Jaime Sabines -- no es que muera de amor

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Jaime Sabines

No es que muera de amor, muero de ti.
Muero de ti, amor, de amor de ti,
de urgencia mía de mi piel de ti,
de mi alma de ti y de mi boca
y del insoportable que yo soy sin ti.

Muero de ti y de mí, muero de ambos,
de nosotros, de ese,
desgarrado, partido,
me muero, te muero, lo morimos.

Morimos en mi cuarto en que estoy solo,
en mi cama en que faltas,
en la calle donde mi brazo va vacío,
en el cine y los parques, los tranvías,
los lugares donde mi hombro acostumbra tu cabeza
y mi mano tu mano
y todo yo te sé como yo mismo.

Morimos en el sitio que le he prestado al aire
para que estés fuera de mí,
y en el lugar en que el aire se acaba
cuando te echo mi piel encima
y nos conocemos en nosotros, separados del mundo,
dichosa, penetrada, y cierto, interminable.

Morimos, lo sabemos, lo ignoran, nos morimos
entre los dos, ahora, separados,
del uno al otro, diariamente,
cayéndonos en múltiples estatuas,
en gestos que no vemos,
en nuestras manos que nos necesitan.

Nos morimos, amor, muero en tu vientre
que no muerdo ni beso,
en tus muslos dulcísimos y vivos,
en tu carne sin fin, muero de máscaras,
de triángulos obscuros e incesantes.
Muero de mi cuerpo y de tu cuerpo,
de nuestra muerte, amor, muero, morimos.
En el pozo de amor a todas horas,
inconsolable, a gritos,
dentro de mí, quiero decir, te llamo,
te llaman los que nacen, los que vienen
de atrás, de ti, los que a ti llegan.
Nos morimos, amor, y nada hacemos
sino morirnos más, hora tras hora,
y escribirnos y hablarnos y morirnos.


EN LA VOZ DEL POETA 





Un poema de Óscar Jiménez Luna

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Óscar Jiménez Luna


LUNA

Hostia de luz

comulga en la noche

al cielo devoto.

Mi casa se ha vuelto ave en la revista - la otra-

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Pablo M. Antúnez 

Poema publicado en la revista LA OTRA
Fuente: http://www.laotrarevista.com/2012/05/pablo-antunez-mexico-1982/

MÁS AZUL QUE TODOS LOS CIELOS JUNTOS


I

yo tuve un abuelo
él predicaba su muerte con un violín
por las avenidas de mi infancia

un día
cuando mi cielo estaba más azul que todos los cielos juntos
mi abuelo se cansó de mirar a los pájaros pardos
que sólo él veía con sus ojos de abuelo

la vejez                                                             
esa rabia telúrica de los mortales
le había regalado aguas a sus ojos
y fue la herida más atroz para mi boca

llevar su nombre bajo la piel     no es fácil
despertar cada mañana
sin la bofetada de su voz caliente
es resignarse vivir de rodillas
                                               sin su música

II
hay un calabozo de resignaciones que calcina poco a poco
mis pies y manos
¿qué duda cabe en la fe
cuando  Dios nos asigna un punto en el tiempo sin derecho a elegir
siquiera nuestra propia  tragedia?

ni hablar
mi abuelo me enseñó a triturar la lluvia de la vida
                                    dormir sobre la lumbre ciencia-fe
aunque la fe
es un volcán en erupción que nos  traga
   nos desnuda
          y nos arroja  lejos de sí                          
¡oh!
me ha dolido la piel estúpida
como si la muerte se anidara en mi boca
como si preparara una nueva embestida desde mi costado 
para arremeter contra mi abuelo

tal vez la lluvia de tulipanes que cae en las madrugadas
borre mi herida
para no arrastrar al mundo
ni a sus templos funerarios

quizá la mirada de la orquídea más divina
me duerma ahora para no sentir
cuando el paraíso ardiente se lance sobre mí

III
abuelo
         ya no hay pájaros pardos
         se han ido contigo

no buscaré más la otra cara de la lluvia
ni las ciudades levantadas por los jejenes

no hay agua
que no sea imagen de tu patria
mar de angustia o sal de muerte

hoy
sólo tienes conciertos y miradas para Dios
nadie se arrastra en tu pozo de ausencia
                                                                  si acaso tu violín

ser artesano de la mentira     no es suficiente
para borrar tu música o tu rostro

abuelo
alguien te ha retratado
una lluvia
         una orquídea
                            un ángel
                                   alguien que te sabe masticar en mi memoria

renunciaré los recuerdos                              
quizá no tiene importancia retenerlos
ahora estoy sin fuerzas

abuelo     hay tantas locuras    
en esta tierra prometida de la biblia
el olvido de Dios   por decir
                             es más penetrante
                             que todos los abismos imaginados

IV
una reliquia divina me arrulla
el tiempo rueda quedito sobre mi pecho
               es un pequeño animal
               y cura mi rostro de soledad
               agua loca
                                    me traga
               y olvido mis huesos de ceniza
                en la tierra custodiada por los ángeles justicieros

V

tu sinfonía
esa música que dejaste en tu aposento
y luego
arrancaste mis orejas
debe ser enterrada en la última casa que ya es ave

tus manos sobre mis hombros
y tu sonrisa de abuelo
que ya es risa de muerte
deben ser incineradas junto al vino del olvido


VI

abuelo
debo construir un altar para tu escapulario
la insignia de tu rostro
ahora será el rostro fúnebre de tu fe

lo sé     lo sé
cada invierno habré que añadirle un ladrillo

abuelo
te fuiste  y ¡cuántas melodías se han entonado!
todas llanas     todas  iguales
todas negras e inútiles
¡cuántas aves han volado!
todas sucias y sin cabeza

versos de la biblia
recitaron tus anteojos
y ahora son
escondites de tus días
      ¡oh! Dios
      y tus miradas
      en aquellas ventanas
       yo tendré que romperlas con mis lágrimas
¿en cuál jardín me dormiré ahora?
¿en cuál ciudad construiré mi cabaña?
¿en qué avenida sembraré el rosal que me dejaste
y evitar tu música
que como un temblor rabioso
ahorca mi paz angelical?

tu recuerdo de abuelo me aprisiona
en esta cuenca feroz de la lluvia
                                                      y no hay barca

IV

abuelo
      mi abuelo
                       amigo
                               hermano
de rodillas llegué hasta tu tumba
y arden las casas de papel
noticias que desenrollan poco a poco en mis pupilas

las promesas se levantan en gesto de oración
                                                     [sobre los arrecifes del dolor]
las penas en manadas se arrojan sobre mi rostro
y me encajan sus garras hasta mis huesos

¡ay!      ¡ay!
cómo muerden las espinas de tu ausencia
estas espinas me odian demasiado

los girasoles en huelga marchan en tu jardín
y los claveles
almuerzan tus recuerdos

las aguas
te preparan el último aullido
ante las miradas de un Cristo crucificado
                                                        adiós abuelo
                                                                    adiós
                                                                       




VI encuentro México joven

Actividades del VI Encuentro México Joven



El VI Encuentro México Joven - México Joven Warszawa Centralna - se organiza bajo el Patronato Honorífico del Ministerio de Cultura y Patrimonio Nacional de la República de Polonia. Las instituciones que acogen a los participantes incluyen los centros más importantes de estudios iberoamericanos en Polonia.




Cada Encuentro México Joven tiene la fórmula de la presentación del arte mexicano y del mismo México ligeramente distinta. Esta vez hemos decidido a enfocarnos más en la participación del público mediante talleres, así como a ampliar el alcance temático, de ahí que aparezcan en el programa los eventos relacionados con el cine, la sociedad o la política mexicanos. Por otro lado, al VI Encuentro México Joven se le está dando un acercamiento más educativo, por lo cual se incluyen en el programa encuentros con estudiantes de español de distintos niveles (tanto estudiantes de hispánicas, como alumnos de institutos y colegios polacos). La entrada a todos los eventos es gratuita. Las direcciones de las instituciones y los números de las aulas se publicarán antes del evento.


Video completo del concierto de Paul McCartney en el Zócalo de la Ciudad de México


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 Paul McCartney en México

Arte, literatura y algo más comparte algunos de los miles de comentarios del respetable sobre el concierto de Paul McCartney



Visitar México fue como vivir la Beatlemanía otra vez; el conciertodel Zócalo fue muy emocionante
                                                                                                                     Paul McCartney


Los conciertos de Paul McCartney en el Estadio Azteca y en el Zócalo capitalino dejaron una derrama económica de más de 250 millones de pesos para la ciudad de México, informó el secretario de Turismo del Distrito Federal, Carlos Mackinlay.

En entrevista, después de participar en la inauguración de un hotel en la zona de Santa Fe, el funcionario afirmó que tan sólo la noche del jueves pasado, día de la presentación en la Plaza de la Constitución, la ocupación en hoteles y restaurantes del Centro Histórico dejó 130 millones de pesos.

Visiblemente contento por lo logrado, Mackinlay aseguró que el concierto que ofreció el cantante británico en el primer cuadro de la ciudad es el que mayor impacto ha tenido a nivel internacional para el Distrito Federal.

“Estamos haciendo un recuento de lo que ha sido la imagen de la ciudad, en lo que ha sido la publicación en artículos, periódicos y artículos en todo el mundo, es verdaderamente sensacional porque de los conciertos que se han realizado en el Distrito Federal es el que mayor impacto ha tenido en imagen”, afirmó.

Dijo que el Gobierno del Distrito Federal revisará en los próximos días la imagen internacional que la ciudad obtuvo por este suceso.

Al cuestionarle si la actual ola de violencia que afecta al país perjudica la afluencia de turistas a la ciudad, el funcionario señaló que varias entidades están dejando de recibir a los visitantes por esta situación.

“Hay estados que no están recibiendo la cantidad de turistas que deberían de recibir, y esos visitantes no se van a otras entidades del país, sino que dejan de venir al país”, indicó.

A pesar de la situación de inseguridad, Mackinlay aseguró que en este rubro se están haciendo las cosas en la dirección correcta porque cada año aumenta el flujo de visitantes extranjeros al país.

“Vamos por buen camino, sin embargo, existen factores que complican mucho las cosas y que impiden el crecimiento de este sector como debió de haber sido”, apuntó.

Señaló que la situación de violencia afecta positiva y negativamente al Distrito Federal. “Por ejemplo, en estados donde hay mucha violencia dejan de venir, inclusive a la ciudad de México, pero hay gente que visita los lugares donde hay mayor seguridad y la capital es uno de ellos”, apuntó.

Finalmente, anunció que en los próximos meses la Secretaría de Turismo lanzará una campaña para atraer al turismo corporativo.
Fuente: La crónica



                       --Ahora quiero ser un puto mariachi -




VIDEO COMPLETO DEL CONCIERTO DE PAUL McCARTNEY












ALGUNOS COMENTARIOS EN LAS REDES SOCIALES

Esta de poca madre, perdón la expresión pero soy admirador de The Beatles, y la leyenda esta aquí y ahora, felicidades de quienes lo trajeron y aunque no estuve ahí, se puede disfrutar todo lo que paso en el Zócalo, felicidades por quienes están ahí, no que en León, tuvimos que aguantar la hipocresía y la visita papal, por ello felicidades y siempre bienvenido Sir Paul McCartney. :)
RyuGlass13


ni modo mi chente, pero sir Paul te rompio la madre
evilviracocha


fue la noche mas feliz de mi vida
sheylaryddle


Gracias por venir a Mexico, eres muy querido en este pais
Este dia siempre estara en mi corazon 10-05-2012!! Con Sir Paul mcCartney ♥
CchOqO


… es donde yo grite A HUEVOOOOOOOO!!!!!!!
GABYINCUBUSMcCARTNEY

Papawh McCartney ‏
A Paul Mc Cartney solo le faltó enrollarse en la bandera de Méxicoy tirarse del castillo de Chapultepec.

-Extracto de conversación de un video:
-A qué le suena Paul Mc Cartney?
- ¿Pol Macarne? Jajajaja a ustedes jajajaja



de poca madre!!!! Paul regresa!!!!!
azulcasimouradou


Malditos Mariachis!! COMO LOS ENVIDIOOOO!!
lorancamusic


en concierto estuvo chingonsisimo :D encerio verlo en concierto es lo mejor que me ha pasado en la vida (':

CHUCHO70006



Mil veces mejor que la visita de Benedicto XVI. Les aseguro que en este concierto fueron conmovidos muchas más personas.
SamSwordG3 hace 3 días 10 



Hermoso y perfecto concierto de principio a fin de uno de los maximos Dioses del rock en la historia, gracias por una noche magica Sir Paul!!!
darkangeldivine


OOOOOOOO MI DIOS!!! YO FUI, YO FUI!!! estubo magnifico,, un momento magico de verdad!!! te amo Paul!!! gracias por darme una experiencia asi de bonita,, un concierto en el zocalo!!! te amo <3 <3 <3
ingrid cuevas gonzales



Wow se puso hasta el cul0 de gente D:
Rozziio91



Graffiti - Cuento de Julio Cortázar


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Julio Cortázar

GRAFFITTI 

Julio Cortázar
A Antoni Tàpies

    Tantas cosas que empiezan y acaso acaban como un juego, supongo que te hizo gracia encontrar un dibujo al lado del tuyo, lo atribuiste a una casualidad o a un capricho y sólo la segunda vez te diste cuenta que era intencionado y entonces lo miraste despacio, incluso volviste más tarde para mirarlo de nuevo, tomando las precauciones de siempre: la calle en su momento más solitario, acercarse con indiferencia y nunca mirar los grafitti de frente sino desde la otra acera o en diagonal, fingiendo interés por la vidriera de al lado, yéndote en seguida.
Dibujo mujer sucia paredTu propio juego había empezado por aburrimiento, no era en verdad una protesta contra el estado de cosas en la ciudad, el toque de queda, la prohibición amenazante de pegar carteles o escribir en los muros. Simplemente te divertía hacer dibujos con tizas de colores (no te gustaba el término grafitti, tan de crítico de arte) y de cuando en cuando venir a verlos y hasta con un poco de suerte asistir a la llegada del camión municipal y a los insultos inútiles de los empleados mientras borraban los dibujos. Poco les importaba que no fueran dibujos políticos, la prohibición abarcaba cualquier cosa, y si algún niño se hubiera atrevido a dibujar una casa o un perro, lo mismo lo hubieran borrado entre palabrotas y amenazas. En la ciudad ya no se sabía demasiado de que lado estaba verdaderamente el miedo; quizás por eso te divertía dominar el tuyo y cada tanto elegir el lugar y la hora propicios para hacer un dibujo.

    Nunca habías corrido peligro porque sabías elegir bien, y en el tiempo que transcurría hasta que llegaban los camiones de limpieza se abría para vos algo como un espacio más limpio donde casi cabía la esperanza. Mirando desde lejos tu dibujo podías ver a la gente que le echaba una ojeada al pasar, nadie se detenía por supuesto pero nadie dejaba de mirar el dibujo, a veces una rápida composición abstracta en dos colores, un perfil de pájaro o dos figuras enlazadas. Una sola vez escribiste una frase, con tiza negra: A mí también me duele. No duró dos horas, y esta vez la policía en persona la hizo desaparecer. Después solamente seguiste haciendo dibujos.

    Cuando el otro apareció al lado del tuyo casi tuviste miedo, de golpe el peligro se volvía doble, alguien se animaba como vos a divertirse al borde de la cárcel o algo peor, y ese alguien como si fuera poco era una mujer. Vos mismo no podías probártelo, había algo diferente y mejor que las pruebas más rotundas: un trazo, una predilección por las tizas cálidas, un aura. A lo mejor como andabas solo te imaginaste por compensación; la admiraste, tuviste miedo por ella, esperaste que fuera la única vez, casi te delataste cuando ella volvió a dibujar al lado de otro dibujo tuyo, unas ganas de reír, de quedarte ahí delante como si los policías fueran ciegos o idiotas.

    Empezó un tiempo diferente, más sigiloso, más bello y amenazante a la vez. Descuidando tu empleo salías en cualquier momento con la esperanza de sorprenderla, elegiste para tus dibujos esas calles que podías recorrer de un solo rápido itinerario; volviste al alba, al anochecer, a las tres de la mañana. Fue un tiempo de contradicción insoportable, la decepción de encontrar un nuevo dibujo de ella junto a alguno de los tuyos y la calle vacía, y la de no encontrar nada y sentir la calle aún más vacía. Una noche viste su primer dibujo solo; lo había hecho con tizas rojas y azules en una puerta de garage, aprovechando la textura de las maderas carcomidas y las cabezas de los clavos. Era más que nunca ella, el trazo, los colores, pero además sentiste que ese dibujo valía como un pedido o una interrogación, una manera de llamarte. Volviste al alba, después que las patrullas relegaron en su sordo drenaje, y en el resto de la puerta dibujaste un rápido paisaje con velas y tajamares; de no mirarlo bien se hubiera dicho un juego de líneas al azar, pero ella sabría mirarlo. Esa noche escapaste por poco de una pareja de policías, en tu departamento bebiste ginebra tras ginebra y le hablaste, le dijiste todo lo que te venía a la boca como otro dibujo sonoro, otro puerto con velas, la imaginaste morena y silenciosa, le elegiste labios y senos, la quisiste un poco.

    Casi en seguida se te ocurrió que ella buscaría una respuesta, que volvería a su dibujo como vos volvías ahora a los tuyos, y aunque el peligro era cada vez mayor después de los atentados en el mercado te atreviste a acercarte al garage, a rondar la manzana, a tomar interminables cervezas en el café de la esquina. Era absurdo porque ella no se detendría después de ver tu dibujo, cualquiera de las muchas mujeres que iban y venían podía ser ella. Al amanecer del segundo día elegiste un paredón gris y dibujaste un triángulo blanco rodeado de manchas como hojas de roble; desde el mismo café de la esquina podías ver el paredón (ya habían limpiado la puerta del garage y una patrulla volvía y volvía rabiosa), al anochecer te alejaste un poco pero eligiendo diferentes puntos de mira, desplazándote de un sitio a otro, comprando mínimas cosas en las tiendas para no llamar demasiado la atención. Ya era noche cerrada cuando oíste la sirena y los proyectores te barrieron los ojos. Había un confuso amontonamiento junto al paredón, corriste contra toda sensatez y sólo te ayudó el azar de un auto dando vuelta a la esquina y frenando al ver el carro celular, su bulto te protegió y viste la lucha, un pelo negro tironeado por manos enguantadas, los puntapiés y los alaridos, la visión entrecortada de unos pantalones azules antes de que la tiraran en el carro y se la llevaran.

    Mucho después (era horrible temblar así, era horrible pensar que eso pasaba por culpa de tu dibujo en el paredón gris) te mezclaste con otras gentes y alcanzaste a ver un esbozo en azul, los trazos de ese naranja que era como su nombre o su boca, ella así en ese dibujo truncado que los policías habían borroneado antes de llevársela; quedaba lo bastante como para comprender que había querido responder a tu triángulo con otra figura, un círculo o acaso un espiral, una forma llena y hermosa, algo como un sí o un siempre o un ahora.

    Lo sabías muy bien, te sobraría tiempo para imaginar los detalles de lo que estaría sucediendo en el cuartel central; en la ciudad todo eso rezumaba poco a poco, la gente estaba al tanto del destino de los prisioneros, y si a veces volvían a ver a uno que otro, hubieran preferido no verlos y que al igual que la mayoría se perdieran en ese silencio que nadie se atrevía a quebrar. Lo sabías de sobra, esa noche la ginebra no te ayudaría más a morderte las manos, a pisotear tizas de colores antes de perderte en la borrachera y en el llanto.

    Sí, pero los días pasaban y ya no sabías vivir de otra manera. Volviste a abandonar tu trabajo para dar vueltas por las calles, mirar fugitivamente las paredes y las puertas donde ella y vos habían dibujado. Todo limpio, todo claro; nada, ni siquiera una flor dibujada por la inocencia de un colegial que roba una tiza en la clase y no resiste el placer de usarla. Tampoco vos pudiste resistir, y un mes después te levantaste al amanecer y volviste a la calle del garage. No había patrullas, las paredes estaban perfectamente limpias; un gato te miró cauteloso desde un portal cuando sacaste las tizas y en el mismo lugar, allí donde ella había dejado su dibujo, llenaste las maderas con un grito verde, una roja llamarada de reconocimiento y de amor, envolviste tu dibujo con un óvalo que era también tu boca y la suya y la esperanza. Los pasos en la esquina te lanzaron a una carrera afelpada, al refugio de una pila de cajones vacíos; un borracho vacilante se acercó canturreando, quiso patear al gato y cayó boca abajo a los pies del dibujo. Te fuiste lentamente, ya seguro, y con el primer sol dormiste como no habías dormido en mucho tiempo.

    Esa misma mañana miraste desde lejos: no lo habían borrado todavía. Volviste al mediodía: casi inconcebiblemente seguía ahí. La agitación en los suburbios (habías escuchado los noticiosos) alejaban a la patrulla de su rutina; al anochecer volviste a verlo como tanta gente lo había visto a lo largo del día. Esperaste hasta las tres de la mañana para regresar, la calle estaba vacía y negra. Desde lejos descubriste otro dibujo, sólo vos podrías haberlo distinguido tan pequeño en lo alto y a la izquierda del tuyo. Te acercaste con algo que era sed y horror al mismo tiempo, viste el óvalo naranja y las manchas violetas de donde parecía saltar una cara tumefacta, un ojo colgando, una boca aplastada a puñetazos. Ya sé, ya sé ¿pero qué otra cosa hubiera podido dibujarte? ¿Qué mensaje hubiera tenido sentido ahora? De alguna manera tenía que decirte adiós y a la vez pedirte que siguieras. Algo tenía que dejarte antes de volverme a mi refugio donde ya no había ningún espejo, solamente un hueco para esconderme hasta el fin en la más completa oscuridad, recordando tantas cosas y a veces, así como había imaginado tu vida, imaginando que hacías otros dibujos, que salías por la noche para hacer otros dibujos.

Construir ciudadanía, recuperar la esperanza: Javier Sicilia

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Javier Sicilia

Por José Ángel Leyva


Fuente: Esta entrevista fue publicada por primera vez en la revista UIC, de la Universidad Intercontinental en su número 24, de abril del 2012, posteriormente en Revista La otra, abril de 2012

Construir ciudadanía, recuperar la esperanza.


Es 31 de enero de 2012; la noche de ayer se hizo el lanzamiento de la campaña “En los zapatos del otro”, del grupo El Grito Más Fuerte, compuesto en su mayoría por artistas mexicanos famosos. Su propósito consiste en crear conciencia acerca de ese otro que forma parte de un nosotros; lo que le suceda al vecino es un problema común, un asunto ciudadano. Romper con la cultura de la indolencia y el individualismo feroz para impedir que la tragedia nos alcance a todos es su objetivo. Esa campaña es una acción del “Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad” (mpjd) que encabeza el poeta Javier Sicilia, quien ha concedido esta conversación para la Revistauic, a propósito del tema que define este número: ciudadanos, líderes y caudillos. Javier se muestra fatigado tras una larga faena y una acumulación de desgaste anímico, pero se reanima cuando comienza la entrevista y tocamos puntos que mueven su interés.


Como líder de opinión, como periodista y escritor, y ahora como líder social, moral de la sociedad mexicana, ¿qué percepción tienes de nuestra ciudadanía? ¿Qué opinas de una democracia que funciona con decenas de millones de analfabetas y de pobres en condiciones de miseria y un sistema de partidos como el que nos gobierna?


Este país tiene sectores ciudadanos, pero la gran mayoría carece de conciencia ciudadana. La historia de esta ausencia de ciudadanía se remonta a la forma como nos gobernó el pri durante tantos decenios. Un ejercicio del poder contra los ciudadanos y con la cooptación de los medios de comunicación. Luego vino la oportunidad de la transición democrática de construir ciudadanía, pero esa oportunidad se canceló cuando no se hicieron las reformas democráticas que necesitaba el Estado y tampoco hubo reforma de medios, que siguen siendo monopólicos. Televisa y tv Azteca no construyen ciudadanía, no construyen nada; continúan la consigna de Emilio Azcárraga Milmo de hacer contenidos para divertir a los jodidos y mantener en estado de embrutecimiento, de imbecilidad a los televidentes. A ello debemos agregar los millones de analfabetas y los millones de pobres al margen de la lectura. Estamos en un estado de indefensión ciudadana, porque la participación se ciñe a un círculo rojo de personas que leen y opinan, y no pasa del 15 por ciento de la población. La fracción de ese porcentaje que se burló hasta el cansancio de la ignorancia de Peña Nieto en la Feria del Libro de Guadalajara no permea a las grandes masas, para quienes la virtud o la condición lectora de un gobernante no significan nada.
La indefensión ciudadana se evidencia en las cifras de personas asesinadas en este sexenio, sean las oficiales, más conservadoras, de 47 300, o las que yo conozco de los especialistas, como las de un investigador forense de la Universidad de San Francisco que me habla de 63 700. Además de 20 mil desaparecidos y más de 50 mil desplazados. Ni siquiera hay cifras confiables, pero son descomunales. Lo peor es que las calles no están repletas de indignación. Eso habla de un vacío ciudadano, de la indefensión en la que está inmerso el país.




Hace unos días tú insistías en que debemos trabajar sin descanso para salvar al país. La pregunta es ¿cómo?




Creo que presionando, como lo hace el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad —esa fracción ciudadana, consciente de su papel en la vida política y social del país. Una muestra de esa fuerza ciudadana, de reserva moral, se dio con la Marcha Nacional por la Paz y la Justicia, del 8 de mayo del 2011. No alcanzo a entender qué ocurre con esa fracción ciudadana que se manifiesta y luego se apaga, se dispersa. Los pleitos terminan destruyendo lo consensos, las sospechas pesan más que los anhelos; las agendas que se quieren imponer, los movimientos que se quieren montar funcionan con una lógica que termina por demoler la unidad ciudadana. Los enojos, enconos y berrinches por las mínimas cosas adquieren una dimensión que nos incapacita para hacer un solo cuerpo antes las demandas prioritarias.




En los últimos años han tenido lugar, en México, movilizaciones gigantescas, demostraciones de inconformidad e indignación conmovedoras, desde la crisis del 94, cuando presenciamos escenas brutales como la de personas que se cosían los labios o se extraían sangre de la venas para externar su impotencia y su rabia, hasta las marchas sin parangón para defender el desafuero de Andrés Manuel López Obrador. Pero la sociedad está harta de engaños y de ver que sus sacrificios no cambian en esencia nada de esa realidad que nos agobia. Entonces, ¿en dónde queda esa energía ciudadana?




Pienso en la falta de continuidad de esos movimientos, en la falta de presión ciudadana. Ejemplos como el del movimiento zapatista, que logró algo muy importante, el diálogo. Eso mismo que el mpjd impulsó desde el principio y que sentó al presidente de la República a la mesa del diálogo en el Castillo de Chapultepec para discutir sus estrategias, y sentó al poder legislativo. Inmediatamente vino la avalancha de críticas y de reacciones invalidando los esfuerzos del movimiento porque dialogar era ya sinónimo de claudicación y de entreguismo. No, el diálogo era la puerta para la discusión y la revisión de las políticas de seguridad, para acabar con la guerra. Se banalizó el esfuerzo, fue más importante si le di un abrazo a Calderón, si besé a un político, si encendí un cigarro. Esos gesto de paz no representan ningún tipo de sometimiento ni de claudicación, lo único que significan es que no me mueve el rencor, el odio a los personajes de una política que mató a mi hijo. Se perdió la sustancia de la cosa y no ganamos la justicia. Pero se ganaron cosas, se abordaron temas y asuntos cara a cara con el presidente, se hicieron listas de los desaparecidos y los asesinados, elaboramos una agenda política fundamental. Ahora estamos de nuevo como en el principio porque la ciudadanía dejó de presionar, de manifestarse para que se retomen asuntos esenciales como la Reforma Política, que nosotros sustentamos en seis puntos. Si hubiesen seguido las presiones sociales, estoy convencido de que la Reforma Política pasa. No son procesos inmediatos, son de plazos más largos.




Cierto, la visibilidad de los problemas. El zapatismo nos hizo ver a los indígenas y sus comunidades, puso al descubierto la naturaleza racista y clasista de la sociedad mexicana, y ahora el mpjd nos hace ver la flaqueza ciudadana, el grado de descomposición del tejido social. Una madre de las muertas de Juárez decía en el Zócalo en una de tus manifestaciones: “Cuando nuestras hijas salgan a la calle en minifalda y nadie las agreda por ser mujeres, entonces habrá ocurrido un cambio en la justicia en México.” La realidad es visible. ¿Cómo cambiarla?




Yo aún no lo entiendo. Lo electoral ha dejado de lado a la agenda ciudadana. En Guadalajara, tuve una fuerte discusión en ese sentido con Paco Ignacio Taibo II por mi posición personal de anular el voto en las próximas elecciones. ¿Con qué derecho nos pide la clase política un cheque en blanco cuando nos negó la Reforma Política? El hecho mismo de que se reconozca una “clase política” dentro de la ciudadanía es anómalo. Los políticos no forman una clase; son representantes populares, servidores públicos. Lo que este país demanda con urgencia es una agenda nacional en la que se comprometan todas las fuerzas políticas. No me parece que México esté para vivir un proceso electoral como si el país no existiera, como si la figura de un presidente, la misma de siempre, sea garantía para salvar la nación. A mí me simpatiza el candidato de Paco Ignacio, Andrés Manuel; le tengo aprecio, me parece que tiene buenas intenciones, pero eso no es suficiente para cambiar el rumbo del país. Taibo me contraargumentaba que no es López Obrador, sino Morena (Movimiento de Regeneración Nacional), y yo le contestaba —y así lo pienso— que Morena es sólo la base electoral del prd, no un movimiento propiamente dicho. A los partidos no les preocupan los compromisos, los cambios en México, la gente, sino el poder, los beneficios del poder, sus intereses.




Esa posición te acarrea antipatías y enemistades entre quienes ven en ese gesto un peligro para la esperanza a través de la democracia electoral. ¿Piensas que emitir un voto a favor de un candidato o partido es aceptar una exigencia de incondicionalidad política, de renuncia al ejercicio de la crítica?




Mi declaración tiene un peso político, moral por lo que represento en el movimiento, pero no es la posición del mpjd. Votar en blanco es un acto de conciencia ciudadana, de protesta ante el Estado al que decimos: “Así no, con estas reglas del juego no”. Es recordarles, hacerles ver a los candidatos que las víctimas son seres humanos, y todos somos responsables por la desgracia que vive México, por el terror, el miedo, por la cancelación de la libertad. Si la ciudadanía no dice “así no jugamos”, si no niega el cheque en blanco a esa clase política, no habrá cambio alguno, nos seguirá expoliando. Estoy consciente de que me quieren hacer ver como un traidor, como una especie de esquirol de la izquierda, pero mi exigencia como ciudadano es negar ese aval a una clase política que no se ha comprometido con la nación, que le ha fallado. ¿Cómo podemos gastarnos millones de pesos en campañas que no conducen a nada, que minan la frágil economía de la mayoría de los mexicanos que nada recibirán por ese sacrificio?


La descomposición de las instituciones es mayúscula, están tomadas por las mafias. No digo que no haya gente buena, pero sin ciudadanía no habrá cambio, no se impedirá que el crimen organizado siga apoderado de las instituciones. El “haiga sido como haiga sido” de Calderón continuará repitiéndose bajo distintas banderas partidarias. Hasta ahora, sólo conozco el silencio de López Obrador sobre las víctimas de la violencia; no le he escuchado una palabra sobre los crímenes cometidos. Sí, para mí eso es muy importante, porque mataron a mi hijo, porque el Estado es responsable de su muerte. También soy de los muy pocos a quienes se ha atendido con la detención de los culpables, aunque todavía quiero ver el acta de sentencia. Mientras no vea esa acta, no podré reconocer la justicia. En la mayoría de los casos no hay detenidos. Ante eso digo, “así no, señores, así no”.


El Estado está en crisis, se cae a pedazos, está podrido. Los partidos y sus candidatos sólo garantizan la perpetuación de un modelo económico y político, de una democracia disfuncional. No hay acuerdos para una agenda nacional que nos ponga a salvo.




Para ti, entonces, ¿qué representa el próximo proceso electoral?




Para mí, son las elecciones de la ignominia. Cualquiera que sea el resultado, será para administrar la pobreza, la desgracia, la corrupción, la violencia, el horror. Nadie podrá mover nada sin la anuencia de los carteles, de las mafias. Antes de elegir a cualquier candidato, debemos preguntarles por qué no están haciendo una agenda de unidad nacional, por qué no discuten una agenda de paz, de justicia, por qué se lanzan a una candidatura sin entender o reconocer la verdad de lo que es el país, por qué no discutir una agenda con Estados Unidos. No puedo aceptar unas elecciones si antes no hay un reconocimiento de la verdad y una exigencia moral por delante.




Si el tejido social está roto, la convivencia cotidiana es un desastre, el espacio público está privatizado y regido por la ley del más listo o del más fuerte, si los partidos son instrumentos de disputa de beneficios y cotos de poder, si los legisladores no miran ni escuchan a la sociedad, entonces ¿qué nos queda para resarcir el tejido social, para construir ciudadanía?




El punto central es que hay una crisis global del sistema económico imperante, la economía de mercado da muestras de agotamiento. El capitalismo, que el marxismo pretendía simplemente domesticar, hace agua. Los movimientos de indignados en el mundo balbucean la inconformidad contra una economía que destruye el tejido social. La izquierda mexicana no se rebela, no se indigna contra la injusticia; su pelea es por reproducir el mismo modelo social donde el factor dominante, en todas las esferas de la vida, es la economía de mercado. La izquierda sólo pretender moralizar al demonio, quiere moralizar al mercado. Pero, como dice Karl Polanyi, se desincrusta la economía y se vuelve el valor absoluto que penetra todas las esferas de la sociedad: la familia, la religión, las comunidades, y todo se vuelve dinero, todo es consumo. Esa dinámica destruye el tejido social. Si lo único que importa es el dinero, el consumo, entonces la delincuencia tiene el terreno apropiado para desarrollarse. Qué otra cosa hace el crimen organizado sino aprovechar esa disposición humana de la búsqueda a toda costa del dinero, y entonces roba, extorsiona, secuestra, soborna, prostituye, esclaviza. Ya está en la lógica de la economía explotar los bienes materiales para obtener la ganancia. La izquierda no critica ni alcanza a ver la causa del deterioro de ese tejido social: el modelo económico. Por otro lado, se instaura un sistema educativo basado en las competencias, en la meritocracia, todo son puntos, todo es ganar, pero ¿y el conocimiento, la conciencia ciudadana, la responsabilidad social?


Cuento una anécdota que ilustra lo que digo. Monterrey, paradigma de lo que debía ser el país en términos económicos, está ahora en desgracia porque no hay tejido social, es una sociedad basada en la competitividad que ahora vive aterrada, secuestrada por la inseguridad y la violencia. En contraposición con lo anterior, hace tiempo, fuimos con el mpjd a territorio zapatista, en Chiapas, rodeados de cuerpos de seguridad de la afi, del Ejército y de la policía local. Le dije a uno de los comandantes: “Oiga, aquí no van a poder entrar”. “Ustedes tranquilos y nosotros también —me respondió—; aquí estamos todos seguros.” Son comunidades pobres, pero con un tejido social profundo. La clase política no sabe ni le interesa saber cómo se hace el tejido social, no gobierna con la gente ni para la gente, no pregunta a los ciudadanos qué quieren y por qué.




Se anunció una transición política, pero, como dice Rolando Cordera, se quedó en el festejo, no avanzó. Mientras que en países como España, Chile, Brasil, surgen procesos intensos que no se basan en personas, sino en discusión, debate y acuerdos nacionales, en México, por el contrario, las personas sustituyen la esperanza. ¿Cuál es tu perspectiva de ese fenómeno?




Muchos ven la salvación en López Obrador o en Peña Nieto, e incluso algunas personas comenzaron a verme a mí en ese plano, como alguna vez enfocaron al subcomandante Marcos. Pero mi compromiso es otro; yo soy portavoz de un movimiento, de un colectivo, de un sentir común, y no al revés. Una parte de la sociedad mexicana busca a quien seguir, a quien confiar su destino. Si me la creo, voy a decepcionar a la gente, a quienes desean ver en mí lo que no soy. Prefiero decepcionarlos desde el principio, no soy eso, soy alguien que pertenece a un movimiento que exige paz con justicia y dignidad.


Una transición tendría que darse en una dinámica de consensos, disensos, rupturas, pero con intereses comunes, nacionales. Nada de eso ocurre en México, sólo mitologías que conducen a frustraciones y desengaños. O construimos juntos el futuro o no hay mañana.




La sociedad mexicana no cree en la justicia, está convencida de que la dignidad no comienza por la protesta, por el reclamo, por la rebelión. ¿Cómo hacer para que un movimiento como el que encabezas no le sea indiferente, para que asuma que la tragedia pende sobre la cabeza de todos si no reaccionamos?




Creo que es el mensaje de la esperanza. Que la gente tenga conciencia, entienda que lo que nos mueve a quienes hemos sido víctimas de la violencia no es el rencor, sino la esperanza, y de orden teológico, incluso; porque a mí no me van a devolver a mi hijo haciéndome justicia, como tampoco van a sanar el daño y resolver las pérdidas de miles de personas que han pasado por lo mismo. No nos mueve, pues, el deseo de venganza, sino la esperanza de justicia, la posibilidad de que haya esperanza para los otros, para quienes aún no son víctimas de esa ola destructiva.


Se trata, además, de la dignificación de esos miles de muertos, de esas víctimas inocentes, de personas que, como mi hijo, no debieron morir. La justicia será que ya no maten a otros, que no secuestren, desaparezcan, torturen, extorsionen a otros. Una justicia que exija a los políticos pensar en los demás, servir a esos otros, ciudadanos, hijos de la patria. Una esperanza que nos devuelva o genere conciencia de la dignidad ciudadana. Esa conciencia de una individualidad colectiva donde nada de lo que le suceda al otro nos sea ajeno. Yo no quiero que otros vivan mi tragedia, es horrible. La justicia es la esperanza.




La cultura de la corrupción en México es muy profunda. La sociedad la ejerce a todos los niveles, a diferencia de, por ejemplo, Colombia, con quien se nos ha comparado a menudo. En este país sudamericano, la policía, el ejército, las autoridades judiciales representaban todavía la justicia. En el caso mexicano, estas instituciones están carcomidas por la delincuencia y la corrupción; nadie confía en nadie. En ese sentido, ¿no crees más complicada nuestra situación que la colombiana?




Por supuesto, es un lodo. Lo he dicho muchas veces: no sabe nadie dónde termina el Estado y dónde comienza el crimen, porque están coludidos. Cuando planteamos una comisión de la verdad, hubo una reacción inmediata de rechazo, porque argumentaban que los malos estaban afuera. Pero, entonces, los muertos, los asesinatos que han cometido el Ejército y la Policía, ¿por qué no se investigan, por qué no se resuelven? Ésa es la lógica estúpida de Calderón, suponer o querernos hacer creer que es una lucha entre buenos y malos, que los buenos están dentro y los malos están fuera. Por eso le dije, lo interrogué, “¿cómo me explica que haya 98 por ciento de impunidad?, ¿cómo me explica que con ese 2 por ciento de eficiencia en la aplicación de la justicia se pueda detener a un asesino?” En México pueden cometerse crímenes con mayor certidumbre de que no lo alcanzará la justicia, que con el temor de ser condenado por esa causa.


La utilización del ejército tiene como propósito el resguardo de las instituciones, no de los ciudadanos. Ésa fue la razón por la que intentamos parar la ley de seguridad nacional. Lo ilustro con el siguiente ejemplo. Antes de que fuéramos a Ciudad Juárez, el presidente Calderón se adelantó y fue el Ejército detrás de él. Le dije muy molesto: “Usted ya nos descompuso Juárez, ¿cómo llega con el ejército así? Usted le está diciendo a la gente con ese acto, con ese gesto ‘El ejército está para cuidarme a mí, no a ustedes’”. Claro, porque en lugar de rodear la ciudad y decirle a la gente “salgan a las calles, los estamos cuidando”, el ejército lo rodea a él para cuidarlo de la gente. La ciudadanía les vale un cacahuate.




¿Piensas que los mexicanos no ven o no quieren verse en esos escenarios derruidos, en esa cultura de la decadencia?


Pienso que contra la cultura de la corrupción es necesario imponer la cultura de la verdad. No puede haber justicia si no se reconoce la verdad. Frente a la verdad, la justicia.




¿Cuál es tu opinión de un movimiento o grupo como Morena? ¿Qué te aproxima o te distancia de ellos?




Pienso, como lo dije antes, que es la base electoral de la candidatura de López Obrador. Sus integrantes sólo piensan en que se le debe una oportunidad al candidato de las izquierdas. Eso me distancia de ellos. No están entendiendo nada. La otra razón que me distancia es que en función de lo que entienden nos quieren meter en ese carril a como dé lugar. Nosotros somos un movimiento moral que incide en la política; no un movimiento político que pretende moralizar la política. Por allí no vemos el camino. Si abrazo o beso a un personaje, la reacción es de irritación, pero si López Obrador abraza, saluda o pontifica a un personaje de la mafia, se le justifica de inmediato. Él puede hablar de una República amorosa desde una campaña de donde brota odio y no pasa nada. Si la Iglesia habla de moral, de inmediato se asocia con el fascismo; pero si López Obrador habla de moral, a nadie se le ocurre ligarla con el estalinismo. Esa ceguera ideológica no va conmigo. Para mí se trata de lo humano; yo vengo de otra tradición, de una tradición gandhiana, evangélica, —del evangelio, no de la ideología católica—, de la no violencia, de una tradición poética. Vengo de otras narrativas, donde pensamos que el mundo espiritual debe regir la vida política de los hombres y no al revés. Lo que no está en función de lo humano, lo que se explica sólo ideológicamente, no me interesa.




¿Y en ese planteamiento en dónde cabe la ciudadanía?




Para mí es el momento de la ciudadanía, es decir de lo humano. No es tiempo ya de ideologías, de verdades abstractas. Los reclamos y los motivos de los Okupas, del zapatismo, de los indignados, tiene esa fuerza, ese sentido: reivindicar lo humano, la posibilidad y la capacidad de intervenir, acotar, dirigir, redireccionar la unilateralidad de la política. Hay una poética de lo humano que las ideologías no alcanzan a comprender. La ciudadanía es la conciencia de lo humano.