"DIGNUM EST" Poesía de Luis Armenta Malpica


Luis Armenta Malpica
[Guadalajara, Jalisco, Méx.)


Dignum est


A Cuitláhuac Quiroga



I
Ciudad del mar - Oleo/Lienzo (70x120)
Ciudad del mar (Pintura de Leonor Maass)
Loado sea este mar
del que suben los bárbaros
que han de poblar la tierra de mi origen:
si después de mis cismas (en 1054, mi ortodoxia; en el siglo XVI, mi concilio) soy
una ciudad única, papal y purpurada, mi voz cardenalicia
abra surcos en bosques y peñascos
inaugure mi reino silencioso
de espuma y bajo vientre.

Del alto muslo
donde termina un cuerpo y otro empieza
          ⎯iniciado en las aves⎯
yo soy el hiperbóreo
yo soy el Magallanes de la Rosa.

No hay piedras en mi casa.
Hay (a lo sumo) pájaros
una gran nube rota en muchas alas
y una flor que fue espejo
de la lluvia.

En el alba primera
de la noche
del olvido
llegaban los canarios
a asirse con sus nidos a una rama.
Voraz
el sol
alimentaba al río
de burbujas
de viento
y hasta los renacuajos
pisaban tierra
firme
con su canto
de lirio
y de ponzoña.

A sus pies ⎯si es que el sol los tuviera⎯
los jejenes dormitan a sus anchas.

Me desangro del mar equivocado
dejo la barca sola: inicio
el viaje.


II
Loados sean los bárbaros atilas
y los heraldos negros que han venido a decirme
que el cuerpo de la vida se extiende entre las rosas
de otros reinos. De almenas y torreones
emergen varios rostros
de mi rompecabezas: soy eres los que fuimos
a un tiempo desgranando las rocas del jardín de las delicias.
Éxodo de mi voz, de cuando en mí alumbraban linternas
una gruta
con su silencio oscuro.

Porque doblarme nunca
es que me contradigo
participio de mí
y encrucijada.
Soy la sombra de Giges
en la plaza de Lidia.

Nos me duelen los labios del socorro
hacia los cuatro puntos de este cuerpo.
Yo soy el general de los cruzados.
Soy el motín de viaje.


IV
Loada es la ciudad en cuyo vientre crecieron nuestros padres
sus hijos y los nietos de sus hijos: aquí habitamos
nuestro mar hiperbóreo. Aquí desarrollamos el instinto de amar a todos
contra todo. Aquí nos sugirieron que oráramos a solas
la nata de algún confesionario.
Loada sea también esta otra nave hundida con la primera piedra
por la que fue fundada.
Puerto del malevaje y la indulgencia
de la prostitución y el desamparo.
Punto ciego del poema, loada es la ciudad de los abortos
y partos prematuros
que viven en los ojos de quienes la poblamos
sin más razón que el barro para formar la casa
en donde nos entierren
nuestros hijos.

Oremos a la rosa.


V
Loado sea el amor
en cuya espuma somos y nos multiplicamos.
Felices los que esperan al pez de sus profundidades
a quien ha de venir, desde su boca, a recobrar la voz sacramentada.
Bienaventurados aquellos que hacen de su ciudad
el plancton de otros peces.

Aguardo por lo que ya está escrito: «se abre el reino del agua».
Aguardo que así sea.


ϖ
Me aprieta mucho Dios si estoy contigo.
Incomoda llevarlo entre la ropa.
Se cuela entre mi voz.
Se adueña de mis manos mis caricias
y hasta se vuelve un aire irrespirable en mis oídos.
Es un licor ardiente dentro de un vaso roto.
La sed más imposible de mis venas.
Ni hablar si estoy desnudo:
sus aceites me abrasan y recuerdan que también hay un dios
para la carne.
También me mortifica hablar de Dios en público
no es un tema común de los poetas.
Tampoco entre los hombres.
Pero no cambio a Dios por ningún otro
ni por el dios de Dios
ni siquiera por ti
mi dios profundo.

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