LOS TESTIGOS


 Julio Cortázar


Cuando le conté a Polanco que en mi casa había una mosca que volaba de espaldas, siguió uno de esos silencios que parecen agujeros en el gran queso del aire. Claro que Polanco es un amigo, y acabo por preguntarme cortésmente si estaba seguro. Como no soy susceptible le expliqué en detalle que había descubierto la mosca en la página 231 de Olvier Twist, es decir que yo estaba leyendo Oliver Twist con puertas y ventanas cerradas, y que el levantar la vista justamente en el momento en que el maligno Sykes iba a matar a la pobre Nancy, vi tres moscas que volaban patas arriba. Lo que entonces dijo Polanco es totalmente idiota, pero no vale la pena transcribirlo sin explicar antes cómo pasaron las cosas.

Al principio a mí no me pareció tan raro que una mosca volara patas arriba si le daba la gana, porque aunque jamás había visto semejante comportamiento, la ciencia enseña que eso no es una razón para rechazar los datos de los sentidos frente a cualquier novedad. Se me ocurrió que a lo mejor el pobre animalito era tonto o tenía lesionados los centros de orientación y estabilidad, pero poco me bastó para darme cuenta de que esa mosca era tan vivaracha y alegre como sus dos compañeras que volaban con gran ortodoxia patas abajo. Sencillamente esta mosca volaba de espaldas, lo que entre otras cosas le permitía posarse cómodamente en el cielo raso; de tanto en tanto se acercaba y se adhería a él sin el menor esfuerzo. Como todo tiene su compensación, cada vez que se le antojaba descansar sobre mi caja de habanos se veía precisada a rizar el rizo, como tan bien traducen en Barcelona los textos ingleses de aviación, mientras sus dos compañeras se posaban como reinas sobre la etiqueta «made in Havana» donde Romeo abraza enérgicamente a Julieta. Apenas se cansaba de Shakespeare, la mosca despegaba de espaldas y revoloteaba en compañía de las otras dos formando esos dos insensatos que Pauwels y Bergier se obstinan en llamar brownianos. La cosa era extraña, pero a la vez tenía un aire curiosamente natural, como si no pudiera ser de otra manera; abandonando a la pobre Nancy en manos de Sykes ( ¿qué se puede hacer contra un crimen cometido hace un siglo?), me trepé al sillón y traté de lidiar más de cerca un comportamiento en el que rivalizaban lo supino y lo insólito. Cuando la señora Fotheringham vino a avisarme que la cena estaba servida (vivo en una pensión), le contesté sin abrir la puerta que bajaría en dos minutos y, de paso, ya que la tenia orientada en el tema temporal, le pregunté cuánto vivía una mosca. La señora Fotheringham, que conoce a sus huéspedes, me contestó sin la menor sorpresa que entre diez y quince días, y que no dejara enfriar el pastel de conejo. Me bastó la primera de las dos noticias para decidirme -esas decisiones son como el salto de la pantera -a investigar y a comunicar al mundo de la ciencia mi diminuto aunque alarmante descubrimiento.

Tal corno se lo conté después a Polanco, vi en seguida las dificultades prácticas. Vuele boca abajo o de espaldas, una mosca se escapa de cualquier parte con probada soltura aprisionada en un bocal e incluso en una caja de vidrio puede perturbar su comportamiento o acelerar su muerte. De los diez o quince días de vida, ¿cuántos le quedaba a este animalito que ahora flotaba patas arriba en un estado de gran placidez, a treinta centímetros de mi cara? Comprendí que si avisaba al Museo de Historia Natural, mandarían a algún gallego armado de una red que acabaría en un plaf con mi increíble hallazgo. Si la filmaba (Polanco hace cine, aunque con mujeres), corría el doble riesgo de que los reflectores estropeasen el mecanismo de vuelo de mi mosca, devolviéndolo en una de esas a la normalidad con enorme desencanto de Polanco, de mí mismo y hasta probablemente de la mosca, aparte de que los espectadores futuros nos acusarían sin duda de un innoble truco fotográfico. En menos de una hora (había que pensar que la vida de la mosca corría con una aceleración enorme si se la comparaba con la mía) decidí que la única solución era ir reduciendo poco a poco las dimensiones de mi habitación hasta que la mosca y yo quedáramos incluidos en un mínimo de espacio, condición científica imprescindible para que mis observaciones fuesen de una precisión intachable ( llevaría un diario, tomaría fotos, etc.) y me permitieran preparar la comunicación correspondiente, no sin antes llamar a Polanco para que testimoniara tranquilizadoramente no tanto sobre el vuelo de la mosca como acerca de mi estado mental.

Abreviaré la descripción de los infinitos trabajos que siguieron, de la lucha contra el reloj y la señora Fotheringham. Resuelto el problema de entrar y salir siempre que la mosca estuviera lejos de la puerta (una de las otras dos se había escapado la primera vez, lo cual era una suerte; a la otra la aplasté implacablemente contra un cenicero) empecé a acarrear los materiales necesarios para la reducción del espacio, no sin antes explicarle a la señora Fotheringham que se trataba de modificaciones transitorias, y alcanzarle por la puerta apenas entornada sus ovejas de porcelana, el retrato de lady Hamilton y la mayoría de los muebles, esto último con el riesgo terrible de tener que abrir de par en par la puerta mientras la mosca dormía en el cielo raso o se lavaba la cara sobre mi escritorio. Durante la primera parte de estas actividades me vi forzado a observar con mayor atención a la señora Fotheringham que a la mosca, pues veía en ella una creciente tendencia a llamar a la policía, con la que desde luego no hubiese podido entenderme por un resquicio de la puerta. Lo que más inquieto a la señora Fotheringham fue el ingreso de las enormes planchas de cartón prensado, pues naturalmente no podía comprender su objeto y yo no me hubiera arriesgado a confiarle la verdad pues la conocía lo bastante como para saber que la manera de volar de las moscas la tenía majestuosamente sin cuidado; me limité a asegurarle que estaba empeñado en unas proyecciones arquitectónicas vagamente vinculadas con las ideas de Palladio sobre la perspectiva en los teatros elípticos, concepto que recibió con la misma expresión de una tortuga en circunstancias parecidas. Prometí además indemnizarla por cualquier daño, y unas horas después ya tenía instaladas las planchas a dos metros de las paredes y del cielo raso, gracias a múltiples prodigios de ingenio, "scotchtape" y ganchitos. La mosca no me parecía descontenta ni alarmada; seguía volando patas arriba, y ya llevaba consumida buena parte del terrón de azúcar y del dedalito de agua amorosamente colocados por mi en el lugar más cómodo. No debo olvidarme de señalar (todo era prolijamente anotado en mi diario) que Polanco no estaba en su casa, y que una señora de acento panameño atendía el teléfono para manifestarme su profunda ignorancia del paradero de mi amigo. Solitario y retraído como vivo, sólo en Polanco podía confiar; a la espera de su reaparición decidí continuar el estrechamiento del "habitat" de la mosca a fin de que la experiencia se cumpliera en condiciones óptimas. Tuve la suerte de que la segunda tanda de planchas de cartón fuera mucho más pequeña que la anterior, como puede imaginarlo todo propietario de una muñeca rusa, y que la señora Fotlheringham me viera acarrearla e introducirla en mi aposento sin tomar otras medidas que llevarse una mano a la boca mientras con la otra elevaba por el aire un plumero tornasolado.

Preví, con el temor consiguiente, que el ciclo vital de mi mosca se estuviera acercando a su fin; aunque no ignoro que el subjetivismo vicia las experiencias, me pareció advertir que se quedaba más tiempo descansando o lavándose la cara, como si el vuelo la fatigara o la aburriera. La estimulaba levemente con un vaivén de la mano, para cerciorarme de sus reflejos, y la verdad era que el animalito salía como una flecha patas arriba, sobrevolaba el espacio cúbico cada vez más reducido, siempre de espaldas, y a ratos se acercaba a la plancha que hacía de cielo raso y se adhería con una negligente perfección que le faltaba, me duele decirlo. Cuando aterrizaba sobre el azúcar o mi nariz. Polanco no estaba en su casa. 

Al tercer día, mortalmente aterrado ante la idea de que la mosca podía llegar a su término en cualquier momento (era irrisorio pensar que me la encontraría de espaldas en el suelo, inmóvil para siempre e idéntica a todas las otras moscas) traje la última serie de planchas, que redujeron el espacio de observación a un punto tal que ya me era imposible seguir de pie y tuve que fabricarme un ángulo de observación a ras del suelo con ayuda de los almohadones y una colchoneta que la señora Fotheringham me alcanzó llorando. A esta altura de mis trabajos el problema era entrar y salir: cada vez había que apartar y reponer con mucho cuidado tres planchas sucesivas, cuidando no dejar el menor resquicio, hasta llegar a la puerta de mi pieza tras de la cual tendían a amontonarse algunos pensionistas. Por eso, cuando escuché la voz en el teléfono, solté un grito que él y su otorrinolaringólogo calificarían más tarde severamente. Inicié entonces un balbuceo explicativo, que Polanco cortó ofreciéndose a venir inmediatamente a casa, pero como los dos y la mosca no íbamos a caber en un pequeño espacio, entendí que primero tenía que ponerlo en conocimiento de los hechos para que más tarde entrara como único observador y fuera testigo de que la mosca podía estar loca, pero yo no. Lo cité en el café de la esquina de su casa, y ahí, entre dos cervezas, le conté. 

Polanco encendió la pipa y me miró un rato. Evidentemente estaba impresionado, y hasta se me ocurre que un poco pálido. Creo haber dicho ya que al comienzo me preguntó cortésmente si yo estaba seguro de lo que le decía. Debió convencerse, porque siguió fumando y meditando, sin ver que ya no quería perder tiempo ( ¿y si ya estaba muerta, y si ya estaba muerta?) y que pagaba las cervezas para decidirlo de una vez por todas. 

Como no se decidía me encolericé y aludí a su obligación moral de secundarme en algo que sólo sería creído cuando hubiera un testigo digno de fe. Se encogió de hombros, como si de pronto hubiera caído sobre él una abrumadora melancolía. 

-Es inútil, pibe - me dijo al fin -. A vos a lo mejor te van a creer aunque yo no te acompañe. En cambio a mí...

- ¿A vos? ¿Y por qué no te van a creer a vos?

- Porque es todavía peor, hermano -murmuró Polanco-. Mirá no es normal ni decente que una mosca vuele de espaldas. No es ni siquiera lógico si vamos al caso.

- !Te digo que vuela así! - grité, sobresaltando a varios parroquianos.

-Claro que vuela, así. Pero en realidad esa mosca sigue volando como cualquier mosca, sólo que le tocó ser la excepción. Lo que ha dado media vuelta es todo el resto - dijo Polanco -. Ya te podés dar cuenta de que nadie me lo va a creer, sencillamente porque no se puede demostrar y en cambio la mosca está ahí bien clarita. De manera que mejor vamos y te ayudo a desarmar los cartones antes de que te echen de la pensión, no te parece.
 LEAMOS JUNTOS 

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"El olvido que seremos" de Héctor Abad Faciolince





Los detectives salvajes




La patria insomne




El aire de Dylan



Canal 22
HACER DINERO CON EL ARTE


Las start-ups culturales crecen en México, pero todavía faltan iniciativas sólidas para fortalecerlas. El reto: pasar de un esquema de asistencialismo a los artistas, a uno de formación de emprendedores creativos. En esta edición te presentamos tres casos que han demostrado cómo se pueden generar riquezas con el arte: Taller 8A –artes plásticas–, La Improlucha –artes escénicas– y Sexto Piso –edición y literatura–. Todo visto a través de la voz de los expertos: Ernesto Piedras –economista–, Jesús Flores Ulloa –gestor cultural–, Gabriela Vieyra –directora de la licenciatura del Tec de Monterrey en Emprendimientos Culturales– y Raúl Alfaro Segovia –especialista en tendencias comerciales y economía creativa–.

Fuente: Ernesto Piedra/Autores 

 3BALL MTY EN COACHELLA 2013
¿ DE VERAS LO MERECEN?

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                       ~~ Opinión ~~                    
                         |Vladimir Ruvalcaba



Las disqueras ya no valoran la originalidad de una propuesta musical. A las disqueras sólo les interesa el dinero. Las firmas disqueras se van por lo más fácil, lo más vendible: imagen y propaganda superficial y falsa.

Últimamente ha sido más decadente la postura de algunas de ellas. Pues descaradamente promueven la producción de discos con "covers", canciones que ya son populares. Y relegan, como siempre, a las composiciones inéditas.

Es el caso de EMI, que recién se fusionó con Universal (varias fuentes en línea).

Las disqueras les importan un cacahuate si hay comunicación artística en la música. Quieren dinero y mucho dinero. Y si es necesario usar a las mujeres como objeto sexual para lograrlo, lo hacen.

Hay numerosos casos, pero hablemos un poco sobre algo cercano, algo palpable. Ahora que en el calendario del Festival Coachella 2013 aparece 3Ball MTY, agrupación que toca “tribal” un género que nace como resultado de la fusión de la cumbia mexicana, la música electrónica y la música tribal House, cuya propuesta inicial fue experimentar la mezcla de la música Tribal House con sonidos de música prehispánica mexicana.

Y desde este enfoque, toda inquietud juvenil es digno de aplaudirse.

El problema surge cuando los artistas no se sienten capaces de sustentar su propuesta. Cuando siente la urgencia de sentirse famosos o popularizar su experimento sin la madurez necesaria para defender su propuesta artística contra las ofertas vacías y chafas 


Entonces entran al juego del ego y pierden piso.

Naturalmente son presas fáciles de los monstruos que controlan el gusto de la sociedad de poca o nula cultura, como la sociedad mexicana; es decir, las disqueras y los medios de comunicación, sobre todo los medios electrónicos que eligen qué música y programa deben prevalecer para el deleite de la gente.

La televisión es sin duda la mejor, muy funcional para todo, inclusive tiene poder para convertir a un títere en alguien importante. ¿o no?

La crítica, sobre 3Ball MTY, sobre todo los que desconocemos el género triball, radica más allá de su propuesta musical, el choque sucede con la imagen que proyectan.

Es muy fácil entender esto. La persona que no ha escuchado nunca esta agrupación, pero resulta que 3Ball MTY y Café Tacvba son los invitados en Festival Coachella. Lo primero que hace es ir a youtube y busca algún video y ¡zas!, se topa con videos de cuyo contenido visual es muy parecido a un género extinto qué siempre usó como estandarte nalgas y su nefasto perreo. Pues es lógica la reacción de mucha gente, sobre todo la gente que escucha las bandas que suelen presentarse en los escenarios de Coachella.


Pero vamos, buscando información sobre los inicios y dejando de lado los prejuicios, en el caso de la música triball, hay claramente una búsqueda de identidad, hay experimentos, hay inquietud. Hay exploración.

A menudo encontré como referencia el tema Danza Azteca y en wikipedia, por ejemplo, hay referencias sobre los inicios de este género: "Tribal Prehispanic". A finales del 2005 nuevos talentos, siguen revolucionando la Música Tribal, asi como el reconocido Dj mexicano "DJ Mouse", quien poco a poco fue llevando poco a poco el "Tribal-Prehispanic" al "Tribal Guarachero" o "Tribal Guaracha" usando lineas de bajo de Cumbia, Guacharacas cumbieras, Shakers, Percusiones, Rezos o Cantos Afro Cubanos y Africanos ".



Lo que sin duda es un punto a favor del emergente triball, no para “3Ball MTY”.






En fin cada quien es libre. Aunque muchas veces la libertad de gusto es violentada sin querer, por ejemplo: subes al autobús y te encuentras que el chofer trae a todo volumen una canción que te caga y, ni modo ¿Quien te manda a nacer?, o acudes al twitter y te encuentras que los temas más comentados no son precisamente tus artistas preferidos.


- ¿Qué hacer? Nada


Tolerar y pensar que, aunque te des de topes contra la pared exclamando: ¡Pero cómo puede haber tanta gente que le guste a este grupo o artista! ¿Cómo?

Relájate. Piensa que en las últimas décadas los medios de comunicación imponen los gustos.

Y fatalmente han descubierto que usar a la mujer como objeto sexual se vende mucho, inclusive para las mismas mujeres; la sencilla razón es que las mujeres siempre compiten y quieren verse como las que pasan en la tele.

Sólo basta encender tu televisor y poner cualquier canal de música. Siempre encontrarás exhibiendo a mujeres con poca ropa, aunque no tenga nada que ver con la canción.

Lo “rescatable” para los hombres, es que vemos traseros a diestra y siniestra. ¿Pero eso es sano? ¿Dignifica eso a los hombres y sobre todo, a las mujeres?


Antisemitismo de la Izquierda

EL ANTISEMITISMO DE LA IZQUIERDA MEXICANA 

Comentario de Guillermo Sheridan
por la entrada: Racismos convergentesen de Enrique Krauze en Letras libres 

Gracias, querido Enrique, por este escrito que, ¿quién lo diría?, es necesario en México, hoy, en 2013... La oronda exhibición de estupidez de los tontos, me temo, no aminora la vergüenza de compartir país con ellos

Sobre el antisemitismo de "izquierda" te recuerdo que no fueron sólo los "Camisas Doradas", o moradas, o mareadas, quienes practicaron el antisemitismo en los treintas. Recordarás a los "Comités de Salud Pública" y el "Comité Pro-Raza" que surgieron en la década de los treintas, en el seno del Partido Nacional Revolucionario, que se propusieron perseguir "razas no deseables" (chinos y judíos) dentro de una "campaña racial-nacionalista".

Por ejemplo, un elocuente diputado, Enrique Pérez Arce, a fines de 1932, perora desde la tribuna:

"¿Por qué si la acción política de la Revolución, en su aspecto nacionalista, ha ido contra los chinos, porque explotan a las clases industriales y comerciales del país; por qué si la Revolución en su sector nacionalista ha ido también contra el judío, por considerarlo elemento perjudicial para los intereses sociales mexicanos; por qué no también esta acción nacionalista se endereza de una manera valiente, decidida e inmediata contra todos los clérigos, que no pueden considerarse sino como extranjeros perniciosos también?"

Porque, bueno, ya metidos en el arte de odiar revolucionariamente, la lista de "elementos indeseables" no tardó en abarcar curas, escritores no nacionalistas, escritores no suficientemente revolucionarios, y un largo etcétera.

Me refiero con más detalle a esos "Comités" en mi libro Malas palabras: Jorge Cuesta y la revista Examen publicado hace un año por Siglo XXI. Y, desde luego, Beatriz Urías estudia el asunto en Historias secretas del racismo en México (1920-1950), que, como sabes, publicó Tusquets en 2007.

Qué tiempos, esos y, ahora, estos... Parafraseando a Polyak, a más inteligencia artificial, más estupidez natural...

Aquí la entrada principal  http://www.letraslibres.com/blogs/blog-de-la-redaccion/racismos-convergentes

Beneficios al oir música clásica

Cada género musical afecta distinto a tu cerebro

|Por Georgina Navarrete

Es un mito que la música clásica nos hace más inteligentes, pero escucharla al menos media hora al día proporciona al cerebro un mejor ambiente para desarrollar ideas y restablecer conexiones neuronales que, al final del día, nos ayudarán a estar alertas, concentrarnos mejor y optimizar los procesos de aprendizaje.

Algunas recomendaciones de María Pilar Carrasco en su libro Cómo educar a tus hijos con la música, señalan que la música barroca logra estados propicios para el aprendizaje, gracias a su ritmo de 60 golpes, equivalente a los latidos del corazón cuando estamos en reposo. Además, sus tonos graves provocan ondas cerebrales bajas, esto es, relajación.

Las melodías con vibraciones más cortas, mayor ritmo y notas más ágiles provocan un estado de alerta constante, propicio ara el aprendizaje activo, como la Sinfonía Praga y el Concierto para violín y orquesta número 5 en la mayor de Mozart; el Concierto número 1 para piano y orquesta en sí sostenido de Beethoven, todos los valses de Chopin o el Concierto número 1 para piano y orquesta de Tchaikovsky.

Y para revitalizar el cerebro luego de un trabajo intelectual intenso, nada como darle un masaje con Cantos Gregorianos, música con sonidos de la naturaleza, o la música de Mozart para violín o cuarteto de cuerdas.



Fuente: CNNMéxico http://mexico.cnn.com/
            |Publicado el 17 de enero|

video poema


|Arte, Literatura y algo más|


 UN SIGLO EN TUS ABRAZOS 

            DEL LIBRO MI CASA SE HA VUELTO AVE                                 
  
                       EN LA VOZ DEL ESPAÑOL JESÚS ÁNGEL MORATO
             
          
Jesús Ángel Morato
Es locutor de Radio

A propósito de Juan Rulfo

Compartimos este texto de Bianca Eunice Castillo Villanueva
Juan Rulfo, narrador de amor, nostalgia y odio 

Bianca Eunice
Castillo Villanueva


Pedro Páramo: el amor inalcanzable de Susana
La primera vez que oí hablar de Juan Rulfo fue una noche iluminada por una luna redonda y blanca en medio del terregal que levantaban nuestros pasos camino al Petacal, no sé porque íbamos caminando, yo estaba contenta porque conocería a mi bisabuela y a mis primos del rancho, aquella tierra en la que había nacido mi papá. Yo pienso que él con orgullo evocó las lecturas de Rulfo: —mira parece el paisaje de “Luvina”— le decía a mi mamá, quien en son de broma le contestó: —con que no nos pase lo de Juan Preciado—, —esas son historias de fantasmas, mejor cállate por que las niñas se van a asustar.
Ahora comprendo mejor aquella charla que me dejó tan intrigada ¿y quién era ese Juan Rulfo del que oí hablar mientras uno de mis primos lloraba porque el camino ya era cansado?
Ahora puedo decir que Juan Rulfo era dueño de una sensibilidad tan profunda que encontraba en las palabras de cada persona los murmullos del alma que se le expresan sólo al que sabe observar al otro.
Rulfo nació en Sayula, Jalisco, el 16 de mayo de 1917; su nombre completo era Juan Nepomuceno Pérez Vizcaíno y falleció en la ciudad de México el 7 de enero de 1986. Fue reconocido como uno de los mejores escritores en lengua española. Además de escribir el libro de cuentos El llano en llamas (1953) y la novela Pedro Páramo(1955), fue guionista, de 1956 a 1959 escribió El gallo de oro, que se publicaría hasta 1980 y fotógrafo.
Sus obras han sido ya bastante estudiadas y también han generado otras obras no sólo literarias, sino musicales, recientemente nos hemos enterado de que la novelaPedro Páramo será adaptada a la ópera por los británicos Stephen McNeff, compositor y por el director escénico Frederic Wake Walker y planea estrenarse en 2013. Cabe recordar que ya en 2006 se estrenó Murmullos del páramo en Madrid, ópera de Julio Estrada dirigida por Sergio Vela. Tanto la novela Pedro Páramo como los cuentos de El llano en llamas tienen la cualidad de escucharse a través de las descripciones narrativas, también son textos que pueden sentirse, es decir, provocan una reacción en el ánimo de quienes lo leen y en esta ocasión nuestro interés es revisar cómo se describe el amor en ambas obras.
¿Qué es el amor sino ese reconocimiento del alma que se conforta en el otro? ¿no es el amor el que mueve a la vida? Al leer Pedro Páramo me dejé contagiar por la historia de amor entre el terrible cacique y Susana San Juan, la mujer que fue el amor de su vida y de su muerte.
Quién se imaginaría que Pedro Páramo, un hombre inconmovible ante la muerte de un hijo, pueda guardar un sentimiento tan profundo de amor por una persona. “No sintió dolor”, afirma el narrador sobre Pedro después de perder a Miguel, su hijo. Sin embargo, el amor había llegado a Pedro Páramo en la infancia, así lo recuerda casi al inicio de la novela:

Pensaba en ti, Susana. En las lomas verdes. Cuando volábamos papalotes en la época del aire […]’Ayúdame, Susana.’ Y unas manos suaves se apretaban a nuestras manos […] El aire nos hacía reír; juntaba la mirada de nuestros ojos, mientras el hilo corría entre los dedos detrás del viento […] Tus labios estaban mojados como si los hubiera besado el rocío (Rulfo, 1996, p. 18).

Pero el amor del cacique no es correspondido, así lo sabe el lector por los murmullos de las ánimas que deambulan por Comala, Juan Preciado y Dorotea distinguen la voz de Susana San Juan, la de: “La sepultura grande”, “Doña Susanita”, la última esposa de Pedro Páramo; a través de sus delirios y de algunos diálogos, nos enteramos de la partida y el regreso de Susana a la Media Luna, de la fatalidad en la que la sumió la pérdida de su amado Florencio y de cómo la amó Pedro Páramo.
Le dice Dorotea a Juan Preciado: “Estoy por decir que nunca quiso a ninguna mujer como a ésa. Ya se la entregaron sufrida y quizá loca. Tan la quiso, que se pasó el resto de sus años aplastado en un equipal, mirando el camino por donde se la habían llevado al campo santo” (p. 103).
Pedro Páramo se pasó buscando el rastro de Susana y después de encontrarla, la pidió en matrimonio a Bartolomé San Juan a cambio de darles sustento, piensa para sí: “Esperé treinta años a que regresaras, Susana. Esperé tenerlo todo. No solamente algo, sino todo lo que se pudiera conseguir de modo que no nos quedara ningún deseo, sólo el tuyo, el deseo de ti” (p. 105). Al verla de regreso y después de tanta añoranza recuerda “Sentí que se abría el cielo. Tuve ánimos de correr hacia ti. De rodearte de alegría. De llorar. Y lloré, Susana, cuando supe que al fin regresarías” (p. 106).
Pero el amor es imposible para los de la Media Luna, ni Pedro  ni Susana pudieron encontrar el amor y ambos enloquecieron de alguna manera, ella se evadió de la realidad, sufrió y sintió el placer de los sueños con su amado Florencio, mientras que Pedro se cegó por la ambición de tenerlo todo y finalmente tuvo que conformarse con la compañía de una Susana San Juan a la que ya no conocía: “Pero ¿cuál era el mundo de Susana San Juan? Ésa fue una de las cosas que Pedro Páramo nunca llegó a saber” (p. 122), duda y asevera el narrador en esta frase.
Pedro Páramo se conformaba con contemplar a Susana mientras se revolcaba entre las sábanas y su cuerpo se convulsionaba por los sueños. La muerte de Susana se anunció con el repique de las campanas de toda la comarca, pero los de Comala no entendieron el duelo del cacique de la Media Luna y tuvieron que sentir el peso de su venganza que los llevó al exilio y a la muerte. La tierra quedó abandonada al igual que Pedro Páramo, quien sólo esperaba a la muerte recordando a la única ilusión sincera y emotiva de su vida: Susana San Juan:

Fue la última vez que te vi. Pasaste rozando con tu cuerpo las ramas del paraíso que está en la vereda y te llevaste con tu aire sus últimas hojas. Luego desapareciste. Te dije: "¡Regresa, Susana!" (p. 151).
Había una luna grande en medio del mundo. Se me perdían los ojos mirándote. Los rayos de la luna se filtraban sobre tu cara. No me cansaba de ver esa aparición que eras tú. Suave, restregada de luna; tu boca abullonada, humedecida, irisada de estrellas; tu cuerpo transparentándose en el agua de la noche. Susana, Susana San Juan (p. 158).

Estos son los pensamientos que atraviesan la mente de Pedro Páramo, el poderoso cacique de la Media Luna que lo tenía todo, que había poseído a tantas mujeres y engendrado a tantos hijos, pero que entregó su corazón a una que nunca le correspondió: Susana San Juan.
El llano en llamas, recorrido por la nostalgia de lo prometido

El llano en llamas es una serie de diecisiete cuentos, en los que se retrata la agonía de unos personajes que mueren por el abandono en que están sus almas y su tierra. Desde el primero que lleva por título “Nos han dado la tierra”, el ambiente es caluroso y desesperanzado; así es descrito por uno de los campesinos que le pregunta a sus tres compañeros: “¿Quién diablos haría este llano tan grande? ¿Para qué nos sirve, eh?” (Rulfo, 1994, p. 10) y luego el reclamo ante el delegado que no entiende razones: “Así nos han dado esta tierra. Y en este comal acalorado quieren que sembremos semillas de algo, para ver si algo retoña y se levanta. Pero nada se levantará aquí” (p. 13) y esa será la condena que sufren todos los personajes de El Llano en llamas, la calentura de los cuerpos, no sólo la física, sino la que en algunos casos los lleva al incesto, en otros a la deslealtad total y al penar de almas al que los condena su moral católica, a la hambruna y la condena por ser pobres, al sufrimiento del abandono, sobre todo el del padre hacia los hijos.
“La cuesta de las comadres” es una historia de rivalidad entre este lugar y Zapotlán en donde los Torricos son los protagonistas, aquí no es la infertilidad de la tierra lo que mata a la gente, sino la crueldad de estos caciques dueños de todo y aún después de muertos eran temidos “Y nada más por los ladridos todos calculaban la distancia y el rumbo por dónde irían a llegar. Entonces la gente se apuraba  a esconder otra vez sus cosas. Siempre fue así el miedo que traían los difuntos Torricos cada vez que regresaban a la Cuesta de las Comadres” (p. 20).
“Es que somos muy pobres” es un cuento lleno de tristeza en el que se pone en evidencia que una mujer vale por lo que tiene, no por lo que es. Dice el narrador, hermano de Tacha, que “Todo va de mal en peor”, primero la muerte de Jacinta, luego la lluvia que se convierte en diluvio y arrasa con todo hasta con Serpentina, una vaca, la dote de Tacha, la mujer más pequeña de la familia, quien al perder su patrimonio está destinada a terminar de “piruja” como sus hermanas. Así, su cuerpo se va desarrollando para su perdición:

La peligrosa es la que queda aquí, la Tacha, que va como palo de ocote crece y crece y que ya tiene unos comienzos de senos que prometen ser como los de sus hermanas: puntiagudos y altos y medio alborotados para llamar la atención (p. 33).
…los dos pechitos de ella se mueven de arriba  abajo, sin parar, como si de repente comenzaran a hincharse para empezar a trabajar por su perdición (p. 34).

 “El Hombre” la historia de alguien que huye y el que lo persigue pero que parece que son la misma persona.  Sólo los perros pueden percibir a los vivos y a las ánimas en pena. Se dibuja un asesino que no se sabe si sufre porque mata o la humedad de su rostro se debe al cansancio “Cuesta trabajo matar. El cuero es correoso”(p. 38) ,otra vez escuchamos la narración a detalle de este asesinato a sangre fría de parte de un borreguero, que ni se inmuta ni juzga, sólo platica lo que vio, allá el lector tendrá la última palabra.
El incesto es otra recurrencia en Rulfo y a pesar de ser un tema que moralmente indigna y causa repulsión, la creatividad y agudeza de la pluma de Rulfo, lo pinta tal cual, sin ningún juicio de valor. Son dos cuentos en los que se habla de ello “En la madrugada” cuando Justo Brambila se despierta a un lado de su sobrina Margarita: “Si el señor cura autorizara esto, yo me casaría con ella; pero estoy seguro de que armará un escándalo si se lo pido. Dirá que es un incesto y nos excomulgará a los dos” (p. 53) y  en “Anacleto Morones” cuando Lucas Lucatero confiesa “—Adentro de la hija de Anacleto Morones estaba el hijo de Anacleto Morones” (p. 184) ante las señoras que buscan canonizarlo.
Otro de los cuentos en los que sucede una cuestión moral similar, es en “Talpa” donde Natalia y su cuñado terminan con la vida de Tanilo un enfermo que pide que lo lleven a ver a la Virgen de Talpa para que lo cure. En el camino, Natalia, esposa de Tanilo, y su cuñado no pueden contener las ganas y desfogan toda su sexualidad, a pesar del nexo de sangre entre los hermanos, no pueden esperar a que muera y ellos mismos terminan dándole el último empujoncito.
“Macario” un ser inocente y cruel a la vez, una historia contada desde un sujeto a quien le gusta golpear su cabeza como un tambor, vive al amparo de su madrina y de Felipa, la mujer que lo amamanta por las noches con su leche tibia y dulce, que lo cuida de sus miedos de ir al infierno, aunque Macario ya viva en él desde toda la vida.
“El llano en llamas”, cuento que titula el libro, es una crítica a los movimientos armados en México, Rulfo no lo especifica, ni lo reduce a un tiempo y un espacio, ahí su habilidad para disparar un tema tan local hacia el alma de cualquier ser humano al que llegue este libro. Es un cuento en el que participan los federales y la bola, esos que quieren hacer la Revolución con el dinero de los ricos, que no saben la causa del levantamiento y que lo único que buscan es el poder:

Porque, como nos dijo Pedro Zamora: “Esta revolución la vamos a hacer con el dinero de los ricos. Ellos pagarán las armas y los gastos que cueste esta revolución que estamos haciendo. Y aunque no tenemos por ahorita ninguna bandera por qué pelear, debemos apurarnos a amontonar dinero, para cuando vengan las tropas del gobierno vean que somos poderosos” (p. 88).

“¡Diles que no me maten!” Es un cuento de amor a la vida a costa de lo que sea: del autoexilio, de la soledad, de la huida y de la súplica más degradante que pueda imaginarse en un hombre, encarnado en Juvencio Nava a quien fusilará el coronel, hijo de Guadalupe Terreros. Aquí la tierra valía más que la vida.
“Luvina” es la metáfora de la tierra muerta, la que está llena de tristeza porque se ha quedado vacía, sólo habitada por la nostalgia de los viejos y mujeres que se quedaron ahí abandonados con la esperanza de ver a los suyos volver.
En El llano en llamas hay quienes ya tienen su destino marcado y la muerte les ha de llegar, pero hay otros a los que no como el caso de Feliciano Ruelas, quien logra escapar de los federales “La noche que lo dejaron solo”. Luego viene la evocación de Urbino Gómez,  este sí estaba destinado a morir de forma trágica y aun se halla alejado del pueblo, regresa como policía sólo para ser ahorcado.
En “Paso del norte” y “No oyes ladrar los perros” se presenta el conflicto entre padres e hijos, en el primero el padre abandona a su hijo desde pequeño y nunca le procura ayuda, ni siquiera le enseña el oficio, por lo que el hijo tiene que probar suerte en el Norte y al regresar fracasado su padre le cobra con creces el haber cuidado de sus nietos. Mientras que en el segundo, la responsabilidad del padre es tal, que lleva a su hijo moribundo a cuestas a Tonaya en busca de doctor, a pesar de haber sido un ladrón y un asesino.
No sólo es el ambiente lo que destina a los personajes de El llano en llamas a la fatalidad, también lo es la esencia del alma humana, que tan fácil se deja emponzoñar con el rencor y la envidia, esto sucede “La herencia de Matilde Arcángel”, un texto en el que a pesar del sosiego del espacio, un hombre odia a su hijo.
“El día del derrumbe” un texto que deja en evidencia el abuso y el desinterés de los gobernantes hacia el pueblo. Un día de duelo después de un terremoto se convierte en la oportunidad perfecta para que el gobernador visite la zona afectada y brinde ayuda; sin embargo, más que a ayudar van a comer, beber y lanzar discursos como si con eso se compusiera todo, la ironía se consigue a través de la honestidad del narrador y su ingenuidad: “La cosa es que aquello, en lugar de ser una visita a los dolientes se convirtió en una borrachera de las buenas” (p. 154). Hasta aquí El Llano en llamas.
Finalmente y para regresar al dulce sabor de boca que nos dejan las frases de amor de Rulfo, sólo compartiré con ustedes unos fragmentos de las tantas cartas que le escribió a Clara Aparicio, el amor de su vida y a quien dedicó además de sus días, El Llano en llamas. Algunas de esas cartas fueron publicadas en el libro Aire de las colinas:

Guadalajara, octubre de 1944
Desde que te conozco, hay un eco en cada rama que repite tu nombre; en las ramas altas, lejanas; en las ramas que están junto a nosotros, se oye.
Se oye como si despertáramos de un sueño en el alba.
Se respira en las hojas, se mueve como se mueven las gotas del agua.
Clara: corazón, rosa, amor...

México, D.F. 26 de mayo de 1947
Vinieron los años buenos en que comenzó a ver acercarse un sueño. El mejor de todos. Grande y enormemente hermoso. Era una muchachita rete horripilante que levantaba la ceja para mirar a los seres despreciables que iban a su lado.
Así era desde lejos. Pero más cerca, cuando se veía todo lo que ella era claramente, cuando uno se asomaba a sus ojos, el cariño cegaba todas las demás cosas y uno ya jamás quería separarse de su lado.
Ese sueño que eres tú todavía dura. Durará siempre, porque siento como que estás dentro de mi sangre y pasas por mi corazón a cada rato.

México, D.F. a 14 de julio de 1947
Cariñito:
No creo que me quieras más que yo a ti. No puede ser. No, no puede ser, amorosa muchachita. Dulce y tierna y adorada Clara. Yo lloro, sabes, lloro a veces por tu amor. Y beso pedacito a pedazo cada parte de tu cara y nunca acabo de quererte. Nunca acabaré de quererte, mayecita.
Juan, el tuyo.

Finalmente, sólo me resta recordar un par de obras poco conocidas de Juan Rulfo: “El gallo de oro” (ediciones Era, 1980),  “Días sin floresta” (libro de cuentos) y “La cordillera” (novela). En 1964 salió el filme “La fórmula secreta” que tenía por nombre “Coca cola en la sangre”, bajo la dirección de Rubén Gámez y con diálogos de Jaime Sabines. Siempre habrá algo más que comentar sobre la obra de Rulfo, en esta ocasión nos pareció pertinente recordar que el amor también permea las obras de este escritor.

Fuente: http://uads.reduaz.mx

Bibliografía citada.

RULFO, J. (1994). El llano en llamas. México: FCE.
RULFO, J. (1996). Pedro Páramo. México: FCE.
EL PLACER DE LA LECTURA LLEVADO AL ORGASMO: MUJERES LEEN MIENTRAS SON ESTIMULADAS




lectura-orgasmoEn Occidente, la relación entre mente y cuerpo se ha construido, casi desde el inicio, como una oposición, como dos entidades en conflicto perpetuo en la que una busca el dominio de la otra. El autocontrol, una de las nociones más características de la cultura amplia a la que pertenecemos, se refiere a la soberanía de la mente sobre esa “cárcel del alma”, ese vehículo pasajero de una materia que se cree imperecedera.



Entre las muchas expresiones que encuentra esta rivalidad, una poco explorada es la del retrato. En efecto, cuando una persona se prepara para ser retratada —pictórica o fotográficamente— obliga a su cuerpo a mantener una posición, a sujetarse al imperio de la mente, justamente para preservar algo de esa esencia que, se cree, es la verdadera cifra de una persona.



Partiendo de ambas premisas, el fotógrafo de origen estadounidense Clayton Cubitt realize un experimento singular: puso a leer a tres mujeres lecturas que se consideran sensuales o francamente eróticas: Leaves of Grass, de Walt Whitman; Necrophilia Variations, de Supervert y Still Life with Woodpecker, de Tom Robbins; con la adición de un mecanismo misterioso que mantenía perpetuamente estimulada la zona genital de la lectora, o al menos hasta que esta alcanzara el orgasmo (lo cual marcaba el fin del experimento).


Entre otros propósitos, Cubitt buscó explorar esas zonas límite donde la mente ya no alcanza a gobernar el cuerpo, a pesar de todas las directrices, mandatos y órdenes que se le dirigen:

Es muy interesante escuchar lo que estaba pasando por sus mentes conforme perdían el seguimiento de lo que leían y su cuerpo se dejaba vencer. Ellas aseguran que se volvió un trance casi religioso, y fue común que no recordaran la última mitad de lo que leyeron.

Por otro lado, como una preocupación de índole estética, el fotógrafo recurrió también a la noción de retrato, en la cual, como dijimos antes, se vuelve imprescindible la quietud motriz regulada por la mente:

Por mucho tiempo he estado fascinado con el concepto de control y autenticidad en el retratro, especialmente en estos tiempos modernos de marketing personal, autorretratos de Facebook y documentación incesante de sí de Instagram. ¿Qué se deja a los retratados para revelar? ¿Cómo podemos atravesar hacia algo real? Así que tuve varios proyectos relacionados con la distracción del modelo de sus poses practicadas hacia algo más cercano a la realidad, aunque sea una chapa artificialmente diseñada de la misma.


Hasta ahora, lleva cinco filmaciones realizadas, pero Cubitt tiene intención de replicar el experimento con hombres y personas transgénero. Stoya, por cierto, la protagonista de la primera lectura, es actriz porno profesional.

Aquí las primeras cuatro.


Primera sesión 




Segunda sesión 

                                                                Tercera sesión 




Cuarta sesión 



En cuanto a los posibles usos que se les dé a sus videos —entre los cuales, con toda seguridad, estará la masturbación de no pocos— Cubitt asegura que no se opone a ninguna reacción, siempre y cuando esta exista.



Se trata, en suma, de un interesante ejercicio fílmico, fotográfico pero, sobre todo, mental, en el que se revela el precario dominio que nuestro pensamiento ejerce sobre el vehículo al que está atado y lo ilusorio que resulta el fundamento de este dominio.



Fuentes: http://pijamasurf.com y http://www.alternet.org/
¿Por qué leer 

Gabriel García Márquez: una vida 

de Gerald Martin?


       |Por Everardo Ramirez Puentes.


Gabriel García Márquez sorprendió a
América Latina, a Europa y al mundo
entero cuando publicó su obra mayor en 1967:
Cien Años de Soledad; texto totalizador que el
tiempo y la devoción de los lectores convertirían
en un libro canónico comparado, por su riquezaverbal y creativa, con el Ingenioso Hidalgo Don
Quijote de la Mancha. El hombre que nació
en Aracataca, un pueblo tropical y remoto de
Colombia, magnificó su infancia hasta convertirla
en el mayor valor literario que en América Latina
se haya conocido. Su memoria implacable y la herencia de una voz antigua lo convirtieron en
un narrador potente, dueño de un estilo singular
fundado en una mitología familiar que revelaba
Fotolos avatares de la Nación y del continente.
Muchos escritores y estudiosos han escrito
sobre su vida y obra. Desde Plinio Apuleyo
Mendoza en El Olor de la Guayaba, hasta Dasso
Saldívar autor de Viaje a la Semilla, sin dejar de
mencionar el magnífico ensayo literario de Mario
Vargas Llosa Historia de un Deicidio. Pero sin duda la obra que despertó un interés entre lectores y crítica
especializada, es la vasta biografía de 762 páginas,
que lleva por título Gabriel García Márquez: Una
Vida,  escrita por el académico británico Gerald
Martin quien confiesa haber dedicado 20 años de
su vida para construir, a través de una apasionada
investigación documental, el mayor registro de una
vida que implicó más de trescientas entrevistas,
dos mil folios y seis mil notas a pie de página.
La lectura de esta biografía es importante
porque en ella se describe con amplitud el entorno
familiar del autor a partir de un bien elaborado
Fotoárbol genealógico; los inicios del escritor en sus
labores periodísticas en Barranquilla y Bogotá; su
dedicada pasión por la literatura y la escritura, la
edición de todas sus obras, cuya magistral factura
lo llevaron a la conquista del Premio Nobel en
1982, su estancia en París y sus recorridos por
Europa. En esta biografía también se aborda su
polémica amistad con Fidel Castro, que le ha
provocado serias dificultades con sectores de
la intelectualidad latinoamericana. Este mago
literario de 83 años decidió vivir en México desde
1961, realmente es aquí donde alcanzaría su fama
de escritor universal. Gerald Martin logra un
retrato perfecto del hombre que siempre escribe
con una flor amarilla en su mesa y que recuerda
Foto
con una humildad llena de nostalgia. “Nunca,
en ninguna circunstancia, he olvidado que en
la verdad de mi alma no soy nadie más ni seré
nadie más que uno de los dieciséis hijos de un
telegrafista de Aracataca.”



Revista: Visión 12
Imágenes: Ilustraciones del libro/la jornada