JOSÉ EMILIO PACHECHO, SU OBRA SE INSCRIBE EN LAS GRANDES RUPTURAS

 

Everardo Ramírez Puentes

 José Emilio Pacheco es uno de los grandes escritores de la literatura mexicana. Su obra se inscribe en la época de las grandes rupturas con la agotada visión nacionalista. Mientras José Luis Cuevas arremetía irreverente contra las herencias plásticas, ideológicas y políticas del muralismo mexicano, José Emilio Pacheco, Carlos Monsiváis y Sergio Pitol entre otros, ensayaban formas novedosas y universales que les permitieran crear nuevos territorios literarios. Sus miradas curiosas incorporaron los temas abrasadores de un nacionalismo trascendente y reflexivo; limpiaron su lenguaje del folclor ingenuo y colorido, como condición primaria para definir el perfil de una narrativa poderosa, hipertextual plena de símbolos y sentidos diversos.

Pitol se embarcó en una empresa literaria signada por un perfeccionismo magistral, muy cerca de Thomas Mann y Robert Mussi. Carlos Monsiváis, polígrafo seducido por las tonalidades, ritmos e intensidades del lenguaje popular se adscribió al género híbrido de la crónica, donde como Gore Vidal, Hunter S. Thompson, Rizard Kapuschinsky, Lee Anderson, Martín Caparrós, Tomás Eloy Martínez y Salvador Novo podía hablar de todo, desnudar al "obscuro objeto del deseo"; hasta adentrarse en las obscuras galerías de la sociedad donde habitaban todos sus miedos y todas sus esperanzas; era un hombre que lo mismo podía disertar sobre el espíritu laico de la generación juarista del 57, hasta los efectos hipnóticos de las caderas gloriosas de "la Trevi".
José Emilio Pacheco por su parte, desde su primer libro Los elementos de la Noche; ya anuncia el carácter universal de su poesía, sostenido sobre una experiencia intimista, reflexiva, profunda; más cerca de T.S. Elliot que de Neruda. Esta vocación explica su admiración por Jorge Luís Borges a quien alguna vez le dedicó cátedra memorable en el Colegio Nacional.
Comparto con ustedes tres poemas que me deslumbraron como lector poco avezado en el 85.

1. "Aquí está el sol con su único ojo, la boca escupefuego que no se hastía de calcinar la eternidad. Aquí está como un rey derrotado que observa desde el trono la dispersión de sus vasallos. A veces impregnaba de luz el cuerpo de aquella que perdiste para siempre. Hoy se limita a entrar por la ventana y te avisa que ya han dado las siete y tienes por delante la expiación de tu condena."

2. Homenaje a la Cursilería.
" Dóciles formas de entretenerte/ olvido:
recoger piedrecillas de un río sagrado,
estampar becquerianas violetas en los libros
para que amarilleen ilegibles/
besarla lentamente y en secreto
cualquier último día
antes de la terrible separación
al filo mismo
del adiós tan romántico
y sabiendo
(aunque nadie se atreva a confesarlo)
que nunca volverán las golondrinas.

3. Idilio
" Con aire de fatiga entraba el mar
en el desfiladero
El viento helado
dispersaba la nieve de la montaña
Y tú
parecías un poco de primavera
anticipo
de la vida bullente bajo los hielos
calor
para la tierra muerta
cauterio
de su corteza ensangrentada
Me enseñaste los nombres de las aves
la edad
de los pinos inconsolables
la hora en que suben y bajan las mareas
En la diafanidad de la mañana
se borraban las penas
la nostalgia
del extranjero
el rumor
de las guerras y desastres
El mundo
volvía a ser un jardín
que repoblaban
los primeros fantasmas
una página en blanco
una vasija
en donde sólo cupo aquel instante
El mar latía
En tus ojos
se anulaban los siglos
la miseria
que llamamos historia
el horror que agazapa su insidia en el futuro
Y el viento
era otra vez la libertad
que en vano
intentamos fijar
en las banderas
Como un tañido funerario entró
En el bosque un olor de muerte
Las aguas
se mancharon de lodo y de veneno
Y los guardias
llegaron a ahuyentarmos
Porque sin darnos cuenta pisábamos
el terreno prohibido
de la fábrica atroz
en que elaboran
defoliador y gas paralizante."
Extraordinario Poeta. Pero no olvidemos sus novelas memorables Morirás lejos y Las Batallas en el desierto.
Recuerdo que lo vi en la FIL de Guadalajara en el 2012. Ya acusaba un cansancio extremo, pero aun así, no dejaba de ser el escritor modesto y tímido que siempre fue. Estaba en silla de ruedas y su hija Laura Elena Pacheco le acercaba libros para su firma. Mientras tanto Cristina, su esposa estaba atenta a cualquier gesto que él hiciera. Lo cubrían desmesurados libreros del sello editorial ERA. Más tarde lo vi perderse entre los largos pasillos de la Feria.



EL GATO BAJO LA LLUVIA

Ernest Hemingway


Sólo dos americanos había en aquel hotel. No conocían a ninguna de las personas que subían y bajaban por las escaleras hacia y desde sus habitaciones. La suya estaba en el segundo piso, frente al mar y al monumento de la guerra, en el jardín público de grandes palmeras y verdes bancos. Cuando hacía buen tiempo, no faltaba algún pintor con su caballete. A los artistas les gustaban aquellos árboles y los brillantes colores de los hoteles situados frente al mar.

Los italianos venían de lejos para contemplar el monumento a la guerra, hecho de bronce que resplandecía bajo la lluvia. El agua se deslizaba por las palmeras y formaba charcos en los senderos de piedra. Las olas se rompían en una larga línea y el mar se retiraba de la playa, para regresar y volver a romperse bajo la lluvia. Los automóviles se alejaron de la plaza donde estaba el monumento. Del otro lado, a la entrada de un café, un mozo estaba contemplando el lugar ahora solitario.

La dama americana lo observó todo desde la ventana. En el suelo, a la derecha, un gato se había acurrucado bajo uno de los bancos verdes. Trataba de achicarse todo lo posible para evitar las gotas de agua que caían a los lados de su refugio.

–Voy a buscar a ese gatito –dijo ella.

–Iré yo, si quieres –se ofreció su marido desde la cama.

–No, voy yo. El pobre minino se ha acurrucado bajo el banco para no mojarse ¡Pobrecito!

El hombre continuó leyendo, apoyado en dos almohadas, al pie de la cama.

–No te mojes –le advirtió.

La mujer bajó y el dueño del hotel se levantó y le hizo una reverencia cuando ella pasó delante de su oficina, que tenía el escritorio al fondo. El propietario era un hombre viejo y muy alto.

–Il piove –expresó la americana.

El dueño del hotel le resultaba simpático.

–Sí, sí signora, brutto tempo. Es un tiempo muy malo.

Se quedó detrás

Se quedó detrás del escritorio, al fondo de la oscura habitación. A la mujer le gustaba. Le gustaba la seriedad con que recibía cualquier queja. Le gustaba su dignidad y su manera de servirla y de desempeñar su papel de hotelero. Le gustaba su rostro viejo y triste y sus manos grandes. 

Estaba pensando en aquello cuando abrió la puerta y asomó la cabeza. La lluvia había arreciado. Un hombre con un impermeable cruzó la plaza vacía y entró en el café. El gato tenía que estar a la derecha. Tal vez pudiese acercarse protegida por los aleros. Mientras tanto, un paraguas se abrió detrás. Era la sirvienta encargada de su habitación, mandada, sin duda, por el hotelero.

–No debe mojarse –dijo la muchacha en italiano, sonriendo.

Mientras la criada sostenía el paraguas a su lado, la americana marchó por el sendero de piedra hasta llegar al sitio indicado, bajo la ventana. El banco estaba allí, brillando bajo la lluvia, pero el gato se había ido. La mujer se sintió desilusionada. La criada la miró con curiosidad.

–Ha perduto qualque cosa, signora?

–Había un gato aquí –contestó la americana.

–¿Un gato?

–Sí il gatto.

– ¿Un gato? –la sirvienta se echó a reír– ¿Un gato? ¿Bajo la lluvia?

–Sí; se había refugiado en el banco –y después–: ¡Oh! ¡Me gustaba tanto! Quería tener un gatito.

Cuando habló en inglés, la doncella se puso seria.

–Venga, signora. Tenemos que regresar. Si no, se mojará.

–Me lo imagino –dijo la extranjera.

Volvieron al hotel por el sendero de piedra. La muchacha se detuvo en la puerta para cerrar el paraguas. Cuando la americana pasó frente a la oficina, el padrone se inclinó desde su escritorio. Ella experimentó una rara sensación. Il padrone la hacía sentirse muy pequeña y a la vez, importante. Tuvo la impresión de tener una gran importancia. Después de subir por la escalera, abrió la puerta de su cuarto. George seguía leyendo en la cama.

– ¿Y el gato? –preguntó, abandonando la lectura.

–Se fue.

– ¿Y dónde puede haberse ido? –preguntó él, abandonando la lectura.

La mujer se sentó en la cama.

– ¡Me gustaba tanto! No sé por qué lo quería tanto. Me gustaba. No debe resultar agradable ser un pobre gatito bajo la lluvia.

George se puso a leer de nuevo.

Su mujer se sentó frente al espejo del tocador y empezó a mirarse con el espejo de mano. Se estudió el perfil, primero de un lado y después del otro, y por último se fijó en la nuca y en el cuello.

– ¿No te parece que me convendría dejarme crecer el pelo? –le preguntó, volviendo a mirarse de perfil.

George levantó la vista y vio la nuca de su mujer, rasurada como la de un muchacho.

–A mí me gusta como está.

– ¡Estoy cansada de llevarlo tan corto! Ya estoy harta de parecer siempre un muchacho.

George cambió de posición en la cama. No le había quitado la mirada de encima desde que ella empezó a hablar.

– ¡Caramba! Si estás muy bonita – dijo.

La mujer dejó el espejo sobre el tocador y se fue a mirar por la ventana. Anochecía ya.

–Quisiera tener el pelo más largo, para poder hacerme moño. Estoy cansada de sentir la nuca desnuda cada vez que me la toco. Y también quisiera tener un gatito que se acostara en mi falda y ronroneara cuando yo lo acariciara.

– ¿Sí? –dijo George.

–Y además, quiero comer en una mesa con velas y con mi propia vajilla. Y quiero que sea primavera y cepillarme el cabello frente al espejo, tener un gatito y algunos vestidos nuevos. Quisiera tener todo eso.

– ¡Oh! ¿Por qué no te callas y lees algo? –dijo George, reanudando su lectura.

Su mujer miraba desde la ventana. Ya era de noche y todavía llovía a través de las palmeras.

–De todos modos, quiero un gato –dijo–. Quiero un gato. Quiero un gato. Ahora mismo. Si no puedo tener el pelo largo ni divertirme, por lo menos necesito un gato.

George no la escuchaba. Estaba leyendo su libro. Desde la ventana, ella vio que la luz se había encendido en la plaza.

 Alguien llamó a la puerta.

–Avanti –dijo George, mirando por encima del libro.

En la puerta estaba la sirvienta. Traía un gran gato color carey que pugnaba por zafarse de los brazos que lo sujetaban.

–Con permiso –dijo la muchacha– il padrone me encargó que trajera esto para lasignora.

 
SOBRE LA MUERTE DEL POETA MARCO FONZ
Por Andrés Cisneros
 
Encabronado y triste. Definitivamente me siento más con el ánimo de hablar de Marco Fonz, en lo que significa su muerte, que del amigo. Para su amistad estarán las cantinas y los brindis. Porque la muerte de Fonz lo que hace ver, y sentir, es que la corrupción de la poesía en México, y en general en el mundo, esa poesía que ha sido cooptada no sólo por sectas políticas y religiosas, sino más ruin aún, para la vil necesidad de supervivencia, y que cerca y ocupa todo a su antojo para los intereses de su Logia, y compone una idea de "calidad" y la ejerce como un juicio, como una dictamen para decir quien está (quien vive), y quien no (quien muere) dentro de los círculos que sólo terminan peleándose los presupuestos, para sus partidos o religiones, y pueden ocupar los escaparates de la parafernalia dizque de la poesía, esa corrupción es la que nos está pisando la yugular. No pocos acusaron a Marco Fonz de "pasional" y "visceral" al lanzar sus denuncias sobre el poder articulado en México con sus garras sobre la "poesía nacional"; quién más habla así, sin el "pudor" de ser "mal visto", y menospreciado incluso. Fonz es de la genealogía de los poetas de izquierda, que en esta última generación, junto con Máximo Cerdio y Ángel Carlos Sánchez, mantuvo una postura contra el "imperiesito" que han tallado "los poetas empoderados" desde un CONACULTA-salinista. (Dirán, diremos, se cruzaran los cables), pero ahí están sus denuncias, sus panfletos, por qué no decirlo así, de un movimiento contra la corrupción, un movimiento que los poetas en México, con la pena lo digo, pero no lo están haciendo. Nadie (poetas) renuncia a su puesto cuando ve la corrupción. Lo que significa la muerte del poeta Marco Fonz, es que los que se llaman infras, ahora están más preocupados por legitimar su pertenencia a ese grupo, que mantener esa radicalidad a prueba de muerte; romper los vidrios, lanzar las sillas, golpear a los espurios. Una muerte dolorosa y ejemplar porque deja en claro que en México, únicamente quieren a sus poetas muertos, y no vivos. Eso es seguro; Fonz, ahora que estás muerto tendrás la compañía que nunca tuviste en vida, tenlo por seguro, escribirán de ti. Porque en vida el poeta está solo, con el mundo en contra, la vida en contra, con el gobierno en contra, y con los "poetas" en contra. Carajo, buen viaje.
 Andrés Cisneros

IMAGEN LITERARIA



LAS SEÑORITAS TIRAN LA MANO BAJO LA MESA

 
Pablo M. Antúnez

¿Has estado con la mujer de Celestino?

¿Sabes cómo mira cuando hace el amor?

¿Sabes cuántos lunares hay en su entrepierna?

¿Sabes qué tanto debes estirar los dedos para cubrir sus senos?

Irá a tu casa hoy

irá a verte

sabe que debe subir 16 escalones para llegar a tu habitación.

Estarás de cabeza allá adentro.

Tocará cinco veces la puerta

sabe que el cinco te sacude hasta la médula.

La recibirás apuntándola con una pistola. Ella lo sabe.

Después del beso te dirá: Pequeño pez, soy una escritora.

 

Guarda silencio. Puedes decir alguna idiotez.

Es una forma común de confesar una derrota.

Trátale bien y no la juzgues. Ha perdido la esperanza de encontrar un poema en esos textos que escribe.

Hoy día, decir “soy poeta” es una forma menos lastimosa y algo elegante de reconocer la incapacidad de ser poeta. No lo olvides.

Llevará el libro de Rodrigo para enseñarte la forma más certera de nombrar a los idiotas.

Calla, no te ríes ni hagas movimientos bruscos.

No la mires ni pronuncies su nombre si se para frente al espejo.

Pronunciará tu nombre en sílabas antes de sentarse junto a ti y cruzar una pierna encima de la otra.

Cuando se acerque como una loba, querrás retroceder. Resiste.

Mirará siete u ocho veces cada lado de tus ojos. Sentirás un hormigueo y te darán ganas de pararte de golpe y sacudir las piernas. Resiste.

 





ADIÓS AL CONSEJO EDITORIAL DE LETRAS LIBRES


Querido Enrique:

He decidido abandonar el consejo editorial de Letras Libres.

Como sabes, desde hace tiempo me he ido desplazando hacia la izquierda y, casi por carambola, mi distancia intelectual e ideológica con la revista ha crecido, al grado de que hoy rara vez coincido con sus posturas políticas y estéticas. Ocupada en censurar toda práctica de izquierda, la revista desatiende sistemáticamente asuntos que me parecen cruciales: la desigualdad, la exclusión, la precariedad económica. Consagrada a defender un liberalismo que terminó por volverse hegemónico, apenas si hace la crítica de nuestro presente, de las sociedades capitalistas y democracias liberales en que vivimos.

Como también sabes, no comparto la hostilidad de buena parte de los consejeros ante todo aquello que rebasa los bordes del humanismo liberal (la “teoría”, la academia, los estudios culturales, el arte contemporáneo, las vanguardias, los estridentistas, Papasquiaro… y lo que se acumule esta semana), y desde luego no planeo sumarme a ninguna cruzada contra ello.

Se me ha dicho que puedo expresar mi disenso –siempre y cuando no sea radical– en las páginas de Letras Libres y dar la lucha desde el consejo. No estoy seguro de lo segundo: mi función como consejero editorial ha sido siempre menor (rara vez se me ha consultado algo) y, a mi juicio, los dos o tres dictámenes críticos que entregué sobre la revista no fueron atendidos. En cuanto a lo primero: me parece mejor exponer mi desacuerdo –a veces radical– desde otra parte.

Un abrazo.

Rafael Lemus

(Carta abierta a Enrique Krauze enviada a la redacción de Letras Libres.)

Fuente: http://rafaellemus.wordpress.com/2013/12/05/adios-al-consejo-editorial-de-letras-libres/

Rebobinar 3 / comunicado del subcomandante 'Marcos'

 

Noviembre del 2013.

A quien corresponda:

ADVERTENCIA.- Como se advirtió en el texto autodenominado “Malas y no tan malas noticias”, no se hicieron públicos los textos que antecedían al susodicho.  Ergo, lo que vamos a hacer es “rebobinar” (o, como quien dice, darle “rewind” a la cinta) para llegar a lo que se suponía iba a aparecer el día de muertos.  Cumplido lo cual, puede usted proceder a darle a la lectura en orden inverso al orden inverso en el que irán apareciendo y entonces así tendrá usted… mmh… olvídelo, hasta yo ya me hice pelotas.  El caso es que se entienda el espíritu de, como quien dice, “retrospectiva”, o sea que uno va para allá pero se regresa para ver cómo es que a uno le dio por ir para allá.  ¿Está claro?  ¿No?

ADVERTENCIA A LA ADVERTENCIA.-  Los textos que siguen a continuación no contienen ninguna referencia a las situaciones actuales, coyunturales, trascendentes, importantes, etc., ni tienen implicaciones o referencias políticas, ni nada de eso.  Son textos “inocentes”, como “inocentes” son todos los escritos de quien se autodenomina “el supcomandante de acero inoxidable” (o sea yo merengues).  Cualquier parecido o semejanza con hechos o personas de la vida real es mera esquizofrenia… sí, como la situación internacional y nacional donde se puede ver que… ok, ok, ok, nada de política.

ADVERTENCIA AL CUBO.-  En el muy improbable caso que usted se sienta aludido por lo que a continuación se dice, está rotundamente equivocado… o es un fan vergonzante de las teorías de la conspiración ad hoc (que se puede traducir a “para cada falla, hay una teoría de la conspiración para explicarlo todo y reiterar los errores”).

Va:

P.D. El primer encuentro de Durito con el Gato-Perro.-

Durito estaba serio.  Pero no con la falsa impostura de un funcionario cualquiera de un gobierno cualquiera.  Estaba serio como cuando una pena grande nos abofetea el rostro y nada hay que hacer, como no sea maldecir… o contar un cuento.

Enciende la pipa Don Durito de La Lacandona, errante y errado caballero, consuelo de los afligidos, alegría de los niños, anhelo imposible de mujeres y otr@s, inalcanzable espejo para varones, desvelo de tiranos y tiranuelos, incómoda tesis para ignorantes pedantes.

Mirando arrobado la luz de nuestros desvelos, casi en un susurro narra, para que yo la  transcriba:

 

LA HISTORIA DEL GATO-PERRO

(De como Durito conoció al Gato-Perro y de lo que dijeron esa madrugada sobre los fanatismos).

A simple vista, el gato-perro parece perro… bueno, más bien gato… o perro…hasta que maúlla… o gato… hasta que ladra.

El gato-perro es una incógnita para biólogos terrestres y marinos (¿en qué tabla de clasificación de los seres vivos acomodamos este caso?), caso irresoluble para la psicología (una cirugía neuronal no descubre el centro cerebral que define la perrunez o la gatez), misterio para la antropología (¿los usos y costumbres al mismo tiempo semejantes y antitéticos?), desesperación para la jurisprudencia (¿qué derechos y deberes emanan del ser y no ser?), el santo grial de la ingeniería genética (imposible privatizar ese escurridizo ADN).  En suma: el eslabón perdido que echaría abajo todo el darwinismo de laboratorio, cátedra, simposio, reiterada moda científica.

Pero permítanme narrarles lo que ocurrió:

Como es ley, era madrugada.  Una lucecita bastaba para definir la sombra.  Quieto, caminaba sólo con los pasos de la memoria.  Entonces escuché claramente que alguien decía:

  “Un fanático es alguien que, con vergüenza, esconde una duda”.

No sin antes darle la razón en mis adentros, me acerqué y lo encontré.  Sin mediar presentación alguna, le pregunté:

− Ah, de modo que usted es… un perro.

− Miau − me respondió.

−… O más bien un gato − dije dudando.

− guau − replicó.

− Bueno, un gato-perro − dije y me dije.

− Eso − dijo… o creí que dijo.

− Y la vida, ¿cómo va? − pregunté (y yo transcribí sin dudarlo, dispuesto a no dejarme sorprender con nada, puesto que era un escarabajo quien me dictaba esta singular historia).

− A ratos vale la pena − respondió con una especie de ronroneo −. A ratos como perros y gatos − gruñó.

− ¿Es un problema de identidad? − dije encendiendo la pipa y sacando mi esmarfon-tablet multitouch para escribir (en realidad se trata de un cuaderno de esos engargolados, pero Durito se las quiere dar de muy moderno −nota del escribano−).

− Nah, uno no elige quién es pero sí quién puede ser − ladró desdeñoso el gato-perro −. Y la vida no es más que ese complicado tránsito, logrado o trunco, de una cosa a la otra − agregó con un maullido.

− Entonces, ¿gato o perro? – pregunté.

− Gato-perro − dijo él como señalando lo obvio.

− ¿Y qué lo trae por estas tierras?

− Una ella, qué va a ser.

− Ah.

− Le voy a cantar, porque algunos gatos saben.

− Err… antes de su serenata, que no dudo sea un canto excelso a la fémina que lo inquieta, ¿me podría aclarar lo que dijo al inicio de su participación en este cuento?

− ¿Lo del fanatismo?

− Sí, era algo como que hay quien esconde sus dudas de fe detrás del culto irracional.

− Eso.

− Pero, ¿cómo evitar el instalarse en uno de los tenebrosos cuartos de esa torva casa de espejos que es el fanatismo?  ¿Cómo resistirse a los reclamos y chantajes para instalarse y militar en el fanatismo religioso o laico, el más antiguo sí, pero no el único actual?

− Simple − dice lacónico el gato-perro−, no entrando.

  Construir muchas casas, cada quien la suya.  Abandonar el miedo a la diferencia.

Porque hay algo igual o peor que un fanático religioso, y es un fanático anti religioso, el fanatismo laico.  Y digo que puede ser peor porque éste último acude a la razón como coartada.

Y, claro, sus equivalentes: al homofóbico y machista, la fobia a lo heterosexual y el hembrismo.  Y sume usted el largo etcétera de la historia de la humanidad.

 Los fanáticos de la raza, el color, el credo, el género, la política, el deporte, etcétera, son, al final de cuentas, fanáticos de sí mismos.  Y todos comparten el mismo miedo a lo diferente. Y encasillan al mundo entero en la cerrada caja de las opciones excluyentes: “si no eres tal, entonces eres lo contrario”.

− ¿Quiere usted decir, mi estimado, que los que critican a los fanáticos deportivos son iguales? – interrumpió Durito.

− Es lo mismo.  Ahí tiene, por ejemplo, la política y el deporte, ambos de paga: en los dos los fanáticos piensan que lo profesional es lo que cuenta; en ambos son meros espectadores aplaudiendo o abucheando a los contrincantes, festejando victorias que no son suyas y lamentando derrotas que no les pertenecen; en ambos culpan a los jugadores, al árbitro, a la cancha, al contrario; en ambos esperan que “a la siguiente sí”; ambos piensan que si cambian de técnico, de estrategia o de táctica entonces se resolverá todo; en ambos persiguen a los fanáticos contrarios; en ambos se ignora que el problema está en el sistema.

− ¿Está usted hablando de fútbol? − pregunta Durito mientras saca un balón autografiado por él mismo.

− No sólo de fútbol.  En todo, el problema es quién es el que manda, el dueño, el que dicta las reglas.

En los dos ámbitos se desprecia lo que no sea de paga: el fútbol llanero o callejero, la política que no confluya en coyunturas electorales.  “Si no se gana dinero, ¿para qué entonces?”, se preguntan.

− Ah, ¿está usted hablando de política?

− Ni pensarlo.  Aunque, por ejemplo, cada día que pasa es más evidente que lo que llaman “el Estado Nacional Moderno” es un montón de ruinas en venta de ocasión, y que las clases políticas respectivas se empeñan en rehacer, una y otra vez, la cúspide de un castillo de naipes derruido, sin darse cuenta que las barajas de la base están completamente rotas y ajadas, incapaces de mantenerse erguidas, ya no digamos de sostener algo.

− Mmh… será difícil poner eso en un tuit − dice Durito mientras cuenta para ver si se ajusta a los 140 caracteres.

− La clase política moderna se disputa quién será el piloto de un avión que hace tiempo se estrelló en la realidad neoliberal − sentencia el gato-perro y Durito agradece con una venia.

− ¿Entonces qué hacer? − pregunta Durito mientras guarda con recato su banderín de Los Jaguares de Chiapas.

− Eludir la trampa que sostiene que libertad es poder elegir entre dos opciones impuestas.

Todas las opciones terminantes son una trampa.  No hay sólo dos caminos, de la misma forma que no hay dos colores, dos sexos, dos creencias.  Así que ni ahí, ni allá.  Mejor hacer un nuevo camino que sí vaya a donde uno quiere ir.

− ¿Conclusión? − pregunta Durito.

− Ni perro, ni gato.  Gato-perro, para no servirle a usted.

  Y que nadie juzgue ni condene lo que no entiende, porque lo diferente es una muestra de que no todo está perdido, que hay todavía mucho que mirar y escuchar, que hay otros mundos aún por descubrir…

Se fue el gato-perro que, como su nombre lo indica, tiene las desventajas del perro y las del gato… y ninguna de sus ventajas, si es que las hubiere.

Ya amanecía cuando escuché una mezcla de maullido y ladrido sublime.  Era el gato-perro cantándole, desafinado, a la luz de nuestros mejores sueños.

Y en alguna madrugada, tal vez lejana aún en el calendario y en incierta geografía, ella, la luz que me desvela y devela, entenderá que hubo trazos ocultos y para ella hechos, que tal vez sólo entonces le serán revelados o los reconoce ahora en estas letras, y sabrá en ese momento que no importaba qué caminos anduvieran mis pasos: porque ella fue, es y será, siempre, el único destino que vale la pena.

Tan-tan.

 

P.D.- En la que el Sup trata de explicar, en modo multimedia post moderno, la forma en que l@s zapatistas ven y se ven en su historia propia.

Bueno, primero hay que aclarar que para nosotras, nosotros, nuestra historia no es sólo lo que hemos sido, lo que nos ha pasado, lo que hemos hecho.  Es también, y sobre todo, lo que queremos ser y hacer.

Ahora bien, en esta avalancha de medios audiovisuales que van desde el cine 4D y las televisiones LED 4K, hasta las pantallas policromas y multitouch de los celulares (que muestran la realidad en colores que, permítanme la digresión, no tienen nada qué ver con la realidad), podemos ubicar, en una improbable “línea del tiempo”, nuestro modo de ver nuestra historia con… el kinetoscopio.

Sí, ya sé que me fui un poco lejos, a los orígenes del cine, pero con eso del internet y las múltiples wikis que lo abundan y redundan, no tendrá usted problema en saber a qué me refiero.

A veces, podría parecer que nos acercamos a los formatos 8 y súper 8, y aun así el formato de 16 milímetros sigue estando lejano.

Quiero decir, nuestro modo de explicar nuestra historia parece como una imagen de movimiento continuo y repetitivo, con algunas variaciones que dan esa sensación de móvil inmovilidad.  Siempre atacados y perseguidos, siempre resistiendo; siempre siendo aniquilados, siempre reapareciendo.  Tal vez por eso las denuncias de las bases de apoyo zapatistas, hechas a través de sus Juntas de Buen Gobierno, tienen tan pocas lecturas.  Es como si uno ya hubiera leído eso antes y sólo cambiaran los nombres y las geografías.

Pero también aquí nos mostramos.  Por ejemplo, en:


 

Y sí, es un poco como si en esas imágenes en movimiento de Edison, de 1894, en su kinetoscopio (“Annie Oackley”), nosotros fuéramos la moneda lanzada al aire, mientras la señorita civilización nos dispara una y otra vez (sí, el gobierno sería el empleado servil que lanza la moneda).  O como si en “La llegada del tren” de los Hermanos Lumiere, de 1895, nosotros fuéramos quienes permanecen en el andén mientras el tren del progreso llega y se va.  Al final de este texto encontrará unos videos que le ayudarán a entender esto.

Pero he aquí que el colectivo que somos toma y hace cada fotograma, lo dibuja y lo pinta viendo la realidad que fuimos y somos, muchas veces con los negros de persecuciones y cárceles, con los grises del desprecio, y con el rojo del despojo y la explotación.  Pero también con el color marrón y verde que somos de la tierra que somos.

Cuando alguien de fuera se detiene a mirar nuestra “película”, por lo regular comenta: “¡qué hábil tiradora!”  O “¡qué arriesgado empleado que arroja la moneda al aire sin temor de ser herido!”, pero nadie comenta nada de la moneda.

O, en el tren de los Lumiere, dicen: “pero qué tontos, ¿por qué siguen en el andén y no se suben al tren?”.  O “he ahí una muestra más de que los indígenas están como están porque no quieren progresar”.  Alguno más aventura “¿Viste qué ropa tan ridícula usaban en esa época?”.  Pero si alguien nos preguntara por qué no subimos a ese tren, nosotros diríamos “porque las estaciones que siguen son “decadencia”, “guerra”, “destrucción”, y el destino final es “catástrofe”.  La pregunta pertinente no es por qué no nos subimos nosotros, sino por qué no se bajan ustedes”.

Quienes vienen a estar con nosotros para mirarnos mirándonos, para escucharnos, para aprendernos en la escuelita, descubren que, en cada fotograma, l@s zapatistas hemos agregado una imagen que no es perceptible a simple vista.  Como si el movimiento aparente de las imágenes ocultara lo particular que cada fotograma contiene.   Eso que no se ve en el trasiego cotidiano es la historia que seremos.  Y no hay esmarfon que capture esas imágenes.  Sólo con un corazón muy grande se pueden apreciar.

Claro que no falta quien venga y nos diga que ya hay tabletas y celulares con cámaras al frente y atrás, con colores más vívidos que los de la realidad, que ya hay cámaras e impresoras en tercera dimensión, que el plasma, el lcd y el led, que la democracia representativa, que las elecciones, que los partidos políticos, que la modernidad, que el progreso, que la civilización.

Que dejemos eso del colectivismo (que, además, rima con primitivismo): que abandonemos esa obsesión por el cuidado de la naturaleza, el discurso de la madre tierra, la autogestión, la autonomía, la rebeldía, la libertad.

Nos dicen todo eso editando torpemente que es en su modernidad donde se perpetran los crímenes más atroces; donde los infantes son quemados vivos y los pirómanos son diputados y senadores; donde la ignorancia simula regir los destinos de una nación; donde se destruyen las fuentes de trabajo; donde los maestros son perseguidos y calumniados; donde una gran mentira es opacada por otra mayor; donde se premia y encumbra lo inhumano y cualquier valor ético y moral es síntoma de “atraso cultural”.

Para los grandes medios de paga, ellos son los modernos, nosotros los arcaicos.  Ellos son los civilizados, nosotros los bárbaros.  Ellos son los que trabajan, nosotros los haraganes.  Ellos son la “gente bien”, nosotros los parias. Ellos los sabios, nosotros los ignorantes.  Ellos son los limpios, nosotros los sucios.  Ellos son los bonitos, nosotros los feos.  Ellos son los buenos, nosotros somos los malos.

Y olvidan, ellos y ellas, lo fundamental: ésta es nuestra historia, nuestro modo de verla y de vernos, nuestra forma de pensarnos, de hacernos nuestro camino.  Es nuestra, con nuestros errores, nuestras caídas, nuestros colores, nuestras vidas, nuestras muertes.  Es nuestra libertad.

Así es nuestra historia.

Porque cuando los zapatistas, las zapatistas, dibujamos una llave abajo y a la izquierda en cada fotograma de nuestra película, estamos pensando no en qué puerta abrir, sino en qué casa con qué puerta hay que construir para que esa llave tenga motivo y destino.  Y si la banda sonora de esta película tiene ritmo de polka-balada-corrido-ranchera-cumbia-rock-ska-metal-reggae-trova-punk-hip-hop-rap-y-los-que-se-acumulen no es porque no tengamos noción musical.  Es porque esa casa tendrá todos los colores y todos los sonidos.  Y habrá entonces miradas y oídos nuevos que comprenderán nuestro empeño… aunque sólo silencio y sombra seamos en esos mundos venideros.

Ergo: nosotros tenemos imaginación, ellos sólo tienen esquemas con opciones terminantes.

Por eso su mundo se derrumba.  Por eso el nuestro resurge, justo como esa lucecita que no por pequeña es menor cuando a la sombra abriga.

 

Vale.  Salud y que los cumplamos muy felices, es decir, luchando.

El Sup haciéndose pelotas con los videos que tiene que poner para, como quien dice, ponerle la velita al pastel que no dice, pero se sabe treintañero.

 

México, Noviembre 17 del 2013.

 
Compartimos un poema de  Sebastian Bernal García
 
 
 
|Sebastián Bernal García
Medellín, Colombia
 

IV. Nombre

 


 

Luz,

Delirio en  tu ausencia.

El amor es veneno, si no te lo entrego.

 

Adriana,

Sácame del mar, el agua me ahoga.

No puedo respirar, no tengo tu boca.

 

Mora,

Extraño tu dulzura.

Prefiero morir, a vivir sin tu ternura.

 

Luna,

No te escondas en la nube oscura.

Comparte tu albeo, al hombre mortal.

 
 
 
Exposición pictótica
Colombia - México
Luvtalja Merchan Reina
 
 
 
FRAGMENTACIÓN, DE LUVTALJA MERCHÁN REINA
 
¿En qué radica la fuerza de un cuadro? ¿En la técnica, el estilo, el manejo del color o lo que llaman la paleta que lo define? ¿Acaso en la composición conceptual o en la expresión sensible de las emociones? En Luvtalja consiste en la conjunto de esos elementos: su combinación y la transgresión de algunos de ellos. Destaca, por ejemplo, el uso generoso del óleo, que deja adivinar en su textura y volumen la conmoción interna de la pintora al momento de realizar los trazos, donde la técnica ha sido puesta al servicio de la intencionalidad y la voluntad. Fredy W. Melo, artista plástico colombiano, ha dicho de Luvtalja que en su trayectoria ha pasado por la figuración realista, pasando por etapas de impresionismo y expresionismo; en donde ha logrado catalizar su lenguaje visual por medio del color, de la apropiación del plano de una forma vivencial, porque es así como realiza su obra, no como un ejercicio intelectual y práctico, en donde se aplica mecánicamente cada elemento dentro de la obra, sino que involucra su estado de ánimo y sus sentimientos junto con los conocimientos adquiridos durante sus años de formación”.
Fragmentación, La obra con la que se presenta Luvtalja en el Festival Internacional Revueltas 2013, donde Colombia es el país invitado, está compuesta por 15 obras. De las cuales la pintora ha dicho: “En ella hay una mirada del sentir en el presente. Tempestades que acosan a la artista para ser plasmadas, incluso contra mi voluntad, ya que confronta a la migrante que soy ahora con mi origen. Dos países distintos, con realidades semejantes que inevitablemente plantean un conflicto existencial que reclama ser resuelto en el lienzo, o por lo menos dejar testimonio de él. Las obras coexisten, se abrazan en una simbiosis reflexiva, dejando que fluya lo que le pertenece al cuerpo y el alma. En efecto, la exposición presenta una serie de variantes alrededor de un discurso que va desde la añoranza no sentimental de su país al encuentro cara a cara con problemáticas humanas, ya no regionales, en las que el habitante enfrenta una realidad apocalíptica.
El pintor Manuel León Cuartas, Historiador de arte de la Universidad Nacional del Tolima, enfatiza que “El tratamiento del color preserva —en Luvtalja— una densidad corpórea, pero volátil y etérea que recorre sutilmente todo el espacio pictórico, con una materia gestual y traslúcida, que impregna la superficie de esencias orgánicas a manera de células cromáticas, que se regeneran permanentemente, dando la sensación del renovamiento vital de su universo plástico. Lo que podemos constatar en Temores, cinco de los cuadros con los que cierra el recorrido de Fragmentación.
Rolando Muñoz Félix
Octubre de 2013
 








Las 10 Estrategias de Manipulación Mediática 
de Noam Chomsky 
en la voz de Eduardo Aliverti