SOBRE LA MUERTE DEL POETA MARCO FONZ
Por Andrés Cisneros
 
Encabronado y triste. Definitivamente me siento más con el ánimo de hablar de Marco Fonz, en lo que significa su muerte, que del amigo. Para su amistad estarán las cantinas y los brindis. Porque la muerte de Fonz lo que hace ver, y sentir, es que la corrupción de la poesía en México, y en general en el mundo, esa poesía que ha sido cooptada no sólo por sectas políticas y religiosas, sino más ruin aún, para la vil necesidad de supervivencia, y que cerca y ocupa todo a su antojo para los intereses de su Logia, y compone una idea de "calidad" y la ejerce como un juicio, como una dictamen para decir quien está (quien vive), y quien no (quien muere) dentro de los círculos que sólo terminan peleándose los presupuestos, para sus partidos o religiones, y pueden ocupar los escaparates de la parafernalia dizque de la poesía, esa corrupción es la que nos está pisando la yugular. No pocos acusaron a Marco Fonz de "pasional" y "visceral" al lanzar sus denuncias sobre el poder articulado en México con sus garras sobre la "poesía nacional"; quién más habla así, sin el "pudor" de ser "mal visto", y menospreciado incluso. Fonz es de la genealogía de los poetas de izquierda, que en esta última generación, junto con Máximo Cerdio y Ángel Carlos Sánchez, mantuvo una postura contra el "imperiesito" que han tallado "los poetas empoderados" desde un CONACULTA-salinista. (Dirán, diremos, se cruzaran los cables), pero ahí están sus denuncias, sus panfletos, por qué no decirlo así, de un movimiento contra la corrupción, un movimiento que los poetas en México, con la pena lo digo, pero no lo están haciendo. Nadie (poetas) renuncia a su puesto cuando ve la corrupción. Lo que significa la muerte del poeta Marco Fonz, es que los que se llaman infras, ahora están más preocupados por legitimar su pertenencia a ese grupo, que mantener esa radicalidad a prueba de muerte; romper los vidrios, lanzar las sillas, golpear a los espurios. Una muerte dolorosa y ejemplar porque deja en claro que en México, únicamente quieren a sus poetas muertos, y no vivos. Eso es seguro; Fonz, ahora que estás muerto tendrás la compañía que nunca tuviste en vida, tenlo por seguro, escribirán de ti. Porque en vida el poeta está solo, con el mundo en contra, la vida en contra, con el gobierno en contra, y con los "poetas" en contra. Carajo, buen viaje.
 Andrés Cisneros