ajeno a la mezquindad de los murmullos
establece su imperio en el centro del día,
no hay más felicidad de la que no esté seguro
que nos arroja, como siempre, con los ojos del primer Adán
mientras a mis espaldas arden las ruinas de Sodoma.


                                                               ~~~~&~~~~

sube, dice la conciencia
siempre será más alta la montaña que tu sueño
ya habrá una eternidad para
ajustar cuentas con el otro
el fantasma que eras dentro y te enseño los planos
ilusos de utopía
aquel que levantó el índice
para señalar la tierra prometida
la tierra de nadie y de todos
la tierra que habrá de cubrir las palabras
la tierra que te dirá que nunca has llegado demasiado tarde,
era la tierra prometida
y las serpientes, temibles anfisbenas mordían
los pliegues de mi pesadilla
era la tierra prometida
y el agua transparente ahogaba las últimas vocales del pulmón
era la tierra prometida y nunca llegaste
entonces las serpientes por fin
dijeron "sube"
...la montaña es más alta que el sueño
ya habrá una eternidad
para ajustar cuentas con el otro.


                                                              
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Para sumar nuestros sueños bastaba un salto audaz
sin red, sin mapa, sin temores
bastaba dejar la solemnidad para otro día
la seguridad para otros años
las certezas para cuando
los cuervos rondaran nuestros huesos
...pero hubo miedo
y entonces nos espantó el vacío
A veces veo en sus ojos un crepúsculo de remordimientos
y en mi corazón un silencio
anida como un pájaro indefenso
que olvidó las notas de su canto


                                                             ~~~~&~~~~



En que momento llegan los días
los de la bruma, los del sueño fragmentado
los de mañanas desamparadas
cuando nadie voltea a ver tu sombra 
en el asfalto
en que momento llegan los días
aquellos fatales de Job
cuando la fe es un sol oscuro en la mañana y no
hay voz que te diga levantante y anda



Hay días que siempre acechan como
bestias furiosas
y uno siempre frágil, casi invisible
esperara en la cima del día

a que alguien llegue
con la sonrisa y te diga que la vida

sigue, sigue con la gracia infantil
de una niña a la que nunca 
le podremos negar la limpia 
soledad de la esperanza.


                                                     ~~~~&~~~~

En que sitio estaba ella con toda la memoria del pasado
en que sitio espantaba los pájaros del insomnio
en qué lugar enterraba los restos postreros de lo que fuimos
dónde buscaba los últimos restos de la postal avejentada
Ya no había salvación. A veces pienso
que nunca fuimos ni siquiera en la memoria de los que hoy somos.


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Everardo Ramírez Puentes (Peñón Blanco, Durango, México)
Narrador, poeta y promotor de lectura.

Es autor del poemario Poemas para no sentirse derrotado (ICED, 2003), del libro de cuento Las Moscas llegan en el verano (ICED, 2012) y de varios ensayos publicados en suplementos culturales y revistas. 
Es conductor del programa "Literario” de TV UJED de la Universidad Juárez del Estado de Durango. Actualmente imparte el taller de escritura creativa para jóvenes en el Instituto Municipal del Arte y la Cultura. Es coordinador del Programa Nacional de Lectura en Durango. 

|Arte, literatura y algo más: información y conciencia| 

#Medios132 Democratiza los Medios: 
En México Televisa y Tv Azteca tienen...


DIARIO 
|De la Cruz Silvino 

Querido diario:
Hoy pensé en Miriam y sentí un hueco en la entrepierna. Es cierto que está bien buena, que le gustan los libros, el basquetbol y hasta el mismo género musical. Se hubiera dicho que nacimos el uno para el otro, sobre todo, por lo que sucedió aquella tarde cuando la conocí. Una hora después de haberla conocido terminamos en la cama y nos amamos.
Pero de eso ya pasaron muchos años, y no entiendo porqué pensé en ella si es una hija de puta.

Julio Cortázar: Rayuela, capítulo 68

Arte, literatura y algo más comparte la lectura del capítulo 
68 de Rayuela 
en la voz de Julio Cortázar




MÉDICOS INGLESES PRESCRIBEN LECTURA DE POESÍA Y NOVELA COMO CURA PARA LA DEPRESIÓN Y LA ANSIEDAD




Fuente: Pijama surf

http://pijamasurf.com


Como parte del tratamiento contra la depresión y la ansiedad, asociaciones médicas y de bibliotecarios en Inglaterra se unen para prescribir la literatura como cura para estas enfermedades mentales.



Desde Aristóteles hasta Roland Barthes y teóricos más cercanos, en nuestra época, a la neurociencia en su cruce con la estética, se ha documentado profusamente la posibilidad transformadora de la literatura.


En publicaciones anteriores de Pijama Surf se menciona a lo que ellos le llaman "poder empático de la literatura", que es la conexión y transmisión de las emociones, sensaciones, y emociones ocurridas en la ficción literaria al plano real.

Siguiendo un poco esta tendencia, médicos en Inglaterra se preparan para prescribir la lectura de poesía y narrativa a enfermos mentales como parte de su tratamiento terapéutico.

Apoyados por el gobierno del país y en colaboración con asociaciones locales de bibliotecarios, los doctores comenzarán a enviar a sus pacientes que sufren ansiedad y depresión a su biblioteca más cercana en busca de determinados títulos, en particular de poesía y novela, aunque también del llamado género de “autoayuda”.

La lista de libros fue elaborada por la asociación Reading Agency, en incluye títulos explícitos como El manual para sentirse bien (The Feeling Good Handbook) pero también una interesante selección de “Libros para boostear tu ánimo”, en la cual se incluyen obras de conocidos humoristas anglófonos como Bill Bryson o el clásico Breve historia del mundo del historiador del arte Ernst H. Gombrich.

La iniciativa permite que los médicos ordenen en su receta una membresía a la biblioteca que el paciente tenga a la mano, así como acceso inmediato a los títulos recomendados.

Más información en: Artículo completo 
          Ventajas de la lectura

                                              |
Cristian Mayer



1- La lectura te relaja cuando estás estresado. 
2- Es una forma sana de entretenerse. 
3- Es una forma fácil de informarte de un tema específico. 
4- Leer con regularidad te agiliza la mente. 
5- La lectura te da imaginación. 
6-Al que tiene por costumbre leer mucho le cuesta menos entender lo que lee. 
7- Con la lectura se adquiere mucho más conocimiento. 
8- Es una forma de matar el tiempo, aunque no te atraiga la lectura en especial. 
9- Puedes leer con más rapidez. 
10- Evita la distracción de otros entretenimientos malsanos como viciarse demasiado al ordenador o a la televisión ( lo cual te perjudíca la vista). 





BENEFICIOS DE LA LECTURA.

|Por Carlos Alberto Sánchez Velasco 

Hablamos de un beneficio, cuando nos referimos a algo que nos reporta un bien o nos produce o causa un bien. Un bien es algo que abona nuestra riqueza, nuestro bienestar, nuestra felicidad, nuestra seguridad, nuestra confianza. Poder ver es ya un bien inapreciable. Poder caminar también lo es. Poder leer es un bien mayúsculo, sin duda alguna. No sé adónde me conducirá esta reflexión sobre los beneficios de la lectura, pero sospecho que me conducirá a un bien. El bien de poder compartir con un lector potencial esta reflexión que dejará de ser así una reflexión solitaria y, con suerte, tal vez, el bien de haber alentado una compartición de ideas al respecto y haber impulsado una reflexión de algunos o de muchos, una experiencia colectiva.

1. La soberbia se alivia leyendo un gran libro.
2. La tristeza revela su inagotable riqueza a la luz de la lectura de un gran libro.

5. La lectura es dinamita pura para la imaginación.

6. La lectura nos permite estar siempre acompañados, aunque también respeta nuestra soledad.

7. La lectura nos dota de las palabras para expresar nuestros sentimientos, emociones, creencias

8. La lectura nos acerca cada vez más a la autocomprensión.

9. La lectura es constructora de sociedades y de sueños.

10. La lectura es algo que podemos hacer en todas partes.

11. La lectura enseña que el mundo entero puede ser como un libro.

12. En 20 o 30 años, la frase anterior deberá decir: La lectura enseña que el mundo entero puede ser como una computadora.

13. La lectura brinda beneficios económicos: entender las cláusulas de los contratos ahorra dolores de cabeza y juicios.

14. La lectura nos transporta gratuitamente a través de todo el espacio y todo el tiempo.

15. La lectura nos da una voz.

16. La lectura es lo más cercano a la telepatía y a la mediumnidad.

17. La lectura nos da el placer de ver cómo nuestra mente crea universos.

19. La lectura es como una hermosa melodía sin instrumentos, o cuyo único instrumento es la palabra.

20. La lectura puede ser, para un niño, un juego perfecto.

21. La lectura es mejor -pero mucho, mucho mejor- que el cine y la televisión.

22. Cuando leo, lee el universo.

23. A veces, cuando leo, descubro lo que pienso.

24. La lectura evita infracciones de tránsito.

25. Los malos gobiernos temen a los buenos lectores.

26. Los tiranos no soportan a los lectores que se empeñan.

27. Los olvidadizos tienen en la escritura y la lectura su mejor herramienta.

28. La lectura eleva el alma.

30. Se puede leer cómo es morirse, sin haber muerto o morir al hacerlo.

31. Leer es dejar que el amor suceda.32. Leer es viajar sin pagar nada.

33. Leer nos guía a través del mundo.

34. Leer las palabras de un padre, o de una madre, escritas hace tiempo, los vuelve vivos.

35. Leer el escrito de un niño, obliga a redescubrirlo todo.

36. Leer es una escuela, un templo, un hospital: me educo, me elevo, me repongo.

37. Leer es una riqueza que se lleva a todas partes sin ostentar.

38. Leer cultiva la humildad.

39. Leer nos conduce a paradojas y se hace imposible aburrirse.

40. Leer acaba por volverse una actividad de tiempo completo.

41. Leer en sueños: ojalá se pudiera recobrar todo lo así leido.

42. Leer en una biblioteca, es como un safari en la selva pero sin víctimas.

43. Leer enriquece los sueños.

44. Leer cambia vidas.

45. Leer salva.

46. Leer es un examen.

47. Leer nos permite ver la inmensidad de nuestra ignorancia.

48. Leer brinda un gozo que, cultivado, puede durar toda nuestra vida.

49. Leer -esto lo escribió otro- es hablar con los muertos por los ojos.

50. Leer evita enfermedades, intoxicaciones y envenenamientos.

51. Leer evita costosas reparaciones y composturas.

52. Leer es algo sumamente productivo.

53. Leer es siempre perfecto.

54. Leer da temas de conversación.

55. Leer, a veces, espanta.

56. Cuando leer algo nos horroriza, somos afortunados.

57. Leer la prensa es toda una escuela: se descubre la mentira y el engaño pero entre líneas siempre está la realidad.

58. Leer las palabras ayuda a leer los síntomas, los rasgos, el clima, los rostros, las estrellas.

59. Leer poesía es reinar en uno mismo, o en otro.

60. Leer frenéticamente y en vehículos en movimiento, puede ocasionar mareos (éste no es un beneficio).

61. Releer es un placer supremo.

62. Leer es el máximo placer casto.

63. Leer a otros es encarnar las palabras.

64. Leer tiene mucho de ser llevado, pero sin tiranías, por mundos desconocidos y hay un arte en ese viaje.

65. Leer es descubrir.

66. Leer es explorar.

67. Leer nos exige lo mejor de nosotros mismos.

68. Leer es escuchar.

69. Leer enriquece insospechadamente.

70. Leer es una herencia magnífica.

71. Leer buenos libros es un arte que cultivan pocos.

72. Ejercer el derecho de leer es el principio de la sabiduría.

73. Un gobierno que no alienta lectores, alienta fracasos.

74. Un gobierno que no alienta lectores, no tiene esperanza.

75. Leer es la savia de la democracia.

76. Leer es un lujo que todos debemos darnos.

77. Leer debe reducir la pobreza, la marginación, la exclusión y la injusticia.

78. Leer abre innumerables puertas e ilumina incontables caminos.

79. Leer nos da alas, aletas, agallas y vista de rayos X. (Es broma).

80. Leer nunca es tiempo perdido.

81. Leer nos hace amigos y nos da amigos.

82. Leer educa la mente, la memoria y la imaginación.

83. Leer obliga a escribir.

84. Leer obliga a aprender a escuchar.

85. Leer nos hace pensar severamente en los otros.

86. Leer humaniza.

87. Leer libera.

88. Leer alimenta la autoreflexión.

89. Leer eleva la autoestima.

90. Leer nos abre el mundo.

91. Leer nos da un sentido de anticipación.

92. Leer manuales nos impide ser engorrosos.

93. Leer es siempre una lección de humildad y humanidad.

94. Leer ilumina.

95. Leer es arriesgarse, exponerse, aventurarse.

96. Leer es correr el riesgo de cambiarlo todo.

97. Leer es una de las formas más nobles del amor.

98. Leer es recibir mucho a cambio de casi nada.

99. Leer es un excelente negocio.

100. Leer transforma el mundo

                

DOCUMENTAL SOBRE JOSEPH HAYDN

Franz Joseph Haydn BBC Documentary Full


                           

Franz Joseph Haydn ( /ˈdʒoʊzəf ˈhaɪdən/; German pronunciation: [ˈjoːzɛf ˈhaɪdən]; 31 March[1] 1732 -- 31 May 1809), known as Joseph Haydn,[2] was an Austrian[3] composer, one of the most prolific and prominent composers of the Classical period. He is often called the "Father of the Symphony" and "Father of the String Quartet" because of his important contributions to these forms. He was also instrumental in the development of the piano trio and in the evolution of sonata form.[4][5]

A lifelong resident of Austria, Haydn spent much of his career as a court musician for the wealthy Esterházy family on their remote estate. Isolated from other composers and trends in music until the later part of his long life, he was, as he put it, "forced to become original".[6] At the time of his death, he was one of the most celebrated composers in Europe.[7]

Joseph Haydn was the brother of Michael Haydn, himself a highly regarded composer, and Johann Evangelist Haydn, a tenor. He was also a close friend of Wolfgang Amadeus Mozart and a teacher of Ludwig van Beethoven.

                                           Part 1 of 5






Part 2 of 5




Part 3 of 5






Part 4 of 5




Part 5 of 5



Y ENTONCES... ¿QUÉ LEEN LOS MEXICANOS?

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El fraude de la superación personal


|Por Juan Pablo Proal



México no es un país de lectores. Los pocos que compran un libro, en su mayoría, buscan recetas inmediatas para dejar de tener problemas con un tronar de dedos. Nada de esto tendría un inconveniente mayor, de no ser por el tipo de consejos de estas obras y los intereses que esconden sus autores.



Apaga la televisión, apaga el radio. 
Descarta esas revistas y esos periódicos.
Sandy Forster. “Cómo ser muy muy rico”.


Las parejas que se aman deberían tener de vez en cuando alguna aventura amorosa. Esas aventuras renovarán su relación, la refrescarán.
Osho. “Aprender a amar”.


El empleo científico del pensamiento consiste en formarse una imagen clara y distinguible de lo que quiere; en abrazar rápidamente el propósito de obtenerlo y en darse cuenta con fe agradecida de que sí lo obtendrá.
Wallace D. Wattles. “La ciencia de hacerse rico”.



Ronald Hubbard. Osho. Sai Baba. Ellos tienen mucho en común: además de ser autores de best sellers, han sido acusados de utilizar sus obras para crear negocios directamente vinculados con la operación de sectas.

Platiqué con dos libreros con años de experiencia en el mercado para saber cómo es el comportamiento de la cultura de la “superación personal”. A su criterio, hay dos tipos de lectores: las personas muy ricas o las muy pobres. En ambos casos, ninguno compra obras de ensayo, poesía, filosofía o literatura de calidad.




“Los libros que más se venden son recomendados en la televisión (…) Por cada diez libros, que se venden, seis son de autoayuda (…) El lugar más pequeño de la librería era el dedicado a la poesía, casi no se vende”: Daniel Hernández, extrabajador de Gandhi.


“Estos libros se aprovechan de los problemas de la gente necesitada. Se venden muchos y a diario”: Federico Flores, librero desde 2007 con experiencia en Gandhi, Profética y librerías independientes.
De acuerdo con las estadísticas más actuales de la OCDE, los mexicanos leemos un promedio de 2.8 libros al año, lo que sitúa al país en el número 107 de una lista de 108 naciones. Entre los libros con más demanda de este mes en la lista de Sanborns, una de las compañías que más obras coloca en el mercado, se encuentran: El ABC para rejuvenecer, Me vale madres, Por el placer de vivir, El secreto de Adán, Tú puedes sanar tu vida, Actúa como dama pero piensa como hombre… (Agosto 2012)

La inmensa mayoría de las librerías del país vende los libros de autores acusados de delitos sexuales y negocios ilícitos, entre ellos Osho, Sai Baba y Ronald Hubbard, fundador de la “Cienciología”. Están catalogados como obras de “desarrollo humano”, pero en realidad son las puertas de entrada a grupos sectarios.

Los grandes monopolios de los medios de comunicación también promueven a sus estrellas como autores de libros. El problema es que tocan temas básicos en la educación del país, entre ellos la sexualidad (Quiúbole con… de Yordi Rosado y Gaby Vargas).


Muchos de estos autores ofrecen consejos exprés para cualquier problema de la vida: dinero, amor, sexualidad, crecimiento profesional y curar enfermedades. Sólo que para el grueso de ellos, no es más que una forma de ganarse la vida: vender libros, impartir conferencias, fundar sectas… En tanto, los lectores de este género, generalmente con poco criterio para identificar a un charlatán, añaden a su vida rutinas que pueden resultar peligrosas y poco sanas.

En contraste, las obras literarias de mayor calidad se venden a cuentagotas. Los novelistas, filósofos, historiadores, académicos y poetas del país permanecen, casi por regla general, en el anonimato. La mayoría sufre años de espera para publicar una obra, pues ante la poca demanda, las editoriales limitan su impresión. En cambio, las estrellas de Televisa, los cantantes pop y comediantes misóginos son las figuras públicas con más influencia entre los mexicanos. Basta echar un vistazo a la lista de los diez usuarios de la red social Twitter con más seguidores en el país: Anahí, Paulina Rubio, Thalia, Chespirito, Dulce María, Julieta Venegas, Polo Polo, Yordi Rosado, Omar Chaparro y Gloria Trevi (twitter-mexico.com/ranking (Agosto 2012).


La cultura de los librosrecetasexprésdefelicidad incluso llegó a la campaña presidencial. Uno de los candidatos, Josefina Vázquez Mota, se hizo popular gracias a la escritura de libros de superación personal (Dios mío hazme viuda por favor) y otro de ellos, Enrique Peña Nieto, ni siquiera atinó a precisar los nombres de tres libros y sus respectivos autores cuando un periodista le preguntó por sus lecturas predilectas.

Las políticas de promoción de cultura fracasaron. Las librerías pequeñas desaparecen, los grandes monopolios comienzan a dominar el sector y los escritores serios tienen poca influencia social. Por ende, los ciudadanos son menos críticos, con poca comprensión de los fenómenos políticos que les afectan y con escasa conciencia de la situación social del país en que viven. Si a eso le sumamos que los libros más vendidos contribuyen a mantener en la ignorancia a los ciudadanos, conformamos una fórmula química cuya suma no abona a que México salga del infierno en que se ha convertido.

Salvo contadas excepciones, los libros del catálogo “superación humana” no son simples frivolidades para no tomar en serio, se trata de fraudes millonarios que timan a la población más desprotegida.





Fuente: Revista proceso |AGOSTO 10 DE 2012|
                                   www.proceso.com.mx



Compartimos un cuento de Julio Cortázar
           
Carta a una señorita en París

|Julio Cortázar




Andrée, yo no quería venirme a vivir a su departamento de la calle Suipacha. No tanto por los conejitos, más bien porque me duele ingresar en un orden cerrado, construido ya hasta en las más finas mallas del aire, esas que en su casa preservan la música de la lavanda, el aletear de un cisne con polvos, el juego del violín y la viola en el cuarteto de Rará. Me es amargo entrar en un ámbito donde alguien que vive bellamente lo ha dispuesto todo como una reiteración visible de su alma, aquí los libros (de un lado en español, del otro en francés e inglés), allí los almohadones verdes, en este preciso sitio de la mesita el cenicero de cristal que parece el corte de una pompa de jabón, y siempre un perfume, un sonido, un crecer de plantas, una fotografía del amigo muerto, ritual de bandejas con té y tenacillas de azúcar... Ah, querida Andrée, qué difícil oponerse, aun aceptándolo con entera sumisión del propio ser, al orden minucioso que una mujer instaura en su liviana residencia. Cuán culpable tomar una tacita de metal y ponerla al otro extremo de la mesa, ponerla allí simplemente porque uno ha traído sus diccionarios ingleses y es de este lado, al alcance de la mano, donde habrán de estar. Mover esa tacita vale por un horrible rojo inesperado en medio de una modulación de Ozenfant, como si de golpe las cuerdas de todos los contrabajos se rompieran al mismo tiempo con el mismo espantoso chicotazo en el instante más callado de una sinfonía de Mozart. Mover esa tacita altera el juego de relaciones de toda la casa, de cada objeto con otro, de cada momento de su alma con el alma entera de la casa y su habitante lejana. Y yo no puedo acercar los dedos a un libro, ceñir apenas el cono de luz de una lámpara, destapar la caja de música, sin que un sentimiento de ultraje y desafio me pase por los ojos como un bando de gorriones.

Usted sabe por qué vine a su casa, a su quieto salón solicitado de mediodía. Todo parece tan natural, como siempre que no se sabe la verdad. Usted se ha ido a París, yo me quedé con el departamento de la calle Suipacha, elaboramos un simple y satisfactorio plan de mutua convivencia hasta que septiembre la traiga de nuevo a Buenos Aires y me lance a mí a alguna otra casa donde quizá... Pero no le escribo por eso, esta carta se la envío a causa de los conejitos, me parece justo enterarla; y porque me gusta escribir cartas, y tal vez porque llueve.

Me mudé el jueves pasado, a las cinco de la tarde, entre niebla y hastío. He cerrado tantas maletas en mi vida, me he pasado tantas horas haciendo equipajes que no llevaban a ninguna parte, que el jueves fue un día lleno de sombras y correas, porque cuando yo veo las correas de las valijas es como si viera sombras, elementos de un látigo que me azota indirectamente, de la manera más sutil y más horrible. Pero hice las maletas, avisé a la mucama que vendría a instalarme, y subí en el ascensor. Justo entre el primero y segundo piso sentí que iba a vomitar un conejito. Nunca se lo había explicado antes, no crea que por deslealtad, pero naturalmente uno no va a ponerse a explicarle a la gente que de cuando en cuando vomita un conejito. Como siempre me ha sucedido estando a solas, guardaba el hecho igual que se guardan tantas constancias de lo que acaece (o hace uno acaecer) en la privacía total. No me lo reproche, Andrée, no me lo reproche. De cuando en cuando me ocurre vomitar un conejito. No es razón para no vivir en cualquier casa, no es razón para que uno tenga que avergonzarse y estar aislado y andar callándose.

Cuando siento que voy a vomitar un conejito me pongo dos dedos en la boca como una pinza abierta, y espero a sentir en la garganta la pelusa tibia que sube como una efervescencia de sal de frutas. Todo es veloz e higiénico, transcurre en un brevísimo instante. Saco los dedos de la boca, y en ellos traigo sujeto por las orejas a un conejito blanco. El conejito parece contento, es un conejito normal y perfecto, sólo que muy pequeño, pequeño como un conejilo de chocolate pero blanco y enteramente un conejito. Me lo pongo en la palma de la mano, le alzo la pelusa con una caricia de los dedos, el conejito parece satisfecho de haber nacido y bulle y pega el hocico contra mi piel, moviéndolo con esa trituración silenciosa y cosquilleante del hocico de un conejo contra la piel de una mano. Busca de comer y entonces yo (hablo de cuando esto ocurría en mi casa de las afueras) lo saco conmigo al balcón y lo pongo en la gran maceta donde crece el trébol que a propósito he sembrado. El conejito alza del todo sus orejas, envuelve un trébol tierno con un veloz molinete del hocico, y yo sé que puedo dejarlo e irme, continuar por un tiempo una vida no distinta a la de tantos que compran sus conejos en las granjas.

Entre el primero y segundo piso, Andrée, como un anuncio de lo que sería mi vida en su casa, supe que iba a vomitar un conejito. En seguida tuve miedo (¿o era extrañeza? No, miedo de la misma extrañeza, acaso) porque antes de dejar mi casa, sólo dos días antes, había vomitado un conejito y estaba seguro por un mes, por cinco semanas, tal vez seis con un poco de suerte. Mire usted, yo tenía perfectamente resuelto el problema de los conejitos. Sembraba trébol en el balcón de mi otra casa, vomitaba un conejito, lo ponía en el trébol y al cabo de un mes, cuando sospechaba que de un momento a otro... entonces regalaba el conejo ya crecido a la señora de Molina, que creía en un hobby y se callaba. Ya en otra maceta venía creciendo un trébol tierno y propicio, yo aguardaba sin preocupación la mañana en que la cosquilla de una pelusa subiendo me cerraba la garganta, y el nuevo conejito repetía desde esa hora la vida y las costumbres del anterior. Las costumbres, Andrée, son formas concretas del ritmo, son la cuota del ritmo que nos ayuda a vivir. No era tan terrible vomitar conejitos una vez que se había entrado en el ciclo invariable, en el método. Usted querrá saber por qué todo ese trabajo, por qué todo ese trébol y la señora de Molina. Hubiera sido preferible matar en seguida al conejito y... Ah, tendría usted que vomitar tan sólo uno, tomarlo con dos dedos y ponérselo en la mano abierta, adherido aún a usted por el acto mismo, por el aura inefable de su proximidad apenas rota. Un mes distancia tanto; un mes es tamaño, largos pelos, saltos, ojos salvajes, diferencia absoluta Andrée, un mes es un conejo, hace de veras a un conejo; pero el minuto inicial, cuando el copo tibio y bullente encubre una presencia inajenable... Como un poema en los primeros minutos, el fruto de una noche de Idumea: tan de uno que uno mismo... y después tan no uno, tan aislado y distante en su llano mundo blanco tamaño carta.

Me decidí, con todo, a matar el conejito apenas naciera. Yo viviría cuatro meses en su casa: cuatro -quizá, con suerte, tres- cucharadas de alcohol en el hocico. (¿Sabe usted que la misericordia permite matar instantáneamente a un conejito dándole a beber una cucharada de alcohol? Su carne sabe luego mejor, dicen, aunque yo... Tres o cuatro cucharadas de alcohol, luego el cuarto de baño o un piquete sumándose a los desechos.)

Al cruzar el tercer piso el conejito se movía en mi mano abierta. Sara esperaba arriba, para ayudarme a entrar las valijas... ¿Cómo explicarle que un capricho, una tienda de animales? Envolví el conejito en mi pañuelo, lo puse en el bolsillo del sobretodo dejando el sobretodo suelto para no oprimirlo. Apenas se movía. Su menuda conciencia debía estarle revelando hechos importantes: que la vida es un movimiento hacia arriba con un clic final, y que es también un cielo bajo, blanco, envolvente y oliendo a lavanda, en el fondo de un pozo tibio.

Sara no vio nada, la fascinaba demasiado el arduo problema de ajustar su sentido del orden a mi valija-ropero, mis papeles y mi displicencia ante sus elaboradas explicaciones donde abunda la expresión «por ejemplo». Apenas pude me encerré en el baño; matarlo ahora. Una fina zona de calor rodeaba el pañuelo, el conejito era blanquísimo y creo que más lindo que los otros. No me miraba, solamente bullía y estaba contento, lo que era el más horrible modo de mirarme. Lo encerré en el botiquín vacío y me volví para desempacar, desorientado pero no infeliz, no culpable, no jabonándome las manos para quitarles una última convulsión.

Comprendí que no podía matarlo. Pero esa misma noche vomité un conejito negro. Y dos días después uno blanco. Y a la cuarta noche un conejito gris.

Usted ha de amar el bello armario de su dormitorio, con la gran puerta que se abre generosa, las tablas vacías a la espera de mi ropa. Ahora los tengo ahí. Ahí dentro. Verdad que parece imposible; ni Sara lo creería. Porque Sara nada sospecha, y el que no sospeche nada procede de mi horrible tarea, una tarea que se lleva mis días y mis noches en un solo golpe de rastrillo y me va calcinando por dentro y endureciendo como esa estrella de mar que ha puesto usted sobre la bañera y que a cada baño parece llenarle a uno el cuerpo de sal y azotes de sol y grandes rumores de la profundidad.

De día duermen. Hay diez. De día duermen. Con la puerta cerrada, el armario es una noche diurna solamente para ellos, allí duermen su noche con sosegada obediencia. Me llevo las llaves del dormitorio al partir a mi empleo. Sara debe creer que desconfío de su honradez y me mira dubitativa, se le ve todas las mañanas que está por decirme algo, pero al final se calla y yo estoy tan contento. (Cuando arregla el dormitorio, de nueve a diez, hago ruido en el salón, pongo un disco de Benny Carter que ocupa toda la atmósfera, y como Sara es también amiga de saetas y pasodobles, el armario parece silencioso y acaso lo esté, porque para los conejitos transcurre ya la noche y el descanso.)

Su día principia a esa hora que sigue a la cena, cuando Sara se lleva la bandeja con un menudo tintinear de tenacillas de azúcar, me desea buenas noches -sí, me las desea, Andrée, lo más amargo es que me desea las buenas noches- y se encierra en su cuarto y de pronto estoy yo solo, solo con el armario condenado, solo con mi deber y mi tristeza.

Los dejo salir, lanzarse ágiles al asalto del salón, oliendo vivaces el trébol que ocultaban mis bolsillos y ahora hace en la alfombra efímeras puntillas que ellos alteran, remueven, acaban en un momento. Comen bien, callados y correctos, hasta ese instante nada tengo que decir, los miro solamente desde el sofá, con un libro inútil en la mano -yo que quería leerme todos sus Giraudoux, Andrée, y la historia argentina de López que tiene usted en el anaquel más bajo-; y se comen el trébol.

Son diez. Casi todos blancos. Alzan la tibia cabeza hacia las lámparas del salón, los tres soles inmóviles de su día, ellos que aman la luz porque su noche no tiene luna ni estrellas ni faroles. Miran su triple sol y están contentos. Así es que saltan por la alfombra, a las sillas, diez manchas livianas se trasladan como una moviente constelación de una parte a otra, mientras yo quisiera verlos quietos, verlos a mis pies y quietos -un poco el sueño de todo dios, Andrée, el sueño nunca cumplido de los dioses-, no así insinuándose detrás del retrato de Miguel de Unamuno, en torno al jarrón verde claro, por la negra cavidad del escritorio, siempre menos de diez, siempre seis u ocho y yo preguntándome dónde andarán los dos que faltan, y si Sara se levantara por cualquier cosa, y la presidencia de Rivadavia que yo quería leer en la historia de López.

No sé cómo resisto, Andrée. Usted recuerda que vine a descansar a su casa. No es culpa mía si de cuando en cuando vomito un conejito, si esta mudanza me alteró también por dentro -no es nominalismo, no es magia, solamente que las cosas no se pueden variar así de pronto, a veces las cosas viran brutalmente y cuando usted esperaba la bofetada a la derecha-. Así, Andrée, o de otro modo, pero siempre así.

Le escribo de noche. Son las tres de la tarde, pero le escribo en la noche de ellos. De día duermen ¡Qué alivio esta oficina cubierta de gritos, órdenes, máquinas Royal, vicepresidentes y mimeógrafos! Qué alivio, qué paz, qué horror, Andrée! Ahora me llaman por teléfono, son los amigos que se inquietan por mis noches recoletas, es Luis que me invita a caminar o Jorge que me guarda un concierto. Casi no me atrevo a decirles que no, invento prolongadas e ineficaces historias de mala salud, de traducciones atrasadas, de evasión Y cuando regreso y subo en el ascensor ese tramo, entre el primero y segundo piso me formulo noche a noche irremediablemente la vana esperanza de que no sea verdad.

Hago lo que puedo para que no destrocen sus cosas. Han roído un poco los libros del anaquel más bajo, usted los encontrará disimulados para que Sara no se dé cuenta. ¿Quería usted mucho su lámpara con el vientre de porcelana lleno de mariposas y caballeros antiguos? El trizado apenas se advierte, toda la noche trabajé con un cemento especial que me vendieron en una casa inglesa -usted sabe que las casas inglesas tienen los mejores cementos- y ahora me quedo al lado para que ninguno la alcance otra vez con las patas (es casi hermoso ver cómo les gusta pararse, nostalgia de lo humano distante, quizá imitación de su dios ambulando y mirándolos hosco; además usted habrá advertido -en su infancia, quizá- que se puede dejar a un conejito en penitencia contra la pared, parado, las patitas apoyadas y muy quieto horas y horas).

A las cinco de la mañana (he dormido un poco, tirado en el sofá verde y despertándome a cada carrera afelpada, a cada tintineo) los pongo en el armario y hago la limpieza. Por eso Sara encuentra todo bien aunque a veces le he visto algún asombro contenido, un quedarse mirando un objeto, una leve decoloración en la alfombra y de nuevo el deseo de preguntarme algo, pero yo silbando las variaciones sinfónicas de Franck, de manera que nones. Para qué contarle, Andrée, las minucias desventuradas de ese amanecer sordo y vegetal, en que camino entredormido levantando cabos de trébol, hojas sueltas, pelusas blancas, dándome contra los muebles, loco de sueño, y mi Gide que se atrasa, Troyat que no he traducido, y mis respuestas a una señora lejana que estará preguntándose ya si... para qué seguir todo esto, para qué seguir esta carta que escribo entre teléfonos y entrevistas.

Andrée, querida Andrée, mi consuelo es que son diez y ya no más. Hace quince días contuve en la palma de la mano un último conejito, después nada, solamente los diez conmigo, su diurna noche y creciendo, ya feos y naciéndoles el pelo largo, ya adolescentes y llenos de urgencias y caprichos, saltando sobre el busto de Antinoo (¿es Antinoo, verdad, ese muchacho que mira ciegamente?) o perdiéndose en el living, donde sus movimientos crean ruidos resonantes, tanto que de allí debo echarlos por miedo a que los oiga Sara y se me aparezca horripilada, tal vez en camisón -porque Sara ha de ser así, con camisón- y entonces... Solamente diez, piense usted esa pequeña alegría que tengo en medio de todo, la creciente calma con que franqueo de vuelta los rígidos cielos del primero y el segundo piso.

Interrumpí esta carta porque debía asistir a una tarea de comisiones. La continúo aquí en su casa, Andrée, bajo una sorda grisalla de amanecer. ¿Es de veras el día siguiente, Andrée? Un trozo en blanco de la página será para usted el intervalo, apenas el puente que une mi letra de ayer a mi letra de hoy. Decirle que en ese intervalo todo se ha roto, donde mira usted el puente fácil oigo yo quebrarse la cintura furiosa del agua, para mí este lado del papel, este lado de mi carta no continúa la calma con que venía yo escribiéndole cuando la dejé para asistir a una tarea de comisiones. En su cúbica noche sin tristeza duermen once conejitos; acaso ahora mismo, pero no, no ahora. En el ascensor, luego, o al entrar; ya no importa dónde, si el cuándo es ahora, si puede ser en cualquier ahora de los que me quedan.

Basta ya, he escrito esto porque me importa probarle que no fui tan culpable en el destrozo insalvable de su casa. Dejaré esta carta esperándola, sería sórdido que el correo se la entregara alguna clara mañana de París. Anoche di vuelta los libros del segundo estante, alcanzaban ya a ellos, parándose o saltando, royeron los lomos para afilarse los dientes -no por hambre, tienen todo el trébol que les compro y almaceno en los cajones del escritorio. Rompieron las cortinas, las telas de los sillones, el borde del autorretrato de Augusto Torres, llenaron de pelos la alfombra y también gritaron, estuvieron en círculo bajo la luz de la lámpara, en círculo y como adorándome, y de pronto gritaban, gritaban como yo no creo que griten los conejos.

He querido en vano sacar los pelos que estropean la alfombra, alisar el borde de la tela roída, encerrarlos de nuevo en el armario. El día sube, tal vez Sara se levante pronto. Es casi extraño que no me importe verlos brincar en busca de juguetes. No tuve tanta culpa, usted verá cuando llegue que muchos de los destrozos están bien reparados con el cemento que compré en una casa inglesa, yo hice lo que pude para evitarle un enojo... En cuanto a mí, del diez al once hay como un hueco insuperable. Usted ve: diez estaba bien, con un armario, trébol y esperanza, cuántas cosas pueden construirse. No ya con once, porque decir once es seguramente doce, Andrée, doce que serán trece. Entonces está el amanecer y una fría soledad en la que caben la alegría, los recuerdos, usted y acaso tantos más. Está este balcón sobre Suipacha lleno de alba, los primeros sonidos de la ciudad. No creo que les sea difícil juntar once conejitos salpicados sobre los adoquines, tal vez ni se fijen en ellos, atareados con el otro cuerpo que conviene llevarse pronto, antes de que pasen los primeros colegiales.

Un leñador escribe en El Salto

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Esta nota fue publicada el Sábado 26 de Julio de 2008 en el Siglo de Durango


Publicado el Sábado 26 de Julio de 2008

¿presidente o presidenta?

Regla ortográfica



|Por Vicente Molina

En español, el plural en masculino implica ambos géneros. Así que al dirigirse al público NO es necesario ni correcto decir "mexicanos y mexicanas", "compañeros y compañeras", "hermanos y hermanas", etc., como los verbosos (por no decir algo peor) Fox y Calderón pusieron de moda y hoy en día otros ignorantes (tanto políticos, como comunicadores) a nivel nacional por TV continúan con el error. 

Decir ambos géneros es correcto, SOLO cuando el masculino y el femenino son palabras diferentes, por ejemplo: "mujeres y hombres", "toros y vacas", "damas y caballeros", etc.
Ahora viene lo bueno: Detallito lingüístico ¿Presidente o Presidenta?


Aprendamos bien el español y de una vez por todas: 

NO ESTOY EN CONTRA DEL GÉNERO FEMENINO, SINO DEL MAL USO DEL LENGUAJE. POR FAVOR, DÉJENSE YA DE INCULTURA, DESCONOCIMIENTO U OCURRENCIA: ¿Presidente o Presidenta? 

En español existen los participios activos como derivados verbales: Como por ejemplo, el participio activo del verbo atacar, es atacante; el de sufrir, es sufriente; el de cantar, es cantante; el de existir, existente; etc.

¿Cuál es el participio activo del verbo ser?: El participio activo del verbo ser, es "ente". El que es, es el ente. Tiene entidad. Por esta razón, cuando queremos nombrar a la persona que denota capacidad de ejercer la acción que expresa el verbo, se le agrega la terminación 'ente'. 

Por lo tanto, a la persona que preside, se le dice presidente, no presidenta, independientemente de su género.

Se dice capilla ardiente, no ardienta. Se dice estudiante, no estudianta. Se dice adolescente, no adolescenta. Se dice paciente, no pacienta. Se dice comerciante, no comercianta. Se dice cliente, no clienta.

Dilma Rousseff, actual Presidente de Brasil, ha recibido las felicitaciones del Presidente Calderón y su Gobierno, como "Presidenta electa", no por motivos ideológicos, sino por ignorancia de la gramática de la lengua española. 

Un mal ejemplo sería: La pacienta era una estudianta adolescenta sufrienta, representanta e integranta independienta de las cantantas y la velaron en la capilla ardienta ahí existenta.


Que mal suena ahora Presidenta, ¿no? Es siempre bueno aprender de qué y cómo estamos hablando. 



Vicente Molina es Licenciado en Castellano y Literatura
(y no en Castellana y Literaturo)