Los versos libres de Fernando Andrade Cancino: El blues del cisne

Álvaro San Juán


"Salir a la calle como todos y fingir que se vive y de cierta manera morir de verdad"
-Fernando Andrade Cancino, poeta
Con su libro de poemas, El blues del cisne, Fernando Andrade Cancino está a la altura de los poetas nacionales y, sin duda, por no decir el mejor, es uno de los mejores poetas del norte del país.  Algunos dicen que la poesía ya existe, que lo único que hacen los poetas es estirar la mano y bajarla para decirnos sus poemas en forma de versos y otras formas de escribir la poesía, por eso nos preguntamos: ¿por qué la mayoría no la vemos?, ¿será que los poetas son los elegidos de los dioses y no como nosotros, que creemos ver? Cuando leemos los versos libres de Fernando Andrade Cancino nos damos cuenta de que estamos ciegos. No hace mucho, en un trabajo que publicó Víctor Palencia incluyo la elegía de la poeta Mónica Reveles, donde nos lleva con sus palabras desde la fundación de la ciudad al día de hoy.

Tal vez valga la pena parafrasear a José Saramago, que Durango ha sido un ensayo sobre la ceguera, pero es el también pintor y maestro en historia del arte Andrade Cancino quien ve por nosotros a nuestra ciudad y es en los versos libres que le dedica la única manera posible de caminar por nuestras calles, ofreciéndole perdón por nuestro olvido y nuestra ceguera. Dice Cristina Pacheco: "Aquí nos tocó vivir", ¿Sabremos dónde vivimos? Para saberlo hay que leer la poesía de Fernando, ¿antes había notado usted lo siguiente?: "Hágase señor tu voluntad así en la ciudad perdida como en la zona residencial". ¿Será que la voluntad del señor puede hacer lo mismo en la colonia Octavio Paz que en Villas Campestre? Nos sigue describiendo Fernando: Estamos "amortajados entre canteras centenarias, entre familias y
ranchos, heredadas y luchas de los duranguenses, duranguettos, duranguenses, durangueños, duranguraños". ¿Será cierto, entonces, que la historia de Durango es de unas cuantas familias, apellidos a los que las circunstancias históricas y políticas les han permitido la disputa por el poder, sólo que en diferentes bandos, conservadores y liberales, o en distintos partidos políticos, el PRI o el PAN, pero casi siempre los mismos? 

¿Y qué nos dice Fernando respecto de nuestro mítico alacrán? Un famoso exgobernador que todavía no es una leyenda viviente, describió el deporte favorito de los duranguenses: "el chisme y los rumores en los cafés". Andrade Cancino, irreverente como es, con la ironía a flor de piel, como un integrante de los nuevos poetas malditos, nos recuerda con sus versos libres: "Un alacrán inyecta su veneno/ con la lengua del parroquiano come gente que bebe café". ¿Estaría usted de acuerdo con el poeta cuando nos describe de la siguiente manera?: "Somos una ciudad pequeña que no crece más que en las alas del sueño y en su borrachera diurna, en los campos de golf y en las residencias de sus villas, con sus casitas de cartón y en sus cascaritas vespertinas". Sin duda, Fernando, junto con Evodio Esclante y José Ángel Leyva, que con sus poemas y sus críticas literarias son, como diría Octavio Paz, una especie de conciencia frente al Estado y nuestra realidad, para verla como es, que se puede decir, pensar y escribir muchas cosas, guardando siempre la distancia con el Príncipe. 

Fernando tiene amigos no sólo en el mundo de la cultura, también los tiene en las esferas del poder. Ha sabido transitar por esos laberintos que a muchos acaban por seducir. Ser amigo de Fernando es también, de alguna manera, ser su cómplice. Ha cruzado los pantanos de la burocracia cultural y nunca han logrado contaminarlo, por eso puede escribir, libre como es; "Venceré el miedo con los fusiles del corazón rebelde/ luchando para poner bajo tierra la podredumbre/ de donde
nazcan flores para las coronas de los muertos./ Instauraré de nuevo la pobreza franciscana/ donde la retórica y la demagogia no reemplacen la verdad"

 

PROYECTOS PERSONALES
DE Alejandro Marcovich

Alejandro Marcovich se queda con la experiencia multinivel que aprendió junto con sus compañeros en Caifanes durante su reencuentro y reconciliación, por lo que, pese a enterarse sorpresivamente de que la agrupación regresaría a una formación original sin él, se queda en paz, contento, sano y creativo en sus proyectos.

“Por algún motivo de la vida no sé si los cuatro o alguno de ellos tenía la ilusión de reformar Caifanes con la agrupación original, así es como lo plantearon mediáticamente. A mí me agarró de sorpresa porque no es algo que platicamos, lo digo con toda la libertad y fuerza que eso conlleva, pero entiendo que algún motivo tiene que haber, no conozco todos pero respeto la decisión. Finalmente no hubo pleito que eso es bueno y me siento con un muy buen sabor de boca de haber compartido ese tiempo con ellos y el público adorable.


“Llegué a la conclusión de que yo sigo estando en la banda, aunque no esté en el escenario porque Rodrigo (Baills) a quien respeto y es amigo mío, está tocando las partes de guitarra que yo creé y ahí estoy, está mi esencia y ahí se va a quedar, aunque si quiere hacer un arreglo diferente lo aplaudiré. Estoy en paz con su decisión, espero que les dé resultado y que sean muy felices volviendo a esa estructura. Lo importante es que podamos seguir cada uno en su vida haciendo lo que nos gusta porque ellos tienen mucho para dar y yo también, hay muchos escenarios y oportunidades de compartir la música”, argumentó el músico.


Va por su segundo disco

Con un crecimiento artístico y humano en su faceta de guitarrista, cantante, arreglista, productor y compositor, así como en un momento de madurez, es que se encuentra terminando su segundo disco que saldrá este año y será el sucesor de “Nocturnal” (2003).

“A veces me la pienso demasiado, hay cosas que quiero hacer y que se van postergando porque aparecen otras y nuevos intereses o maneras de divertirme con la música. Quizás antes no era tan urgente hacer un disco solista; estuve ensayando para hacerlo y si de ahí pasé a ser guitarrista de Caifanes yo no me arrepiento porque creo que lo que viví con ellos fue trascendente e importante en mi carrera, aprendí a callarme la boca y cantar con la guitarra y ese aprendizaje hoy en día es un gran halago que la gente escuche mis solos y al primer compás me digan ‘ya se sabe que eres tú’”.

Marcovich confiesa que de los primeros discos de rock que escuchó en su secundaria de Buenos Aires por medio de un amigo que conseguía importaciones fue de Led Zepellin, pero su encuentro con Pink Floyd fue fortuito en una tienda de discos en donde no encontró el álbum de “Invisible” pero se “hechizó” al escuchar el LP de The Dark Side of The Moon.

Después de una invitación hace aproximadamente cuatro años para tocar la música de la emblemática banda acompañado por la Orquesta Sinfónica de San Luis Potosí es que tuvo un nuevo hallazgo, mismo que llevará el 11 de abril al Plaza Condesa sin la orquesta pero acompañado de una banda de rock y retomando el canto junto a Carlos Muñoz con el reto de que al público le genere algo sin hacer tributos pero dando estilo.
 
El Universal

ALEJANDRO MARCOVICH HABLA DE SU SALIDA
DE CAIFANES
Abril/2014



Marcovich en el Vive Latino 2011
 

Los problemas entre Alejandro Marcovich y Saúl Hernández son casi legendarios: sus peleas, la polémica por el nombre del grupo y múltiples historias que sólo ellos conocen y que el 18 de agosto de 1995 terminaron con la banda Caifanes.

Saúl y Alejandro son amigos, se conocen desde hace muchos años y, tras los problemas de salud del primero, Caifanes regresó a los escenarios en el 2011, las diferencias terminaron y pudimos ser testigos de uno de los reencuentros más emotivos en la historia del rock latinoamericano.

Pero era inevitable que los viejos problemas volvieran al grupo como fantasmas y así, de un día para otro, Saúl Hernández anunció la salida de su guitarrista para que Caifanes regresara a su alineación original.

En entrevista, Alejandro Marcovich habla de su salida, claro, pero también de una nueva etapa en su vida que arranca con un irreverente homenaje a Pink Floyd y el anuncio de un disco solista donde se lanza como cantante.

—Fue sorpresiva tu salida del grupo.

Sí, fue una decisión unilateral que no la tomé yo ni me pidieron opinión, ni fue consensuada… pero así se tomó y la verdad me da igual. Finalmente una cosa lleva a la otra y ahora estoy haciendo estrictamente lo que me da la gana.

—¿Te vas contento con todo lo que sucedió con el reencuentro de Caifanes?

Fueron dos años y medio de gira y me la pasé increíble y creo que mis compañeros también. Logramos conjuntar armónicamente como camaradas y músicos por medio de las canciones de Caifanes y creo que el público también se la pasó muy bien y como reencuentro fue bueno, pero hasta ahí.

—A pesar de no estar físicamente, los fans te recordarán cada vez que escuchen a Caifanes.

Caifanes es un grupo pero no, porque las canciones las compone Saúl, pero mi trabajo no fue tanto de compositor, aunque hice algunas canciones, fue más de guitarrista.

Pero en el terreno de los arreglos yo aporté mucho a las canciones de Saúl y les di una vida, una identidad tan importante que hoy en día, aunque yo no esté en la banda, están tocando mis arreglos de guitarra. Hay canciones que si no empiezan con el arreglo que yo inventé no las reconoces, entonces es muy fuerte mi presencia y legado en Caifanes.

—Ahora que estás fuera de la banda, ¿cómo te sientes?

A raíz de mi separación del grupo tengo 100% de mi tiempo como artista para dedicarme a mis cosas: el espectáculo de Pink Floyd, dar clases, grabar uno o varios discos solistas.

Es una fortuna no estar en este momento en Caifanes porque tengo mucho tiempo para mí.

—A pesar de tu talento, creo que no se te ha dado el valor que te mereces como músico. ¿Piensas lo mismo?

Ha habido muchos malos entendidos, mucha manipulación mediática alrededor de mí y con Caifanes que no son correctas. Espero que algún día las cosas se compondrán, pero lo importante es seguir haciendo música y compartiendo lo mejor y la pasión que tengo con la gente.

PINK FLOYD AL ESTILO MARCOVICH

Alejandro Marcovich interpretando Lo mejor de Pink Floyd, un espectáculo que tendrá contenido multimedia y donde el guitarrista estará acompañado de ocho músicos (bajo, batería, teclado, dos coristas, un cantante y saxofones) y donde espera brindar una experiencia que quiere llevar de gira a toda la República Mexicana.

—Tocar a Pink Floyd, sin duda, todo un reto.

Sí, estaré acompañado de una banda de rock que formé y donde elegí el repertorio de Pink Floyd, banda que admiro desde hace muchos años. Me adapté a sus arreglos, pero también hice algunos; algunas variaciones como propuesta y van a escuchar las canciones que ya conocen con algún retoque en la armonía y melodías que se me ocurren en la guitarra.

—¿Lo definirías como un homenaje o una reinterpretación?

Yo digo que es un especie de híbrido entre Pink Floyd y Alejandro Marcovich donde no voy a tocar los solos de David Gilmour, serán mis adaptaciones e improvisaciones que voy a injertar con prudencia y respeto, pero también con un poco de descaro.

—Entonces, la idea no es sólo hacer covers.

Existen bandas que hacen tributos a Pink Floyd y tocan en bares y hay otras que hacen giras internacionales… y para mí no tiene mucho sentido. Creo que para mis fans va a ser interesante ver cómo me las ingenio para meterme en el mundo de Pink Floyd.

—Improvisar con Pink Floyd es peligroso, ¿no?

Sí, pero nos vamos a arriesgar con algunas notas y dejarnos llevar por el momento, algo que las bandas de rock ya no hacen actualmente y vamos a improvisar según mi estilo.

—¿Qué tan complicado es tocar igual que Gilmour?

Técnicamente los solos no son tan complejos, el problema es la pasión, la manera en la pulsa o frasea, vamos, es un maestro muy difícil de imitar y te repito, no es mi intención.

—Me sorprende que vayas a cantar en el show.

Lo hago desde hace muchos años, comencé a componer canciones en la preparatoria y las cantaba. Sé que la gente me conoce como guitarrista, pero canto a mi manera y lo haré en el show de Pink Floyd en algunas canciones y en mi próximo disco solista también…. es algo que quiero dar a conocer.

—Habrá, imagino, una parte visual en el show.

Claro, es parte de la idiosincrasia de Pink Floyd y sin querer hacer una imitación de los íconos que ellos usaban, voy a intentar meter, con cierta analogía, mi propia biografía de vida. Sé que es un reto múltiple, pero me gustan los retos y a ver qué pasa con el show Lo mejor de Pink Floyd.

 



 

Fuentes: El economista / Arte, literatura y algo más 






 
 


15 LIBROS PARA NO DEJAR DE LEER.

 
Fernando Andrade Cancino.

 

Desde el 1er Encuentro Internacional de Escritores José Revueltas, realizado en julio del 2013 en esta ciudad de Durango, bajo la organización de la Sociedad de Escritores de Durango, A.C., entonces presidida por la Ing. (poeta y narradora) Socorro Soto Alanís, donde presenté una antología de Poetas Chilenos y a tres de los poetas asistentes, he leído algunos  buenos libros que quiero comentarles hoy.

 

“Martin Bauman”, del norteamericano David Leavitt (Edit. Anagrama, 2001: un libro que compré a la librería  La Azotea, de Zacatecas, del poeta Uriel Martínez). La novela que narra la etapa inicial en la vida de un joven escritor que busca tener éxito en Nueva York. Cientos de agudas y detalladas observaciones, lánguidamente conversacionales y confesionales,  describen una época, la de los años ochenta,  y el entorno del joven que se inicia como  autor y como corrector en una importante editorial, en una década donde la cocaína, las orgías (menages a troi), los  enormes progresos tecnológicos y científicos, y la degradación de la pandemia del Sida, lo hacen madurar y “salir del closet” para asumir su homosexualidad, como cada vez más lo hacen desde entonces, enfrentando a la vez a su mentor y conservador maestro, poderoso en el medio literario, al grado de decidir a quién se publica o a quién no, pero sobre todo enfrentándose a sí mismo –Martin Bauman, es un alter ego del autor David Levitt- como escritor gay que se desnuda literal y literariamente para poco a poco ir  mostrándonos cómo se despoja de su gloria venal, envidiosa, autodestructiva y conmovedora.  Quizá debido a la traducción del inglés al español, el libro resulta un tanto largo, y un poco aburrido, aún y cuando describe puntualmente la lucha que muchos emprenden por hacerse de una carrera y un nombre en el competido mundo literario.

 

Vino luego a mí el divertido y último libro publicado de Elmer Mendoza, “Nombre de Perro” (Tusquets Editores, 2013), donde continúa con la “zaga” del Zurdo Mendieta, un detective policiaco que investiga a los narcotraficantes. Elmer, con gran sentido del humor y ácida ironía, se regodea en su narrativa con su gran capacidad para darle al mal tiempo buena cara: “El asesino solitario”, “El amante de Janis Joplin”, “Efecto Tequila”, “Cóbraselas caro”, “Balas de Plata, y “La prueba del ácido”, son las anteriores exitosas novelas de ésta autor sinaloense, que en su conjunto retratan de cuerpo entero a éste país amafiado en lo político, en la seguridad, en sus finanzas, y por supuesto, en su gran industria, el narcotráfico. Sin perder, aún en la tragedia, su gran sentido del humor (negro).

 

“Fallas de origen” fue ganadora del Premio Letras Nuevas en 2012 (Joaquín Mortiz, 2012), su autor es el joven –“junior”- Daniel Krauze, hijo del famoso Enrique. Se trata de una novela funambulesca donde el autor da vida a Matías (¿otro alter ego?), quien regresa de Nueva York al DF, luego de vegetar allá seis largos años, como parásito de su familia que lo mantiene con sus envíos de dólares desde la capital de México. Regresa por la muerte de su padre, a un DF pletórico de antros, de “tachas”, cocaína y cristal, y por supuesto de chicas y alcohol, autos y amigos reventados y pachecos. Su vida cae en un círculo vicioso, literal y metafóricamente, que lo lleva a  afectar a sus familiares y amigos, confrontando una sociedad violenta, vacua y degradada. Es una novela fuerte, audaz y violenta, sin ambages.

 

Llegó luego la lectura de “Canción de tumba” de Julián Herbert, XXVII Premio de Novela Jaén (Literatura Mondadori, 2011) donde el autor hace una mezcla de autobiografía y ficción, en la que el personaje principal, un joven y exitoso escritor que da conferencias en Alemania, o pasa temporadas en España, recuerda a su madre prostituta, su larga agonía, sus cuidados para con ella, su pobre infancia de un lugar a otro (de Acapulco, Guerrero, a Sabinas, Coahuila, etc.), en el mismo México  violento  que Elmer Mendoza y Daniel Krauze pintan en las novelas antes comentadas, de drogas y pobreza, en el que la prostitución entra en escena con el retrato de la madre del escritor que nos narra dentro de la novela. Corrupción, violencia y destrucción en un país en el que él, como otros escritores jóvenes –lo estamos viendo-, narran con humor su desesperanza, y con mucho amor nuestro tiempo. Esta novela es para mí una de las mejores de los últimos tiempos mexicanos, bella y dramática, intensa y poética lectura, como pocas.

 

Luis González de Alba, en “No hubo barco para mí” (Cal y Arena, 2013), narra parte de la vida de su familia, de su vida literaria,  como empresario (ex dueño de “antros” gay en el DF) y líder juvenil -y prisionero en Lecumberri- en el Movimiento Estudiantil de 1968. Con una alta cultura y gusto por la música clásica, la ciencia –de la que ha sido un gran divulgador- y la poesía (es autor de varios poemarios, como “El vino de los bravos”), fue fundador del Movimiento Nacional de la Lucha contra el SIDA), y es autor del ya clásico libro sobre el 68, “Los días y los años” -entre otros-, donde narra su estancia en prisión. En éste nuevo libro nos proporciona datos de su paso como colaborador por el periódico La Jornada, por el Partido Socialista Unificado de México, del que también fue uno de los fundadores, o de su estancia en Chile, a dónde fue enviado junto a otros jóvenes líderes del 68 al salir de la cárcel, y de los cuales habla sobre sus divergencias políticas (con Álvarez Garín, por ejemplo). Un libro sincero, honesto, en el que inevitablemente asume posiciones políticas claras, aunque polémicas, y donde elabora un somero homenaje a sus ancestros, a su expareja el fallecido actor Ernesto Bañuelos, en una historia que mucho tiene de común con la de quienes nacimos en la década de los 40´s del siglo XX, en alguna provincia de México, y fuimos a la capital a estudiar –y trabajar- encontrando ese país en lucha permanente por sobrevivir un pasado –y presente- priísta que lo condena.

 

En “La mirada del otro” (Punto de lectura, Santillana Ediciones, 2012) el duranguense, político y diplomático, Jaime del Palacio presenta 6 relatos breves sobre los límites del erotismo. Él obtuvo el Premio Xavier Villaurrutia en 1981, y ha ido con el tiempo depurando su estilo literario, conciso pero elocuente, poético e íntimo, con el que ahora asume la voz y personalidad de cada una de las seis mujeres que son el personaje central de cada relato, platicando o recordando sus relaciones sexuales, su insatisfacción o satisfacción extrema con actos sexuales de carácter sado masoquista, con sus múltiples parejas, o en tríos donde se ejerce la homosexualidad, narrando con encarnadas descripciones y detalles, lenguas, vaginas, bocas y penes, que nos alebrestan la libido sexual y despiertan en nosotros la energía poética de la conciencia atroz de ser humanos, algo que sólo un buen literato como Jaime logra hacer, siempre con elegancia, en sus lectores.

 

La chihuahuense Rosa María Cortez, quien radicó hace algún tiempo en Durango, presentó aquí recientemente su libro de cuentos, leyendas, relatos y pasajes de su vida “Hojas del Árbol de mi vida” (2013). Descubrí con sorpresa y admiración al leerlo a una buena escritora que en éste, su primer libro publicado, echa toda la carne al asador: poesía, cuentos, leyendas, relatos y partes autobiográficas, de las cuales me gustan más sus poesías, leyendas y  cuentos, en los que retrata el México rural y provinciano del norte del país. No comparto su gusto por El Cuarto Camino, ni me gustaron sus relatos sobre sus andanzas en la política o entre políticos, pero encuentro en sus cuentos y leyendas una veta rulfiana que me gustó. Sus poemas son una especie de ruego amoroso al amor mismo, de plegaria y agradecimiento, de pena y alegría simultáneas que nos adentran en un mundo psíquico y mágico que solo la poesía puede brindar. Sus cuentos y leyendas son siempre thrillers con finales que hay que imaginar como lectores comprometidos, y en base a múltiples pistas que la autora nos va dejando como inteligentes cabos sueltos. Su narrativa parte de la historia regional de su natal estado de Chihuahua, de Parral, o de los lugares donde estudió, como Saltillo, o del DF donde se casó y tuvo a su hija y su hijo.  También la mitología del mundo prehispánico se hace presente, pero sobre todo los personajes de provincia, de  ciudad pequeña (“pueblo chico, infierno grande”) del norte de México, en un mosaico de relatos casi fantásticos.

 

Una duranguense, muy buena y entrañable amiga, dedicada desde siempre a la literatura, y a su promoción y difusión -como pocos-, y también a la política desde la izquierda más vanguardista, la Ing. María del Socorro Soto Alanís –dos veces presidenta de la Sociedad de Escritores de Durango, A.C.-, presentó, este año de 2014, primero en  la Feria del Libro del Palacio de Minería en el, D.F., y luego en la ciudad de Durango, su nuevo libro “Cuentos del Norte” (IMAC-Editorial Verso Destierro, 2013) en el que con un sencillo, eficaz y bello manejo del lenguaje, y ricas  metáforas con las que enriquece sus descripciones de paisajes, entornos y personajes, se reafirma con una fina narradora –y poeta- que por su tonalidad tan dulce a veces pareciera un poco cursi –sólo en apariencia-, lo que hace que sus cuentos tengan algo que me recuerda a Corín Tellado, pero también a José Agustín o José Revueltas, es decir, campea en su narrativa un humor juvenil, estudiantil y provinciano, pero a la vez mordaz y revolucionario en su no tan soterrada crítica al sistema político imperante en este país, y en particular en el norte de México.  En éste libro encuentro, como en el antes comentado de Rosa María Cortez, la enorme voluntad de crear o de recrear una realidad a veces dulce, a veces trágica, nostálgica y dolorosa, lo que hace con maestría a través del cuento (y también de la poesía).

 

Hace muchos años leí el “Elogio de la locura”, de Erasmo de Rotterdam, sobre discusiones teológicas de su tiempo, hace poco, ante la casi inminente muerte de mi ser más amado, mi madre, leí “Preparación para la muerte” (Jus, 2007), escrito hace 500 años, cuando Maquiavelo escribía el popular “El Príncipe”, en la Europa renacentista, y me pareció tan importante como éste, ya que nos ayuda a “bien morir”, y apoyar adecuadamente a quienes mueren, recomendándonos hacer un testamento, prever la enfermedad, la vejez, y la muerte inevitable, así como lograr la salvación del alma, o prever del bienestar de quienes dejamos en esta tierra. Aconseja que cuando alguien muere, durante sus momentos de agonía, guardemos serenidad y silencio para no distraer al moribundo de su inquietante pasaje a la otra vida. Un pequeño, bello y aleccionador libro que ha sido comentado por múltiples teólogos, filósofos y poetas, como Ramón Xirau, Gabriel Said y Mauricio Beuchot.

 

Durante el otoño y parte del invierno que terminó leí un libro que había adquirido durante el 1er Encuentro Internacional de Escritores, mencionado al inicio de este texto, se trata de “Lo Inconstante” (Colección Temblor de Cielo, Edit. La Otra, 2012), una antología de poemas del sueco Lasse Soderberg, que fue el principal escritor invitado al encuentro. Se trata de un poemario magistral que me parece es una vuelta al mundo en ochenta sabios poemas, una reflexión pura y maravilloso reflejo de un ser cuya conciencia y sensibilidad se expanden para hacernos gozar de todas las estéticas, tendencias literarias, estilos y metáforas de la historia de la literatura universal.   

 

Evodio Escalante Betancourt, el duranguense que es el crítico literario más erudito, incisivo y productivo actualmente en México, retoma la creación poética con “Crápula” (Colección Temblor de Cielo, Edit. La Otra, ICED, 2013), un poemario cuya lectura es como masticar vidrios, un constante rechinar de dientes donde él se hace a un lado como crítico, y le da la oportunidad al poeta del enojo, del celo, del comentario vitriólico y de metáforas hirvientes e hirientes, para hundir egos de diversos divos literarios con las turbias aguas de la sinrazón del pensamiento liberado, con verdades amargas con las que entierra estacas de carne erecta en hoyos negros de mujeres y en vanidades poéticas de nobeles creaturas.  Siempre me ha gustado Evodio como poeta porque creo que en algo nos parecemos como tales, pero dejaré a otros la tarea de comentar mi poemario más reciente “El blues del Cisne” (se presenta el día jueves 10 de abril en CORE, a las 20:00 hrs.), que es también un libro negro como el alma de los sicarios o de los suicidas, o de los poetas, como Evodio, que rehuimos la “belleza”.

 

Pero él –Evodio- también me obsequió otros libros, dos ensayos suyos recientemente publicados, uno “Metafísica y delirio. El Canto a un Dios mineral, de Jorge Cuesta” (Ediciones sin nombre, 2011), otro “Las sendas perdidas de Octavio Paz” (Ediciones sin nombre, UAM, 2013), que imagino no tendrán muchos lectores, salvo aquellos que son estudiosos -a fondo- de la literatura. En éstos se manifiesta él como lo que también es, un crítico de erudición enorme, que hace gala de sus conocimientos al brindarnos múltiples detalles y hacer miles de observaciones –pertinentes e impertinentes-, oportunas siempre, de forma incisiva, como filoso filósofo-poeta que es, y si no pregunten ustedes a Octavio Paz en su más allá cómo le fue. En ambos ensayos se cuela pertinente la “Muerte sin Fin”, de José Gorostiza (su anterior y espléndido ensayo, publicado en un gran libro), y el desarrollo de temas como el que dilucida qué es el “instante”, que tantos poetas –como Paz- mencionan en sus versos,  y otros temas como las amistades peligrosas –el suicidio de Jorge Cuesta-, la lecturas, las filosofías adoptadas –de Cuesta y Paz- bajo la influencia de Hegel, Kant, Heidegger, Sartre, Neruda (con los altibajos de la relación amistosa de éste con Paz), Sor Juana, etcétera…etcétera.

Una maravilla para el conocimiento y el crecimiento intelectual de sus lectores.   

 

Tanto como la de Soderberg o de Escalante me gustó la poesía de la chihuahuense Reneé Acosta, reunida en su nuevo libro “Metafísica del Ojo” (Solar Colección-ICHICULT, 2012). Ella es una poeta fuera de serie, que fue menospreciada cuando vivió en la ciudad de Durango, ninguneada por funcionarios del Instituto de Cultura (ICED), y que ante tan negro panorama regresó a su tierra. “Vuelvo a transitarme en cada cielo, en cada instante –nos dice Reneé en la solapa de su poemario, a manera de presentación- Soy la luz del sol y la linterna del sereno dubitativo. Soy y no soy la lámpara del hombre que busca un sabio. Ni lo busco ni lo rehúyo y me encuentro multiplicado.

“Soy la ventana y la luz que traspasa la botella, me tomo con la mano y me bebo; colocando mi boca sobre mí, me sorbo y desafío. Soy silla y me siento sobre mí, mientras me veo servirme una copa. Me coloco sobre mí, distante la mirada; me caigo lágrima de mis ojos. Mi sombra azota la puerta y viaja. Soy una estrella más adelante, fugitiva. Caigo. Sobrevuelo cientos de eones y millones de cielos interestelares. Mientras, zumbo con mis alas fascinado por mi luz, la luz gasificada de mi condensación que se ilumina. Me quemo en mis alas, absolutamente. Luz de luz, loto fractal, nirvana. Filtrado entre mis ojos poliédricos, afónicos, atónitos, ensimismados. Ascendiendo con mis alas me escucho, me lanzo a los brazos de mi amor, mi verdadero amor, los brazos, mis brazos entrelazados”.  

 

Concluyo con Atenea Cruz, joven y bella poeta de Durango que reeditó “Suite de las fieras” ( Estudio Mano de Papel, 2013) , poemario que en 2012 recibió el Premio de Poesía Beatriz Quiñones, un libro breve, de rica substancia por su carnalidad y grata sensualidad femenina –que me hizo recordar a las mujeres que recrea Jaime del Palacio-, por sus profundas metáforas que dicen lo indecible -lo que mochos y perversos callan-, y que ella desvela con la sabiduría de quien sabe que la palabra es, además de confesión y comunicación, un orgasmo prendido de  poéticos alfileres que puede invocar nuestro ser más íntimo -y darle luz-, en su andar por la vida con el cuerpo, el alma, y la conciencia atroz que surge de nuestras entrañas físicas y espirituales.

 


Publicado en la revista

2mil14   /Abril 2014