ENCUENTRO DE ESCRITORES, DURANGO 2015


Everardo Ramírez Puentes


Del 7 al 10 de julio de 2015 tendrá lugar el Encuentro Nacional de Escritores "José Revueltas. En esta ocasión tendremos la presencia de escritores de Luxemburgo y de Sinaloa y Durango, incluyendo la Laguna. Razón muy grande para dar seguimiento al estado que guardan las letras del norte de México y de otras partes del mundo.


¿Cuál es la importancia de este encuentro? ¿Qué experiencias nos puede dejar? ¿Porqué es importante mantener su continuidad y permanencia?


La importancia del encuentro se explica por varias razones:

I)  La primera de ellas es que el Encuentro conserva su original propósito que fue el de convertirse en un homenaje a José Revueltas, el más grande de los escritores que ha dado Durango;

II) en segundo lugar constituye el espacio más privilegiado que tenemos los duranguenses donde se dan cita creadores importantes, algunos premiados y otros con una trayectoria acreditada por el mundo editorial bajo los sellos de Random House Modadori, Tusquets, FCE y ERA entre otros.

III) Una tercera es que anima y estimula otras acciones como el desarrollo de talleres literarios, la publicación de escritores en los programas editoriales del ICED del IMAC y del CONACULTA, la participación en concursos, la edición de revistas como Cordillera y la video grabación de textos literarios.

IV)  Una cuarta razón es que a los escritores locales nos da la posibilidad de confrontar nuestra modesta escritura con otras tradiciones y estilos que ya forman parte importante del mundo editorial como Eduardo Antonio Parra, Elmer Mendoza, Liliana Bloom, Juan José Rodríguez, Carlos Velázquez, Julián Herbert, José Ángel Leyva, Ana Clavel, Antonio del Toro, Jaime Muñoz Vargas, Evodio Escalante, Heriberto Yépez, Mayra Luna y una larga lista que ya forman parte de la memoria del encuentro. Esta confrontación necesaria permite activar los recursos de la imaginación y los mecanismos sutiles de acción creadora.


La mejor experiencia que nos puede dejar el encuentro es que la escritura sigue siendo un territorio de conquista, un espacio, sí de creatividad inconmensurable, pero de rigor y disciplina, sin los cuales es impensable crear una obra original y trascendente.
La continuidad y permanencia se explica por la necesidad de seguir contando con una espacio de esta naturaleza que año con año sirve como faro iluminador, pero también como mapa de navegación donde se reconocen las rutas visibles e invisibles de la escritura: visibles en las obras publicadas, invisibles las que aguardan ser publicadas. Esta permanencia del Encuentro se debe entre otras cosas a la coordinación institucional de la Sociedad de Escritores de Durango A.C, el ICED, el IMAC y el CONACULTA. Felicitación expresa a Zita Barragán Presidenta de la Sociedad de Escritores de Durango, al Lic. Rubén Ontiveros Rentería, Director General del ICED y a Lauro Arce Galllegos Director del IMAC por su empeño y compromiso en mantener este espacio -lo reitero- privilegiado, donde muchos de nuestros escritores locales como Jesús Alvarado, José Reyes, Miguel Ángel Ortiz, Atenea Cruz, María Rosa Fiscal, Socorro Soto, Juan Emigdio Pérez Olvera, Óscar Jiménez Luna, José Solórzano, Gerardo Campillo Llano, Fernando Andrade Cancino, Jesús Marín, entre una nómina muy grande, han tenido y tienen la oportunidad de mostrar sus creaciones en los diversos géneros literarios como el cuento, la poesía, la novela o el ensayo.
Este encuentro tiene la virtud de hacer coincidir el estilo literario con reminiscencias orales de Elmer Mendoza, la escritura concentrada y poética de Juan José Rodríguez, las lecturas neorurales de Eduardo Antonio Parra, la hipertextualidad de Enrique Mijares Verdín, el discurso de la minuciosa disección del alma humana de Liliana Bloom, el divertimento irónico de Jaime Muñoz Vargas, el misticismo poético de Antonio del Toro y la prosa desestabilizadora de Jesús Alvarado. 
Bien por el reconocimiento al talentoso escritor sinaloense Elmer Mendoza, autor de Efecto tequila, Balas de plata, el Amante de Janis Joplin y El asesino solitario, obras que permiten entender la llamada estética de la violencia, en un México que en los últimos años le dio la razón a Martín Luis Guzmán en el sentido de que la Fiesta de las Balas no ha terminado.