ALEJANDRAS DESHABITADAS

Por Pablo  M. Antúnez

He bebido una noche de Alejandras deshabitadas 

mientras un pensamiento suicida arde a orillas del alba.
 
Yo cuento a los peces verdes
en los ojos de Alejandra.
Ella me mira,
y no sabe que su incendio es mi duda.
 
Sé que soy viento en su boca
y un abril en su invierno.
 
Me apetece pensar que ella es héroe de un amor caducado.
La cruz de despecho que carga a tientas
pesa más que los siglos que arrastra en sus huesos.
 
Puedo llorar sus ojos,
                                  reír sus labios
y puedo hasta beber su inocencia
sin que ella me mire y piense.
 
Qué más da.
 Alejandra es una flor,
                                  una bella flor.
 
Su perfume
es la copa del deseo
de muchas estatuas vivientes.
 
He besado a una niña de plumaje suave
no sé si ha sido Alejandra
y es que tengo una gota de debilidad en la sangre
que me ha heredado una arcilla hecha de Adán.
 
El río de la noche pasa por los senos de Alejandra,
en ocasiones
                      mis dedos suelen ser los peces rojos
que duermen a la orilla de su vanidad.
 
Lo sé.
Alejandra es vida,
es noche
              es pasión,
caray,
            hasta he llegado a pensar que es amor.


* I remember you. But nevermind


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