ENTRE LA LUZ Y LA SOMBRA.

En La Realidad, Planeta Tierra.

Mayo del 2014.

Compañera, compañeroa, compañero:

Buenas noches, tardes, días en cualesquiera que sea su geografía, su tiempo y su modo.

Buenas madrugadas.

Quisiera pedirles a las compañeras, compañeros y compañeroas de la Sexta que vienen de otras partes, especialmente a los medios libres compañeros, su paciencia, tolerancia y comprensión para lo que voy a decir, porque éstas serán mis últimas palabras en público antes de dejar de existir.

Me dirijo a ustedes y a quienes a través de ustedes nos escuchan y miran.

Tal vez al inicio, o en el transcurso de estas palabras vaya creciendo en su corazón la sensación de que algo está fuera de lugar, de que algo no cuadra, como si estuvieran faltando una o varias piezas para darle sentido al rompecabezas que se les va mostrando. Como que de por sí falta lo que falta.

Tal vez después, días, semanas, meses, años, décadas después se entienda lo que ahora decimos.

Mis compañeras y compañeros del EZLN en todos sus niveles no me preocupan, porque de por sí es nuestro modo acá: caminar, luchar, sabiendo siempre que siempre falta lo que falta.

Además de que, que no se ofenda nadie, la inteligencia de l@s compas zapatistas está muy por arriba del promedio.

Por lo demás, nos satisface y enorgullece que sea ante compañeras, compañeros y compañeroas, tanto del EZLN como de la Sexta, que se da a conocer esta decisión colectiva.

Y qué bueno que será por lo medios libres, alternativos, independientes, que este archipiélago de dolores, rabias y digna lucha que nos llamamos “la Sexta” tendrá conocimiento de esto que les diré, donde quiera que se encuentren.

Si a alguien más le interesa saber qué pasó este día tendrá que acudir a los medios libres para enterarse.

Va pues. Bienvenidas y bienvenidos a la realidad zapatista.

I.- Una decisión difícil.

Cuando irrumpimos e interrumpimos en 1994 con sangre y fuego, no iniciaba la guerra para nosotras, nosotros los zapatistas.

La guerra de arriba, con la muerte y la destrucción, el despojo y la humillación, la explotación y el silencio impuestos al vencido, ya la veníamos padeciendo desde siglos antes.

Lo que para nosotros inicia en 1994 es uno de los muchos momentos de la guerra de los de abajo contra los de arriba, contra su mundo.

Esa guerra de resistencia que día a día se bate en las calles de cualquier rincón de los cinco continentes, en sus campos y en sus montañas.

Era y es la nuestra, como la de muchos y muchas de abajo, una guerra por la humanidad y contra el neoliberalismo.

Contra la muerte, nosotros demandamos vida.
Contra el silencio, exigimos la palabra y el respeto.
Contra el olvido, la memoria.
Contra la humillación y el desprecio, la dignidad.
Contra la opresión, la rebeldía.
Contra la esclavitud, la libertad.
Contra la imposición, la democracia.
Contra el crimen, la justicia.

¿Quién con un poco de humanidad en las venas podría o puede cuestionar esas demandas?

Y en ese entonces muchos escucharon.

La guerra que levantamos nos dio el privilegio de llegar a oídos y corazones atentos y generosos en geografías cercanas y alejadas.

Faltaba lo que faltaba, y falta lo que falta, pero conseguimos entonces la mirada del otro, su oído, su corazón.

Entonces nos vimos en la necesidad de responder a una pregunta decisiva:

“¿Qué sigue?”

En las tétricas cuentas de la víspera no entraba la posibilidad de plantearnos pregunta alguna. Así que esa pregunta nos llevó a otras:

¿Preparar a los que siguen en la ruta de la muerte?

¿Formar más y mejores soldados?

¿Invertir empeños en mejorar nuestra maltrecha maquinaria de guerra?

¿Simular diálogos y disposición para la paz, pero seguir preparando nuevos golpes?

¿Matar o morir como único destino?

¿O debíamos reconstruir el camino de la vida, ése que habían roto y siguen rompiendo desde arriba?

El camino no sólo de los pueblos originarios, también de trabajadores, estudiantes, maestros, jóvenes, campesinos, además de todas las diferencias que se celebran arriba, y abajo se persiguen y se castigan.

¿Debíamos inscribir nuestra sangre en el camino que otros dirigen hacia el Poder o debíamos voltear el corazón y la mirada a los que somos y a los que son lo que somos, es decir los pueblos originarios, guardianes de la tierra y la memoria?

Nadie lo escuchó entonces, pero en los primeros balbuceos que fueron nuestras palabras advertimos que nuestro dilema no estaba entre negociar o combatir, sino entre morir o vivir.

Quien hubiera advertido entonces que ese temprano dilema no era individual, tal vez hubiera entendido mejor lo que ha ocurrido en la realidad zapatista los últimos 20 años.

Pero les decía yo que nos topamos con esa pregunta y ese dilema.

Y elegimos.

Y en lugar de dedicarnos a formar guerrilleros, soldados y escuadrones, preparamos promotores de educación, de salud, y se fueron levantando las bases de la autonomía que hoy maravilla al mundo.

En lugar de construir cuarteles, mejorar nuestro armamento, levantar muros y trincheras, se levantaron escuelas, se construyeron hospitales y centros de salud, mejoramos nuestras condiciones de vida.

En lugar de luchar por ocupar un lugar en el Partenón de las muertes individualizadas de abajo, elegimos construir la vida.

Esto en medio de una guerra que no por sorda era menos letal.

Porque, compas, una cosa es gritar “no están solos” y otra enfrentar sólo con el cuerpo una columna blindada de tropas federales, como ocurrió en la zona de Los Altos de Chiapas, y a ver si hay suerte y alguien se entera, y a ver si hay un poco más de suerte y el que se entera se indigna, y otro poco más de suerte y el que se indigna hace algo.

En el entretanto, las tanquetas son frenadas por las mujeres zapatistas, y a falta de parque fue con mentadas de madre y piedras que la serpiente de acero tuvo que echarse para atrás.

Y en la zona norte de Chiapas, padecer el nacimiento y desarrollo de las guardias blancas, recicladas entonces como paramilitares; y en la zona Tzotz Choj las agresiones continuas de organizaciones campesinas que de “independientes” a veces ni el nombre tienen; y en la zona de la Selva Tzeltal la combinación de paramilitares y contras.

Y una cosa es gritar “todos somos marcos” o “no todos somos marcos”, según el caso o cosa, y otra la persecución con toda la maquinaria de guerra, la invasión de poblados, el “peinado” de montañas, el uso de perros adiestrados, las aspas de los helicópteros artillados alborotando los copetes de las ceibas, el “vivo o muerto” que nació en los primeros días de enero de 1994 y alcanzó su nivel más histérico en 1995 y el resto del sexenio del ahora empleado de una trasnacional, y que esta zona de Selva Fronteriza padeció desde 1995 y a la que se suma después la misma secuencia de agresiones de organizaciones campesinas, uso de paramilitares, militarización, hostigamiento.

Si hay algún mito en todo esto no es el pasamontañas, sino la mentira que repiten desde esos días, incluso retomada por personas con altos estudios, de que la guerra contra los zapatistas sólo duró 12 días.

No haré un recuento detallado. Alguien con un poco de espíritu crítico y seriedad puede reconstruir la historia, y sumar y restar para sacar la cuenta, y decir si fueron y son más los reporteros que los policías y soldados; si fueron más los halagos que las amenazas e insultos, si el precio que se ponía era para ver el pasamontañas o para capturarlo “vivo o muerto”.

En esas condiciones, algunas veces sólo con nuestras fuerzas y otras con el apoyo generoso e incondicional de gente buena de todo el mundo, se fue avanzando en la construcción aún inacabada, es cierto, pero ya definida de lo que somos.

No es entonces una frase, afortunada o desafortunada, según se le vea desde arriba o desde abajo, la de “aquí estamos los muertos de siempre, muriendo de nuevo, pero ahora para vivir”. Es la realidad.

Y casi 20 años después…

El 21 de diciembre del 2012, cuando la política y el esoterismo coincidían, como otras veces, en predicar catástrofes que siempre son para los de siempre, los de abajo, repetimos el golpe de mano del 1 de enero del 94 y, sin disparar ni un solo tiro, sin armas, con nuestro solo silencio, postramos de nuevo la soberbia de las ciudades cuna y nido del racismo y el desprecio.

Si el primero de enero de 1994, miles de hombres y mujeres sin rostro atacaron y rindieron las guarniciones que protegían las ciudades, el 21 de diciembre del 2012 fueron decenas de miles que tomaron sin palabras los edificios desde donde se celebraba nuestra desaparición.

El sólo hecho inapelable de que el EZLN no sólo no se había debilitado, mucho menos desaparecido, sino que había crecido cuantitativa y cualitativamente hubiera bastado para que cualquier mente medianamente inteligente se diera cuenta de que, en esos 20 años, algo había cambiado al interior del EZLN y de las comunidades.

Tal vez más de alguno piense que nos equivocamos al elegir, que un ejército no puede ni debe empeñarse en la paz.

Por muchas razones, cierto, pero la principal era y es porque de esa forma terminaríamos por desaparecer.

Tal vez es cierto. Tal vez nos equivocamos al elegir cultivar la vida en lugar de adorar a la muerte.

Pero nosotros elegimos no escuchando a los de afuera. No a quienes siempre demandan y exigen la lucha a muerte, mientras los muertos los pongan otros.

Elegimos mirándonos y escuchándonos, siendo el Votán colectivo que somos.

Elegimos la rebeldía, es decir, la vida.

Eso no quiere decir que no supiéramos que la guerra de arriba trataría y trata de imponer de nuevo su dominio sobre nosotros.

Supimos y sabemos que una y otra vez habremos de defender lo que somos y como somos.

Supimos y sabemos que seguirá habiendo muerte para que haya vida.

Supimos y sabemos que para vivir, morimos.

II.- ¿Un fracaso?

Dicen por ahí que no hemos logrado nada para nosotros.

No deja de sorprender que se maneje con tanto desparpajo esta posición.

Piensan que los hijos e hijas de los comandantes y comandantas deberían disfrutar de viajes al extranjero, de estudios en escuelas privadas y luego de altos puestos en la empresa o la política. Que en lugar de trabajar la tierra para arrancarle con sudor y empeño el alimento, deberían lucirse en las redes sociales divirtiéndose en los antros, exhibiendo lujos.

Tal vez los subcomandantes deberían procrear y heredar a sus descendientes los cargos, las prebendas, los templetes, como hacen los políticos de todo el espectro.

Tal vez deberíamos, como los dirigentes de la CIOAC-H y de otras organizaciones campesinas, recibir privilegios y paga en proyectos y apoyos, quedarnos con la mayor parte y dejar a las bases sólo unas migajas, a cambio de que cumplan las órdenes criminales que vienen de más arriba.

Pero es cierto, no hemos logrado nada de eso para nosotros.

Difícil de creer que, 20 años después de aquel “nada para nosotros”, resultara que no era una consigna, una frase buena para carteles y canciones, sino una realidad, la realidad.

Si el ser consecuentes es un fracaso, entonces la incongruencia es el camino del éxito, la ruta al Poder.

Pero nosotros no queremos ir para allá.

No nos interesa.

En esos parámetros preferimos fracasar que triunfar.

III.- El relevo.

En estos 20 años ha habido un relevo múltiple y complejo en el EZLN.

Algunos han advertido sólo el evidente: el generacional.

Ahora están haciendo la lucha y dirigiendo la resistencia quienes eran pequeños o no habían nacido al inicio del alzamiento.

Pero algunos estudiosos no se han percatado de otros relevos:

El de clase: del origen clase mediero ilustrado, al indígena campesino.

El de raza: de la dirección mestiza a la dirección netamente indígena.

Y el más importante: el relevo de pensamiento: del vanguardismo revolucionario al mandar obedeciendo; de la toma del Poder de Arriba a la creación del poder de abajo; de la política profesional a la política cotidiana; de los líderes, a los pueblos; de la marginación de género, a la participación directa de las mujeres; de la burla a lo otro, a la celebración de la diferencia.

No me extenderé más sobre esto, porque ha sido precisamente el curso “La Libertad según l@s zapatistas” la oportunidad de constatar si en territorio organizado vale más el personaje que la comunidad.

En lo personal no entiendo por qué gente pensante que afirma que la historia la hacen los pueblos, se espante tanto ante la existencia de un gobierno del pueblo donde no aparecen los “especialistas” en ser gobierno.

¿Por qué les da terror el que sean los pueblos los que manden, los que dirijan sus pasos propios?

¿Por qué mueven la cabeza con desaprobación frente al mandar obedeciendo?

El culto al individualismo encuentra en el culto al vanguardismo su extremo más fanático.

Y ha sido eso precisamente, el que los indígenas manden y que ahora un indígena sea el vocero y jefe, lo que los aterra, los aleja, y finalmente se van para seguir buscando alguien que precise de vanguardias, caudillos y líderes. Porque también hay racismo en la izquierda, sobre todo en la que se pretende revolucionaria.

El ezetaelene no es de ésos. Por eso no cualquiera puede ser zapatista.

IV.- Un holograma cambiante y a modo. Lo que no será.

Antes del amanecer de 1994, pasé 10 años en estas montañas. Conocí y traté personalmente a algunos en cuya muerte morimos un mucho. Conozco y trato desde entonces con otros y otras más que hoy están aquí como nosotros.

Muchas madrugadas me encontré a mí mismo tratando de digerir las historias que me contaban, los mundos que dibujaban con silencios, manos y miradas, su insistencia en señalar algo más allá.

¿Era un sueño el mundo ése, tan otro, tan lejano, tan ajeno?

A veces pensé que se habían adelantado, que las palabras que nos guiaron y guían venían de tiempos para los que no habían aún calendarios, perdidos como estaban en geografías imprecisas: siempre el sur digno omnipresente en todos los puntos cardinales.

Luego supe que no me hablaban de un mundo inexacto y, por lo tanto, improbable.

Ese mundo ya andaba con su paso.

Ustedes, ¿no lo vieron? ¿No lo ven?

No hemos engañado a nadie de abajo. No escondemos que somos un ejército, con su estructura piramidal, su centro de mando, sus decisiones de arriba hacia abajo. No por congraciarnos con libertarios o por moda negamos lo que somos.

Pero cualquiera puede ver ahora si el nuestro es un ejército que suplante o impone.

Y debo decir esto, que ya he pedido la autorización del compañero Subcomandante Insurgente Moisés para hacerlo:

Nada de lo que hemos hecho, para bien o para mal, hubiera sido posible si un ejército armado, el zapatista de liberación nacional, no se hubiera alzado contra el mal gobierno ejerciendo el derecho a la violencia legítima. La violencia del de abajo frente a la violencia del de arriba.

Somos guerreros y como tales sabemos cuál es nuestro papel y nuestro momento.

En la madrugada del día primero del primer mes del año de 1994, un ejército de gigantes, es decir, de indígenas rebeldes, bajó a las ciudades para con su paso sacudir el mundo.

Apenas unos días después, con la sangre de nuestros caídos aún fresca en las calles citadinas, nos dimos cuenta de que los de afuera no nos veían.

Acostumbrados a mirar desde arriba a los indígenas, no alzaban la mirada para mirarnos.

Acostumbrados a vernos humillados, su corazón no comprendía nuestra digna rebeldía.

Su mirada se había detenido en el único mestizo que vieron con pasamontañas, es decir, que no miraron.

Nuestros jefes y jefas dijeron entonces:

“Sólo lo ven lo pequeño que son, hagamos a alguien tan pequeño como ellos, que a él lo vean y por él nos vean”

Empezó así una compleja maniobra de distracción, un truco de magia terrible y maravillosa, una maliciosa jugada del corazón indígena que somos, la sabiduría indígena desafiaba a la modernidad en uno de sus bastiones: los medios de comunicación.

Empezó entonces la construcción del personaje llamado “Marcos”.

Les pido que me sigan en este razonamiento:

Supongamos que es posible otra forma de neutralizar a un criminal. Por ejemplo, creándole su arma homicida, hacerle creer que es efectiva, conminarlo a construir, en base a esa efectividad, todo su plan, para, en el momento en que se prepara para disparar, el “arma” vuelva a ser lo que siempre fue: una ilusión.

El sistema entero, pero sobre todo sus medios de comunicación, juegan a construir famas para luego destruirlas si no se pliegan a sus designios.

Su poder residía (ya no, han sido desplazados en eso por las redes sociales) en decidir qué y quién existía en el momento en que elegían qué nombraban y qué callaban.

En fin, no me hagan mucho caso, como se ha demostrado en estos 20 años, yo no sé nada de medios masivos de comunicación.

El caso es que el SupMarcos pasó de ser un vocero a ser un distractor.

Si el camino de la guerra, es decir, de la muerte, nos había tomado 10 años; el de la vida tomó más tiempo y requirió más esfuerzo, por no hablar de sangre.

Porque, aunque no lo crean, es más fácil morir que vivir.

Necesitábamos tiempo para ser y para encontrar a quien supiera vernos como lo que somos.

Necesitábamos tiempo para encontrar a quien nos viera no hacia arriba, no hacia abajo, que de frente nos viera, que nos viera con mirada compañera.

Les decía que empezó entonces la construcción del personaje.

Marcos un día tenía los ojos azules, otro día los tenía verdes, o cafés, o miel, o negros, todo dependiendo de quién hiciera la entrevista y tomara la foto. Así fue reserva en equipos de futbol profesional, empleado en tiendas departamentales, chofer, filósofo, cineasta, y los etcéteras que pueden encontrar en los medios de paga de esos calendarios y en diversas geografías. Había un Marcos para cada ocasión, es decir, para cada entrevista. Y no fue fácil, créanme, no había entonces wikipedia y si venían del Estado Español tenía que investigar si el corte inglés, por ejemplo, era un corte de traje típico de Inglaterra, una tienda de abarrotes, o una tienda departamental.

Si me permiten definir a Marcos el personaje entonces diría sin titubear que fue una botarga.

Digamos que, para que me entiendan, Marcos era un Medio No Libre (ojo: que no es lo mismo que ser un medio de paga).

En la construcción y mantenimiento del personaje tuvimos algunos errores.

“Es de humanos el herrar”, dijo el herrero.

Durante el primer año agotamos, como quien dice, el repertorio de “Marcos” posibles. Así que para inicios de 1995 estábamos en apuros y el proceso de los pueblos estaba en sus primeros pasos.

Así que en 1995 ya no sabíamos cómo hacerle. Pero entonces es cuando Zedillo, con el PAN de la mano, “descubre” a Marcos con el mismo método científico con que encuentra osamentas, es decir, por delación esotérica.

La historia del tampiqueño nos dio aire, aunque el fraude posterior de la Paca de Lozano nos hizo temer que la prensa de paga cuestionara también el “desenmascaramiento” de Marcos y descubriera que era un fraude más. Afortunadamente no fue así. Como ésa, los medios siguieron tragando otras ruedas de molino semejantes.

Un tiempo después el tampiqueño llegó a estas tierras. Junto con el Subcomandante Insurgente Moisés, hablamos con él. Le ofrecimos entonces dar una conferencia conjunta, así podría él librarse de la persecución puesto que sería evidente que no eran Marcos y él la misma persona. No quiso. Vino a vivir acá. Salió algunas veces y su rostro puede encontrarse en las fotografías de los velorios de sus padres. Si quieren pueden entrevistarlo. Ahora vive en una comunidad, en…. Ah, no quiere que sepan dónde mero vive. No diremos nada más para que él, si así lo desea algún día, pueda contar la historia que vivió desde el 9 de febrero de 1995. Por nuestra parte sólo nos queda agradecerle que nos haya pasado datos que cada tanto usamos para alimentar la “certeza” de que el SupMarcos no es lo que es en realidad, es decir, una botarga o un holograma, sino un profesor universitario, originario del ahora doloroso Tamaulipas.

En el entretanto seguíamos buscando, buscándolas, buscándolos a ustedes, a quienes ahora están aquí y a quienes no están aquí pero están.

Lanzamos una y otra iniciativas para encontrar al otro, a la otra, a lo otro compañero. Diferentes iniciativas, tratando de encontrar la mirada y el oído que necesitamos y merecemos.

En el entretanto, seguía el avance de los pueblos y el relevo del que se ha hablado mucho o poco, pero que se puede constatar directamente, sin intermediarios.

En la búsqueda de lo otro, una y otra vez fracasamos.

A quien encontrábamos o nos quería dirigir o quería que lo dirigiéramos.

Había quienes se acercaban y lo hacían con el afán de usarnos, o para mirar hacia atrás, sea con la nostalgia antropológica, sea con la nostalgia militante.

Así para unos éramos comunistas, para otros trotskistas, para otros anarquistas, para otros maoístas, para otros milenaristas, y ahí les dejo varios “istas” para que pongan lo que sea de su conocimiento.

Así fue hasta la Sexta Declaración de la Selva Lacandona, la más audaz y la más zapatista de las iniciativas que hemos lanzado hasta ahora.

Con la Sexta al fin hemos encontrado quien nos mira de frente y nos saluda y abraza, y así se saluda y abraza.

Con la Sexta al fin los encontramos a ustedes.

Por fin, alguien que entendía que no buscábamos ni pastores que nos guiaran, ni rebaños a los cuales conducir a la tierra prometida. Ni amos ni esclavos. Ni caudillos ni masas sin cabeza.

Pero faltaba ver si era posible que miraran y escucharan lo que siendo somos.

Al interior, el avance de los pueblos había sido impresionante.

Entonces vino el curso “La Libertad según l@s zapatistas”.

En 3 vueltas, nos dimos cuenta de que ya había una generación que podía mirarnos de frente, que podía escucharnos y hablarnos sin esperar guía o liderazgo, ni pretender sumisión ni seguimiento.

Marcos, el personaje, ya no era necesario.

La nueva etapa en la lucha zapatista estaba lista.

Pasó entonces lo que pasó y muchas y muchos de ustedes, compañeras y compañeros de la Sexta, lo conocen de manera directa.

Podrán decir luego que lo del personaje fue ocioso. Pero una revisión honesta de esos días dirá de cuántas y cuántos voltearon a mirarnos, con agrado o desagrado, por los desfiguros de una botarga.

Así que el relevo de mando no se da por enfermedad o muerte, ni por desplazamiento interno, purga o depuración.

Se da lógicamente de acuerdo a los cambios internos que ha tenido y tiene el EZLN.

Sé que eso no cuadra con los esquemas cuadrados que en los distintos arriba hay, pero eso la verdad nos tiene sin cuidado.

Y si esto arruina la perezosa y pobre elaboración de los rumorólogos y zapatólogos de Jovel, pues ni modos.

Ni estoy ni he estado enfermo, ni estoy ni he estado muerto.

O sí, aunque tantas veces me mataron, tantas veces me morí, y de nuevo estoy aquí.

Si alentamos esos rumores fue porque así convenía.

El último gran truco del holograma fue simular enfermedad terminal, e incluso todas las muertes que ha padecido.

Por cierto, lo de “si su salud lo permite”, que el Subcomandante Insurgente Moisés usó en el comunicado anunciando la compartición con el CNI, era un equivalente a “si el pueblo lo pide” o “si las encuestas me favorecen” o “si dios me da licencia” u otros lugares comunes que han sido la muletilla en la clase política en los últimos tiempos.

Si me permiten un consejo: deberían cultivar un poco el sentido del humor, no sólo por salud mental y física, también porque sin sentido del humor no van a entender al zapatismo. Y el que no entiende, juzga; y el que juzga, condena.

En realidad ésa ha sido la parte más sencilla del personaje. Para alimentar el rumor sólo fue necesario decirle a algunas personas en específico: “te voy a decir un secreto pero prométeme que no se lo vas a contar nadie”.

Por supuesto que lo contaron.

Los principales colaboradores involuntarios del rumor de enfermedad y muerte han sido los “expertos en zapatología” que en la soberbia Jovel y en la caótica Ciudad de México presumen su cercanía con el zapatismo y el profundo conocimiento que de él tienen, además, claro, de los policías que también cobran como periodistas, de los periodistas que cobran como policías, y de l@s periodistas que sólo cobran, y mal, como periodistas.

Gracias a todas y todos ellos y ellas. Gracias por su discreción. Hicieron exactamente como suponíamos que iban a hacer. Lo único malo de todo esto, es que dudo que ahora alguien les confíe ningún secreto.

Es nuestra convicción y nuestra práctica que para rebelarse y luchar no son necesarios ni líderes ni caudillos ni mesías ni salvadores. Para luchar sólo se necesitan un poco de vergüenza, un tanto de dignidad y mucha organización.

Lo demás, o sirve al colectivo o no sirve.

Ha sido particularmente cómico lo que el culto al individuo ha provocado en los politólogos y analistas de arriba. Ayer dijeron que el futuro de este pueblo mexicano dependía de la alianza de 2 personalidades. Antier dijeron que Peña Nieto se independizaba de Salinas de Gortari, sin darse cuenta de que, entonces, si criticaban a Peña Nieto, se ponían del lado de Salinas de Gortari; y que si criticaban a éste último, apoyaban a Peña Nieto. Ahora dicen que hay que optar por un bando en la lucha de arriba por el control de las telecomunicaciones, así que o estás con Slim o estás con Azcárraga-Salinas. Y más arriba, o con Obama o con Putin.

Quienes hacia arriba suspiran y miran pueden seguir buscando su líder; pueden seguir pensando que ahora sí se van a respetar los resultados electorales; que ahora sí Slim va a apoyar la opción electoral de izquierda; que ahora sí en Game of Thrones van a aparecer los dragones y las batallas; que ahora sí en la serie televisiva The Walking Dead, Kirkman se va a apegar al comic; que ahora sí las herramientas hechas en china no se van a quebrar a la primera vuelta; que ahora sí el futbol va a ser deporte y no negocio.

Y sí, puede que en algunos de los casos sí le atinen, pero no hay que olvidar que en todos ellos son meros espectadores, es decir, consumidores pasivos.

Quienes amaron y odiaron al SupMarcos ahora saben que han odiado y amado a un holograma. Sus amores y odios han sido, pues, inútiles, estériles, vacíos, huecos.

No habrá entonces casa-museo o placas de metal en donde nací y crecí. Ni habrá quien viva de haber sido el subcomandante Marcos. Ni se heredará su nombre ni su cargo. No habrán viajes todo pagado para dar pláticas en el extranjero. No habrá traslado ni atención en hospitales de lujo. No habrán viudas ni hereder@s. No habrán funerales, ni honores, ni estatuas, ni museos, ni premios, ni nada de lo que el sistema hace para promover el culto al individuo y para menospreciar al colectivo.

El personaje fue creado y ahora sus creadores, los zapatistas y las zapatistas, lo destruimos.

Si alguien entiende esta lección que dan nuestras compañeras y compañeros, habrá entendido uno de los fundamentos del zapatismo.

Así que en los últimos años ha pasado lo que ha pasado.

Entonces vimos que la botarga, el personaje, el holograma pues, ya no era necesario.

Una y otra vez planeamos, y una y otra vez esperamos el momento indicado: el calendario y la geografía precisas para mostrar lo que en verdad somos a quienes son en verdad.

Entonces llegó Galeano con su muerte a marcarnos la geografía y el calendario: “aquí, en La Realidad; ahora: en el dolor y la rabia”

V.- El dolor y la Rabia. Susurros y gritos.

Cuando llegamos al caracol aquí en La Realidad, sin que nadie nos lo dijera empezamos a hablar en susurros.

Quedo hablaba nuestro dolor, quedito nuestra rabia.

Como si tratáramos de evitar que al Galeano lo ahuyentaran los ruidos, los sonidos que le eran ajenos.

Como si nuestras voces y pasos lo llamaran.

“Espera compa”, decía nuestro silencio.

“No te vayas”, susurraban las palabras.

Pero hay otros dolores y otras rabias.

Ahora mismo, en otros rincones de México y del mundo, un hombre, una mujer, unoa otroa, un niño, una niña, un anciano, una anciana, una memoria, es golpeada a mansalva, rodeada por el sistema hecho crimen voraz, es garroteada, macheteada, baleada, rematada, arrastrada entre burlas, abandonada, recuperado y velado su cuerpo, enterrada su vida.

Sólo algunos nombres:

Alexis Benhumea, asesinado en el Estado de México.
Francisco Javier Cortés, asesinado en el Estado de México.
Juan Vázquez Guzmán, asesinado en Chiapas.
Juan Carlos Gómez Silvano, asesinado en Chiapas.
El compa Kuy, asesinado en el DF.
Carlo Giuliani, asesinado en Italia.
Aléxis Grigoropoulos, asesinado en Grecia.
Wajih Wajdi al-Ramahi, asesinado en un Campo de refugiados en la ciudad cisjordana de Ramala. 14 años, asesinado de un tiro en la espalda desde un puesto de observación del ejército israelí, no había marchas, ni protestas ni nada en la calle.
Matías Valentín Catrileo Quezada, mapuche asesinado en Chile.
Teodulfo Torres Soriano, compa de la Sexta desaparecido en la Ciudad de México.
Guadalupe Jerónimo y Urbano Macías, comuneros de Cherán, asesinados en Michoacán.
Francisco de Asís Manuel, desaparecido en Santa María Ostula
Javier Martínes Robles, desaparecido en Santa María Ostula
Gerardo Vera Orcino, desaparecido en Santa María Ostula
Enrique Domínguez Macías, desaparecido en Santa María Ostula
Martín Santos Luna, desaparecido en Santa María Ostula
Pedro Leyva Domínguez, asesinado en Santa María Ostula.
Diego Ramírez Domínguez, asesinado en Santa María Ostula.
Trinidad de la Cruz Crisóstomo, asesinado en Santa María Ostula.
Crisóforo Sánchez Reyes, asesinado en Santa María Ostula.
Teódulo Santos Girón, desparecido en Santa María Ostula.
Longino Vicente Morales, desaparecido en Guerrero.
Víctor Ayala Tapia, desaparecido en Guerrero.
Jacinto López Díaz “El Jazi”, asesinado en Puebla.
Bernardo Vázquez Sánchez, asesinado en Oaxaca
Jorge Alexis Herrera, asesinado en Guerrero.
Gabriel Echeverría, asesinado en Guerrero.
Edmundo Reyes Amaya, desaparecido en Oaxaca.
Gabriel Alberto Cruz Sánchez, desaparecido en Oaxaca.
Juan Francisco Sicilia Ortega, asesinado en Morelos.
Ernesto Méndez Salinas, asesinado en Morelos.
Alejandro Chao Barona, asesinado en Morelos.
Sara Robledo, asesinada en Morelos.
Juventina Villa Mojica, asesinada en Guerrero.
Reynaldo Santana Villa, asesinado en Guerrero.
Catarino Torres Pereda, asesinado en Oaxaca.
Bety Cariño, asesinada en Oaxaca.
Jyri Jaakkola, asesinado en Oaxaca.
Sandra Luz Hernández, asesinada en Sinaloa.
Marisela Escobedo Ortíz, asesinada en Chihuahua.
Celedonio Monroy Prudencio, desaparecido en Jalisco.
Nepomuceno Moreno Nuñez, asesinado en Sonora.

Los y las migrantes desparecidas forzosamente y probablemente asesinadas en cualquier rincón del territorio mexicano.

Los presos a quienes se quiere matar en vida: Mumia Abu Jamal, Leonard Peltier, los Mapuche, Mario González, Juan Carlos Flores.

El continuo entierro de voces que vida fueron, silenciadas por el caer de la tierra y el cerrarse de las rejas.

Y la burla mayor es que, en cada paletada de tierra que arroja el esbirro en turno, el sistema va diciendo: “no vales, no importas, nadie te llora, a nadie le da rabia tu muerte, nadie sigue tu paso, nadie levanta tu vida”

Y con la última paletada sentencia: “aunque agarren y castiguen a los que te matamos, siempre encontraré otro, otra, otros, que de nuevo te embosquen y repitan la danza macabra que acabó con tu vida”

Y dice “Tu justicia pequeña, enana, fabricada para que los medios de paga simulen y obtengan un poco de calma para frenar el caos que se les viene encima, no me espanta, no me daña, no me castiga”

¿Qué le decimos a ese cadáver al que, en cualquier rincón del mundo de abajo, se le entierra en el olvido?

¿Que sólo nuestros dolor y rabia cuentan?

¿Que sólo nuestro coraje importa?

¿Que mientras susurramos nuestra historia, no escuchamos su grito, su alarido?

Tiene tantos nombres la injusticia y son tantos los gritos que provoca.

Pero nuestro dolor y nuestra rabia no nos impiden escuchar.

Y nuestros susurros no son sólo para lamentar la caída de nuestros muertos injustamente.

Son para así poder escuchar a otros dolores, hacer nuestras otras rabias y seguir así en el complicado, largo y tortuoso camino de hacer de todo eso un alarido que se transforme en lucha libertadora.

Y no olvidar que, mientras alguien susurra, alguien grita.

Y sólo el oído atento puede escuchar

Mientras hablamos y escuchamos ahora, alguien grita de dolor, de rabia.

Y así como hay que aprender a dirigir la mirada, la escucha debe encontrar el rumbo que la haga fértil.

Porque mientras alguien descansa, hay quien sigue cuesta arriba.

Para mirar ese empeño, basta bajar la mirada y elevar el corazón.

¿Pueden?

¿Podrán?

La justicia pequeña se parece tanto a la venganza. La justicia pequeña es la que reparte impunidad, pues al castigar a uno, absuelve a otros.

La que queremos nosotros, por la que luchamos, no se agota en encontrar a los asesinos del compa Galeano y ver que reciban su castigo (que así será, que nadie se llame a engaño).

La búsqueda paciente y porfiada busca la verdad, no el alivio de la resignación.

La justicia grande tiene qué ver con el compañero Galeano enterrado.

Porque nosotros nos preguntamos no qué hacemos con su muerte, sino qué debemos hacer con su vida.

Disculpen si entro en el pantanoso terreno de los lugares comunes, pero ese compañero no merecía morir, no así.

Todo su empeño, su sacrificio cotidiano, puntual, invisible para quien no fuera nosotros, fue por la vida.

Y sí les puedo decir que fue un ser extraordinario y además, y esto es lo que maravilla, hay miles de compañeras y compañeros como él en las comunidades indígenas zapatistas, con el mismo empeño, idéntico compromiso, igual claridad y un único destino: la libertad.

Y haciendo cuentas macabras: si alguien merece la muerte es quien no existe ni ha existido, como no sea en la fugacidad de los medios de comunicación de paga.

Ya nos ha dicho nuestro compañero jefe y vocero del EZLN, el Subcomandante Insurgente Moisés, que al asesinar a Galeano, o a cualquiera de los zapatistas, los de arriba querían asesinar al EZLN.

No como ejército, sino como rebelde necio que construye y levanta vida donde ellos, los de arriba, desean el páramo de las industrias mineras, petroleras, turísticas, la muerte de la tierra y de quienes la habitan y trabajan.

Y ha dicho que hemos venido, como Comandancia General del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, a desenterrar a Galeano.

Pensamos que es necesario que uno de nosotros muera para que Galeano viva.

Y para que esa impertinente que es la muerte quede satisfecha, en su lugar de Galeano ponemos otro nombre para que Galeano viva y la muerte se lleve no una vida, sino un nombre solamente, unas letras vaciadas de todo sentido, sin historia propia, sin vida.

Así que hemos decidido que Marcos deje de existir hoy.

Lo llevarán de la mano sombra el guerrero y lucecita para que no se pierda en el camino, Don Durito se irá con él, lo mismo que el Viejo Antonio.

No lo extrañarán las niñas y niños que antes se juntaban para escuchar sus cuentos, pues ya son grandes, ya tienen juicio, ya luchan como el que más por la libertad, la democracia y la justicia, que son la tarea de cualquier zapatista.

El gato-perro, y no un cisne, entonará ahora el canto de despedida.

Y al final, quienes entiendan, sabrán que no se va quien nunca estuvo, ni muere quien no ha vivido.

Y la muerte se irá engañada por un indígena con el nombre de Galeano en la lucha, y en esas piedras que han colocado en su tumba volverá a andar y a enseñar, a quien se deje, lo básico del zapatismo, es decir, no venderse, no rendirse, no claudicar.

¡Ah la muerte! Como si no fuera evidente que a los de arriba los libera de toda corresponsabilidad, más allá de la oración fúnebre, el homenaje gris, la estatua estéril, el museo controlador.

¿A nosotros? Bueno, pues a nosotros la muerte nos compromete por lo que tiene de vida.

Así que aquí estamos, burlando a la muerte en la realidad.

Compas:

Dicho todo lo anterior, siendo las 0208 del 25 de mayo del 2014 en el frente de combate suroriental del EZLN, declaro que deja de existir el conocido como Subcomandante Insurgente Marcos, el autodenominado “subcomandante de acero inoxidable”.

Eso es.

Por mi voz ya no hablará la voz del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.

Vale. Salud y hasta nunca… o hasta siempre, quien entendió sabrá que eso ya no importa, que nunca ha importado.

Desde la realidad zapatista.

Subcomandante Insurgente Marcos.
México, 24 de mayo del 2014.

P.D.1.- ¿“Game is over”?
P.D.2.- ¿Jaque Mate?
P.D.3.- ¿Touché?
P.D. 4.- Ahí se ven, raza, y manden tabaco.
P.D. 5.- Mmh… así que esto es el infierno… ¡Ése Piporro, Pedro, José Alfredo! ¿Cómo? ¿Por machistas? Nah, no lo creo, si yo nunca…
P.D.-6.- O sea que como quien dice, sin la botarga, ¿ya puedo andar desnudo?
P.D. 7.- Oigan, está muy oscuro acá, necesito una lucecita.

(…)

(se escucha una voz en off)

Buenas madrugadas tengan compañeras y compañeros. Mi nombre es Galeano, Subcomandante Insurgente Galeano.

¿Alguien más se llama Galeano?

(se escuchan voces y gritos)

Ah, tras que por eso me dijeron que cuando volviera a nacer, lo haría en colectivo.

Sea pues.

Buen viaje. Cuídense, cuídenos.

Desde las montañas del Sureste Mexicano.

Subcomandante Insurgente Galeano.

México, mayo del 2014.

 
HOY NO FUI AL CINE


Diana, Marcela, Daniela, Alejandra:
¿Dónde están ahora, malditas putas?
hoy me dejaron plantado
hoy no fui al cine porque a la hora, la muchacha no quiso ir conmigo.

Hoy pensé en ustedes
aquí, solo entre las solas carcajadas
de esta negra lejanía.

Dónde están ahora
Cada una me juró, estaría conmigo para siempre
pero sólo han pasado escasos 6 meses
y ninguna permanece junto a mí.

Ya puedo tirar y quemar tus flores y libros, Diana?
¡cómo olvidar esas cogidas en la azotea de la casa donde yo rentaba!
Me vine en tu vientre y tu gritabas como una gata mientras te retorcías.

Daniela, juraste frente a la catedral que me querrías siempre.
que yo era el amor de tu vida. Que terminando tu carrera te casarías conmigo. Llorabas mientras lo hacías. y yo te creí.

Alejandra, juraste que habías dejado a Luis
¿Lo hiciste sólo para que yo no tuviera remordimientos al acostarme contigo?
No puedo negar. Tú sabías hacerlo muy bien. Eres una maestra en la cama.

Marcela,
tus llamadas no son suficientes
quiere sentir ese calor tuyo
morder esos senos blancos y enormes.
Poner a Chopin, bailar y hacer el amor toda la noche.
No es suficiente pensar que eres mi chiquilla. Te necesito.

La más tierna, la más bella. Aún siento en mi tacto tu redondeada y lisa cadera.

Marcela, mi Macerla, no me olvides, tú no.

Los versos libres de Fernando Andrade Cancino: El blues del cisne

Álvaro San Juán


"Salir a la calle como todos y fingir que se vive y de cierta manera morir de verdad"
-Fernando Andrade Cancino, poeta
Con su libro de poemas, El blues del cisne, Fernando Andrade Cancino está a la altura de los poetas nacionales y, sin duda, por no decir el mejor, es uno de los mejores poetas del norte del país.  Algunos dicen que la poesía ya existe, que lo único que hacen los poetas es estirar la mano y bajarla para decirnos sus poemas en forma de versos y otras formas de escribir la poesía, por eso nos preguntamos: ¿por qué la mayoría no la vemos?, ¿será que los poetas son los elegidos de los dioses y no como nosotros, que creemos ver? Cuando leemos los versos libres de Fernando Andrade Cancino nos damos cuenta de que estamos ciegos. No hace mucho, en un trabajo que publicó Víctor Palencia incluyo la elegía de la poeta Mónica Reveles, donde nos lleva con sus palabras desde la fundación de la ciudad al día de hoy.

Tal vez valga la pena parafrasear a José Saramago, que Durango ha sido un ensayo sobre la ceguera, pero es el también pintor y maestro en historia del arte Andrade Cancino quien ve por nosotros a nuestra ciudad y es en los versos libres que le dedica la única manera posible de caminar por nuestras calles, ofreciéndole perdón por nuestro olvido y nuestra ceguera. Dice Cristina Pacheco: "Aquí nos tocó vivir", ¿Sabremos dónde vivimos? Para saberlo hay que leer la poesía de Fernando, ¿antes había notado usted lo siguiente?: "Hágase señor tu voluntad así en la ciudad perdida como en la zona residencial". ¿Será que la voluntad del señor puede hacer lo mismo en la colonia Octavio Paz que en Villas Campestre? Nos sigue describiendo Fernando: Estamos "amortajados entre canteras centenarias, entre familias y
ranchos, heredadas y luchas de los duranguenses, duranguettos, duranguenses, durangueños, duranguraños". ¿Será cierto, entonces, que la historia de Durango es de unas cuantas familias, apellidos a los que las circunstancias históricas y políticas les han permitido la disputa por el poder, sólo que en diferentes bandos, conservadores y liberales, o en distintos partidos políticos, el PRI o el PAN, pero casi siempre los mismos? 

¿Y qué nos dice Fernando respecto de nuestro mítico alacrán? Un famoso exgobernador que todavía no es una leyenda viviente, describió el deporte favorito de los duranguenses: "el chisme y los rumores en los cafés". Andrade Cancino, irreverente como es, con la ironía a flor de piel, como un integrante de los nuevos poetas malditos, nos recuerda con sus versos libres: "Un alacrán inyecta su veneno/ con la lengua del parroquiano come gente que bebe café". ¿Estaría usted de acuerdo con el poeta cuando nos describe de la siguiente manera?: "Somos una ciudad pequeña que no crece más que en las alas del sueño y en su borrachera diurna, en los campos de golf y en las residencias de sus villas, con sus casitas de cartón y en sus cascaritas vespertinas". Sin duda, Fernando, junto con Evodio Esclante y José Ángel Leyva, que con sus poemas y sus críticas literarias son, como diría Octavio Paz, una especie de conciencia frente al Estado y nuestra realidad, para verla como es, que se puede decir, pensar y escribir muchas cosas, guardando siempre la distancia con el Príncipe. 

Fernando tiene amigos no sólo en el mundo de la cultura, también los tiene en las esferas del poder. Ha sabido transitar por esos laberintos que a muchos acaban por seducir. Ser amigo de Fernando es también, de alguna manera, ser su cómplice. Ha cruzado los pantanos de la burocracia cultural y nunca han logrado contaminarlo, por eso puede escribir, libre como es; "Venceré el miedo con los fusiles del corazón rebelde/ luchando para poner bajo tierra la podredumbre/ de donde
nazcan flores para las coronas de los muertos./ Instauraré de nuevo la pobreza franciscana/ donde la retórica y la demagogia no reemplacen la verdad"

 

PROYECTOS PERSONALES
DE Alejandro Marcovich

Alejandro Marcovich se queda con la experiencia multinivel que aprendió junto con sus compañeros en Caifanes durante su reencuentro y reconciliación, por lo que, pese a enterarse sorpresivamente de que la agrupación regresaría a una formación original sin él, se queda en paz, contento, sano y creativo en sus proyectos.

“Por algún motivo de la vida no sé si los cuatro o alguno de ellos tenía la ilusión de reformar Caifanes con la agrupación original, así es como lo plantearon mediáticamente. A mí me agarró de sorpresa porque no es algo que platicamos, lo digo con toda la libertad y fuerza que eso conlleva, pero entiendo que algún motivo tiene que haber, no conozco todos pero respeto la decisión. Finalmente no hubo pleito que eso es bueno y me siento con un muy buen sabor de boca de haber compartido ese tiempo con ellos y el público adorable.


“Llegué a la conclusión de que yo sigo estando en la banda, aunque no esté en el escenario porque Rodrigo (Baills) a quien respeto y es amigo mío, está tocando las partes de guitarra que yo creé y ahí estoy, está mi esencia y ahí se va a quedar, aunque si quiere hacer un arreglo diferente lo aplaudiré. Estoy en paz con su decisión, espero que les dé resultado y que sean muy felices volviendo a esa estructura. Lo importante es que podamos seguir cada uno en su vida haciendo lo que nos gusta porque ellos tienen mucho para dar y yo también, hay muchos escenarios y oportunidades de compartir la música”, argumentó el músico.


Va por su segundo disco

Con un crecimiento artístico y humano en su faceta de guitarrista, cantante, arreglista, productor y compositor, así como en un momento de madurez, es que se encuentra terminando su segundo disco que saldrá este año y será el sucesor de “Nocturnal” (2003).

“A veces me la pienso demasiado, hay cosas que quiero hacer y que se van postergando porque aparecen otras y nuevos intereses o maneras de divertirme con la música. Quizás antes no era tan urgente hacer un disco solista; estuve ensayando para hacerlo y si de ahí pasé a ser guitarrista de Caifanes yo no me arrepiento porque creo que lo que viví con ellos fue trascendente e importante en mi carrera, aprendí a callarme la boca y cantar con la guitarra y ese aprendizaje hoy en día es un gran halago que la gente escuche mis solos y al primer compás me digan ‘ya se sabe que eres tú’”.

Marcovich confiesa que de los primeros discos de rock que escuchó en su secundaria de Buenos Aires por medio de un amigo que conseguía importaciones fue de Led Zepellin, pero su encuentro con Pink Floyd fue fortuito en una tienda de discos en donde no encontró el álbum de “Invisible” pero se “hechizó” al escuchar el LP de The Dark Side of The Moon.

Después de una invitación hace aproximadamente cuatro años para tocar la música de la emblemática banda acompañado por la Orquesta Sinfónica de San Luis Potosí es que tuvo un nuevo hallazgo, mismo que llevará el 11 de abril al Plaza Condesa sin la orquesta pero acompañado de una banda de rock y retomando el canto junto a Carlos Muñoz con el reto de que al público le genere algo sin hacer tributos pero dando estilo.
 
El Universal

ALEJANDRO MARCOVICH HABLA DE SU SALIDA
DE CAIFANES
Abril/2014



Marcovich en el Vive Latino 2011
 

Los problemas entre Alejandro Marcovich y Saúl Hernández son casi legendarios: sus peleas, la polémica por el nombre del grupo y múltiples historias que sólo ellos conocen y que el 18 de agosto de 1995 terminaron con la banda Caifanes.

Saúl y Alejandro son amigos, se conocen desde hace muchos años y, tras los problemas de salud del primero, Caifanes regresó a los escenarios en el 2011, las diferencias terminaron y pudimos ser testigos de uno de los reencuentros más emotivos en la historia del rock latinoamericano.

Pero era inevitable que los viejos problemas volvieran al grupo como fantasmas y así, de un día para otro, Saúl Hernández anunció la salida de su guitarrista para que Caifanes regresara a su alineación original.

En entrevista, Alejandro Marcovich habla de su salida, claro, pero también de una nueva etapa en su vida que arranca con un irreverente homenaje a Pink Floyd y el anuncio de un disco solista donde se lanza como cantante.

—Fue sorpresiva tu salida del grupo.

Sí, fue una decisión unilateral que no la tomé yo ni me pidieron opinión, ni fue consensuada… pero así se tomó y la verdad me da igual. Finalmente una cosa lleva a la otra y ahora estoy haciendo estrictamente lo que me da la gana.

—¿Te vas contento con todo lo que sucedió con el reencuentro de Caifanes?

Fueron dos años y medio de gira y me la pasé increíble y creo que mis compañeros también. Logramos conjuntar armónicamente como camaradas y músicos por medio de las canciones de Caifanes y creo que el público también se la pasó muy bien y como reencuentro fue bueno, pero hasta ahí.

—A pesar de no estar físicamente, los fans te recordarán cada vez que escuchen a Caifanes.

Caifanes es un grupo pero no, porque las canciones las compone Saúl, pero mi trabajo no fue tanto de compositor, aunque hice algunas canciones, fue más de guitarrista.

Pero en el terreno de los arreglos yo aporté mucho a las canciones de Saúl y les di una vida, una identidad tan importante que hoy en día, aunque yo no esté en la banda, están tocando mis arreglos de guitarra. Hay canciones que si no empiezan con el arreglo que yo inventé no las reconoces, entonces es muy fuerte mi presencia y legado en Caifanes.

—Ahora que estás fuera de la banda, ¿cómo te sientes?

A raíz de mi separación del grupo tengo 100% de mi tiempo como artista para dedicarme a mis cosas: el espectáculo de Pink Floyd, dar clases, grabar uno o varios discos solistas.

Es una fortuna no estar en este momento en Caifanes porque tengo mucho tiempo para mí.

—A pesar de tu talento, creo que no se te ha dado el valor que te mereces como músico. ¿Piensas lo mismo?

Ha habido muchos malos entendidos, mucha manipulación mediática alrededor de mí y con Caifanes que no son correctas. Espero que algún día las cosas se compondrán, pero lo importante es seguir haciendo música y compartiendo lo mejor y la pasión que tengo con la gente.

PINK FLOYD AL ESTILO MARCOVICH

Alejandro Marcovich interpretando Lo mejor de Pink Floyd, un espectáculo que tendrá contenido multimedia y donde el guitarrista estará acompañado de ocho músicos (bajo, batería, teclado, dos coristas, un cantante y saxofones) y donde espera brindar una experiencia que quiere llevar de gira a toda la República Mexicana.

—Tocar a Pink Floyd, sin duda, todo un reto.

Sí, estaré acompañado de una banda de rock que formé y donde elegí el repertorio de Pink Floyd, banda que admiro desde hace muchos años. Me adapté a sus arreglos, pero también hice algunos; algunas variaciones como propuesta y van a escuchar las canciones que ya conocen con algún retoque en la armonía y melodías que se me ocurren en la guitarra.

—¿Lo definirías como un homenaje o una reinterpretación?

Yo digo que es un especie de híbrido entre Pink Floyd y Alejandro Marcovich donde no voy a tocar los solos de David Gilmour, serán mis adaptaciones e improvisaciones que voy a injertar con prudencia y respeto, pero también con un poco de descaro.

—Entonces, la idea no es sólo hacer covers.

Existen bandas que hacen tributos a Pink Floyd y tocan en bares y hay otras que hacen giras internacionales… y para mí no tiene mucho sentido. Creo que para mis fans va a ser interesante ver cómo me las ingenio para meterme en el mundo de Pink Floyd.

—Improvisar con Pink Floyd es peligroso, ¿no?

Sí, pero nos vamos a arriesgar con algunas notas y dejarnos llevar por el momento, algo que las bandas de rock ya no hacen actualmente y vamos a improvisar según mi estilo.

—¿Qué tan complicado es tocar igual que Gilmour?

Técnicamente los solos no son tan complejos, el problema es la pasión, la manera en la pulsa o frasea, vamos, es un maestro muy difícil de imitar y te repito, no es mi intención.

—Me sorprende que vayas a cantar en el show.

Lo hago desde hace muchos años, comencé a componer canciones en la preparatoria y las cantaba. Sé que la gente me conoce como guitarrista, pero canto a mi manera y lo haré en el show de Pink Floyd en algunas canciones y en mi próximo disco solista también…. es algo que quiero dar a conocer.

—Habrá, imagino, una parte visual en el show.

Claro, es parte de la idiosincrasia de Pink Floyd y sin querer hacer una imitación de los íconos que ellos usaban, voy a intentar meter, con cierta analogía, mi propia biografía de vida. Sé que es un reto múltiple, pero me gustan los retos y a ver qué pasa con el show Lo mejor de Pink Floyd.

 



 

Fuentes: El economista / Arte, literatura y algo más 






 
 


15 LIBROS PARA NO DEJAR DE LEER.

 
Fernando Andrade Cancino.

 

Desde el 1er Encuentro Internacional de Escritores José Revueltas, realizado en julio del 2013 en esta ciudad de Durango, bajo la organización de la Sociedad de Escritores de Durango, A.C., entonces presidida por la Ing. (poeta y narradora) Socorro Soto Alanís, donde presenté una antología de Poetas Chilenos y a tres de los poetas asistentes, he leído algunos  buenos libros que quiero comentarles hoy.

 

“Martin Bauman”, del norteamericano David Leavitt (Edit. Anagrama, 2001: un libro que compré a la librería  La Azotea, de Zacatecas, del poeta Uriel Martínez). La novela que narra la etapa inicial en la vida de un joven escritor que busca tener éxito en Nueva York. Cientos de agudas y detalladas observaciones, lánguidamente conversacionales y confesionales,  describen una época, la de los años ochenta,  y el entorno del joven que se inicia como  autor y como corrector en una importante editorial, en una década donde la cocaína, las orgías (menages a troi), los  enormes progresos tecnológicos y científicos, y la degradación de la pandemia del Sida, lo hacen madurar y “salir del closet” para asumir su homosexualidad, como cada vez más lo hacen desde entonces, enfrentando a la vez a su mentor y conservador maestro, poderoso en el medio literario, al grado de decidir a quién se publica o a quién no, pero sobre todo enfrentándose a sí mismo –Martin Bauman, es un alter ego del autor David Levitt- como escritor gay que se desnuda literal y literariamente para poco a poco ir  mostrándonos cómo se despoja de su gloria venal, envidiosa, autodestructiva y conmovedora.  Quizá debido a la traducción del inglés al español, el libro resulta un tanto largo, y un poco aburrido, aún y cuando describe puntualmente la lucha que muchos emprenden por hacerse de una carrera y un nombre en el competido mundo literario.

 

Vino luego a mí el divertido y último libro publicado de Elmer Mendoza, “Nombre de Perro” (Tusquets Editores, 2013), donde continúa con la “zaga” del Zurdo Mendieta, un detective policiaco que investiga a los narcotraficantes. Elmer, con gran sentido del humor y ácida ironía, se regodea en su narrativa con su gran capacidad para darle al mal tiempo buena cara: “El asesino solitario”, “El amante de Janis Joplin”, “Efecto Tequila”, “Cóbraselas caro”, “Balas de Plata, y “La prueba del ácido”, son las anteriores exitosas novelas de ésta autor sinaloense, que en su conjunto retratan de cuerpo entero a éste país amafiado en lo político, en la seguridad, en sus finanzas, y por supuesto, en su gran industria, el narcotráfico. Sin perder, aún en la tragedia, su gran sentido del humor (negro).

 

“Fallas de origen” fue ganadora del Premio Letras Nuevas en 2012 (Joaquín Mortiz, 2012), su autor es el joven –“junior”- Daniel Krauze, hijo del famoso Enrique. Se trata de una novela funambulesca donde el autor da vida a Matías (¿otro alter ego?), quien regresa de Nueva York al DF, luego de vegetar allá seis largos años, como parásito de su familia que lo mantiene con sus envíos de dólares desde la capital de México. Regresa por la muerte de su padre, a un DF pletórico de antros, de “tachas”, cocaína y cristal, y por supuesto de chicas y alcohol, autos y amigos reventados y pachecos. Su vida cae en un círculo vicioso, literal y metafóricamente, que lo lleva a  afectar a sus familiares y amigos, confrontando una sociedad violenta, vacua y degradada. Es una novela fuerte, audaz y violenta, sin ambages.

 

Llegó luego la lectura de “Canción de tumba” de Julián Herbert, XXVII Premio de Novela Jaén (Literatura Mondadori, 2011) donde el autor hace una mezcla de autobiografía y ficción, en la que el personaje principal, un joven y exitoso escritor que da conferencias en Alemania, o pasa temporadas en España, recuerda a su madre prostituta, su larga agonía, sus cuidados para con ella, su pobre infancia de un lugar a otro (de Acapulco, Guerrero, a Sabinas, Coahuila, etc.), en el mismo México  violento  que Elmer Mendoza y Daniel Krauze pintan en las novelas antes comentadas, de drogas y pobreza, en el que la prostitución entra en escena con el retrato de la madre del escritor que nos narra dentro de la novela. Corrupción, violencia y destrucción en un país en el que él, como otros escritores jóvenes –lo estamos viendo-, narran con humor su desesperanza, y con mucho amor nuestro tiempo. Esta novela es para mí una de las mejores de los últimos tiempos mexicanos, bella y dramática, intensa y poética lectura, como pocas.

 

Luis González de Alba, en “No hubo barco para mí” (Cal y Arena, 2013), narra parte de la vida de su familia, de su vida literaria,  como empresario (ex dueño de “antros” gay en el DF) y líder juvenil -y prisionero en Lecumberri- en el Movimiento Estudiantil de 1968. Con una alta cultura y gusto por la música clásica, la ciencia –de la que ha sido un gran divulgador- y la poesía (es autor de varios poemarios, como “El vino de los bravos”), fue fundador del Movimiento Nacional de la Lucha contra el SIDA), y es autor del ya clásico libro sobre el 68, “Los días y los años” -entre otros-, donde narra su estancia en prisión. En éste nuevo libro nos proporciona datos de su paso como colaborador por el periódico La Jornada, por el Partido Socialista Unificado de México, del que también fue uno de los fundadores, o de su estancia en Chile, a dónde fue enviado junto a otros jóvenes líderes del 68 al salir de la cárcel, y de los cuales habla sobre sus divergencias políticas (con Álvarez Garín, por ejemplo). Un libro sincero, honesto, en el que inevitablemente asume posiciones políticas claras, aunque polémicas, y donde elabora un somero homenaje a sus ancestros, a su expareja el fallecido actor Ernesto Bañuelos, en una historia que mucho tiene de común con la de quienes nacimos en la década de los 40´s del siglo XX, en alguna provincia de México, y fuimos a la capital a estudiar –y trabajar- encontrando ese país en lucha permanente por sobrevivir un pasado –y presente- priísta que lo condena.

 

En “La mirada del otro” (Punto de lectura, Santillana Ediciones, 2012) el duranguense, político y diplomático, Jaime del Palacio presenta 6 relatos breves sobre los límites del erotismo. Él obtuvo el Premio Xavier Villaurrutia en 1981, y ha ido con el tiempo depurando su estilo literario, conciso pero elocuente, poético e íntimo, con el que ahora asume la voz y personalidad de cada una de las seis mujeres que son el personaje central de cada relato, platicando o recordando sus relaciones sexuales, su insatisfacción o satisfacción extrema con actos sexuales de carácter sado masoquista, con sus múltiples parejas, o en tríos donde se ejerce la homosexualidad, narrando con encarnadas descripciones y detalles, lenguas, vaginas, bocas y penes, que nos alebrestan la libido sexual y despiertan en nosotros la energía poética de la conciencia atroz de ser humanos, algo que sólo un buen literato como Jaime logra hacer, siempre con elegancia, en sus lectores.

 

La chihuahuense Rosa María Cortez, quien radicó hace algún tiempo en Durango, presentó aquí recientemente su libro de cuentos, leyendas, relatos y pasajes de su vida “Hojas del Árbol de mi vida” (2013). Descubrí con sorpresa y admiración al leerlo a una buena escritora que en éste, su primer libro publicado, echa toda la carne al asador: poesía, cuentos, leyendas, relatos y partes autobiográficas, de las cuales me gustan más sus poesías, leyendas y  cuentos, en los que retrata el México rural y provinciano del norte del país. No comparto su gusto por El Cuarto Camino, ni me gustaron sus relatos sobre sus andanzas en la política o entre políticos, pero encuentro en sus cuentos y leyendas una veta rulfiana que me gustó. Sus poemas son una especie de ruego amoroso al amor mismo, de plegaria y agradecimiento, de pena y alegría simultáneas que nos adentran en un mundo psíquico y mágico que solo la poesía puede brindar. Sus cuentos y leyendas son siempre thrillers con finales que hay que imaginar como lectores comprometidos, y en base a múltiples pistas que la autora nos va dejando como inteligentes cabos sueltos. Su narrativa parte de la historia regional de su natal estado de Chihuahua, de Parral, o de los lugares donde estudió, como Saltillo, o del DF donde se casó y tuvo a su hija y su hijo.  También la mitología del mundo prehispánico se hace presente, pero sobre todo los personajes de provincia, de  ciudad pequeña (“pueblo chico, infierno grande”) del norte de México, en un mosaico de relatos casi fantásticos.

 

Una duranguense, muy buena y entrañable amiga, dedicada desde siempre a la literatura, y a su promoción y difusión -como pocos-, y también a la política desde la izquierda más vanguardista, la Ing. María del Socorro Soto Alanís –dos veces presidenta de la Sociedad de Escritores de Durango, A.C.-, presentó, este año de 2014, primero en  la Feria del Libro del Palacio de Minería en el, D.F., y luego en la ciudad de Durango, su nuevo libro “Cuentos del Norte” (IMAC-Editorial Verso Destierro, 2013) en el que con un sencillo, eficaz y bello manejo del lenguaje, y ricas  metáforas con las que enriquece sus descripciones de paisajes, entornos y personajes, se reafirma con una fina narradora –y poeta- que por su tonalidad tan dulce a veces pareciera un poco cursi –sólo en apariencia-, lo que hace que sus cuentos tengan algo que me recuerda a Corín Tellado, pero también a José Agustín o José Revueltas, es decir, campea en su narrativa un humor juvenil, estudiantil y provinciano, pero a la vez mordaz y revolucionario en su no tan soterrada crítica al sistema político imperante en este país, y en particular en el norte de México.  En éste libro encuentro, como en el antes comentado de Rosa María Cortez, la enorme voluntad de crear o de recrear una realidad a veces dulce, a veces trágica, nostálgica y dolorosa, lo que hace con maestría a través del cuento (y también de la poesía).

 

Hace muchos años leí el “Elogio de la locura”, de Erasmo de Rotterdam, sobre discusiones teológicas de su tiempo, hace poco, ante la casi inminente muerte de mi ser más amado, mi madre, leí “Preparación para la muerte” (Jus, 2007), escrito hace 500 años, cuando Maquiavelo escribía el popular “El Príncipe”, en la Europa renacentista, y me pareció tan importante como éste, ya que nos ayuda a “bien morir”, y apoyar adecuadamente a quienes mueren, recomendándonos hacer un testamento, prever la enfermedad, la vejez, y la muerte inevitable, así como lograr la salvación del alma, o prever del bienestar de quienes dejamos en esta tierra. Aconseja que cuando alguien muere, durante sus momentos de agonía, guardemos serenidad y silencio para no distraer al moribundo de su inquietante pasaje a la otra vida. Un pequeño, bello y aleccionador libro que ha sido comentado por múltiples teólogos, filósofos y poetas, como Ramón Xirau, Gabriel Said y Mauricio Beuchot.

 

Durante el otoño y parte del invierno que terminó leí un libro que había adquirido durante el 1er Encuentro Internacional de Escritores, mencionado al inicio de este texto, se trata de “Lo Inconstante” (Colección Temblor de Cielo, Edit. La Otra, 2012), una antología de poemas del sueco Lasse Soderberg, que fue el principal escritor invitado al encuentro. Se trata de un poemario magistral que me parece es una vuelta al mundo en ochenta sabios poemas, una reflexión pura y maravilloso reflejo de un ser cuya conciencia y sensibilidad se expanden para hacernos gozar de todas las estéticas, tendencias literarias, estilos y metáforas de la historia de la literatura universal.   

 

Evodio Escalante Betancourt, el duranguense que es el crítico literario más erudito, incisivo y productivo actualmente en México, retoma la creación poética con “Crápula” (Colección Temblor de Cielo, Edit. La Otra, ICED, 2013), un poemario cuya lectura es como masticar vidrios, un constante rechinar de dientes donde él se hace a un lado como crítico, y le da la oportunidad al poeta del enojo, del celo, del comentario vitriólico y de metáforas hirvientes e hirientes, para hundir egos de diversos divos literarios con las turbias aguas de la sinrazón del pensamiento liberado, con verdades amargas con las que entierra estacas de carne erecta en hoyos negros de mujeres y en vanidades poéticas de nobeles creaturas.  Siempre me ha gustado Evodio como poeta porque creo que en algo nos parecemos como tales, pero dejaré a otros la tarea de comentar mi poemario más reciente “El blues del Cisne” (se presenta el día jueves 10 de abril en CORE, a las 20:00 hrs.), que es también un libro negro como el alma de los sicarios o de los suicidas, o de los poetas, como Evodio, que rehuimos la “belleza”.

 

Pero él –Evodio- también me obsequió otros libros, dos ensayos suyos recientemente publicados, uno “Metafísica y delirio. El Canto a un Dios mineral, de Jorge Cuesta” (Ediciones sin nombre, 2011), otro “Las sendas perdidas de Octavio Paz” (Ediciones sin nombre, UAM, 2013), que imagino no tendrán muchos lectores, salvo aquellos que son estudiosos -a fondo- de la literatura. En éstos se manifiesta él como lo que también es, un crítico de erudición enorme, que hace gala de sus conocimientos al brindarnos múltiples detalles y hacer miles de observaciones –pertinentes e impertinentes-, oportunas siempre, de forma incisiva, como filoso filósofo-poeta que es, y si no pregunten ustedes a Octavio Paz en su más allá cómo le fue. En ambos ensayos se cuela pertinente la “Muerte sin Fin”, de José Gorostiza (su anterior y espléndido ensayo, publicado en un gran libro), y el desarrollo de temas como el que dilucida qué es el “instante”, que tantos poetas –como Paz- mencionan en sus versos,  y otros temas como las amistades peligrosas –el suicidio de Jorge Cuesta-, la lecturas, las filosofías adoptadas –de Cuesta y Paz- bajo la influencia de Hegel, Kant, Heidegger, Sartre, Neruda (con los altibajos de la relación amistosa de éste con Paz), Sor Juana, etcétera…etcétera.

Una maravilla para el conocimiento y el crecimiento intelectual de sus lectores.   

 

Tanto como la de Soderberg o de Escalante me gustó la poesía de la chihuahuense Reneé Acosta, reunida en su nuevo libro “Metafísica del Ojo” (Solar Colección-ICHICULT, 2012). Ella es una poeta fuera de serie, que fue menospreciada cuando vivió en la ciudad de Durango, ninguneada por funcionarios del Instituto de Cultura (ICED), y que ante tan negro panorama regresó a su tierra. “Vuelvo a transitarme en cada cielo, en cada instante –nos dice Reneé en la solapa de su poemario, a manera de presentación- Soy la luz del sol y la linterna del sereno dubitativo. Soy y no soy la lámpara del hombre que busca un sabio. Ni lo busco ni lo rehúyo y me encuentro multiplicado.

“Soy la ventana y la luz que traspasa la botella, me tomo con la mano y me bebo; colocando mi boca sobre mí, me sorbo y desafío. Soy silla y me siento sobre mí, mientras me veo servirme una copa. Me coloco sobre mí, distante la mirada; me caigo lágrima de mis ojos. Mi sombra azota la puerta y viaja. Soy una estrella más adelante, fugitiva. Caigo. Sobrevuelo cientos de eones y millones de cielos interestelares. Mientras, zumbo con mis alas fascinado por mi luz, la luz gasificada de mi condensación que se ilumina. Me quemo en mis alas, absolutamente. Luz de luz, loto fractal, nirvana. Filtrado entre mis ojos poliédricos, afónicos, atónitos, ensimismados. Ascendiendo con mis alas me escucho, me lanzo a los brazos de mi amor, mi verdadero amor, los brazos, mis brazos entrelazados”.  

 

Concluyo con Atenea Cruz, joven y bella poeta de Durango que reeditó “Suite de las fieras” ( Estudio Mano de Papel, 2013) , poemario que en 2012 recibió el Premio de Poesía Beatriz Quiñones, un libro breve, de rica substancia por su carnalidad y grata sensualidad femenina –que me hizo recordar a las mujeres que recrea Jaime del Palacio-, por sus profundas metáforas que dicen lo indecible -lo que mochos y perversos callan-, y que ella desvela con la sabiduría de quien sabe que la palabra es, además de confesión y comunicación, un orgasmo prendido de  poéticos alfileres que puede invocar nuestro ser más íntimo -y darle luz-, en su andar por la vida con el cuerpo, el alma, y la conciencia atroz que surge de nuestras entrañas físicas y espirituales.

 


Publicado en la revista

2mil14   /Abril 2014