Arte, literatura y algo más comparte dos  poemas del poeta Aarón García Peña

Del libro “Dios y sus cómplices



Aarón García Peña [Madrid, 1978]




PALABRA ANTERIOR A LA PALABRA 




Si me levanto de mis ojos 
y os defino –ampliamente inanimados- 
o si os arrojo de raíz 
hacia el ascenso quieto del aceite 
y su costura eléctrica, 
y os extirpo en un alto 
la luz invertebrada 
y finjo ya por siempre que estáis vivos, 
accidentados de color 
en donde amarillean las galaxias escondidas del hombre, 
en donde aún se quejan de eternidad los líquenes… 

sabréis por el empeño lo que somos, 
por el olor a sangre intrusa 
y nube boca arriba, 
por la costumbre de vivir sin alas sobre un libro 
y dilatar los dormitorios para la soledad; 
sabréis, al fin, 
por qué inventamos a los dioses las tardes de verano, 
por qué nos obedece 
infatigablemente la palabra. 


DEMOSTRACIÓN DE LA EXISTENCIA DE DIOS

Hay una inmensa y despoblada cruz
en medio del cerebro. Huele a lluvia.
Es fácil demostrar que Dios existe:
abrid una manzana y desmayaos
dentro, sonad ahí la impermanencia
que se amamanta dolorosamente.

Hay una lengua dolorosamente
a oscuras y la lengua en una cruz.
No es fácil contemplar la impermanencia,
pero los años saltan tras la lluvia
sin que nos demos cuenta. Desmayaos
como si fuera un ojo el que no existe.

Hay un bulto que dice que sí existe
la luz y silba dolorosamente.
Abandonad el hambre, desmayaos
como lo hacen los barcos. Nuestra cruz
esconde una sonrisa entre la lluvia
y busca contagiar su impermanencia.

Ay, humana oquedad la impermanencia
y en un extremo blanco el mar existe.
Playa sin mar. Se destetó la lluvia
bajo los ríos. Dolorosamente
se improvisan los hombres en la cruz
boca abajo del tiempo. Desmayaos.

Hay un clavo de carne. Desmayaos
con el primer amor. La impermanencia
son los que dudan, bajan de la cruz
y van al arte para ver si existe,
alzan a Dios la dolorosa mente
de sus hijos. Ya no importa la lluvia.

Ya nada es tan precoz como la lluvia.
Venid a comprender y desmayaos,
todo se alegra dolorosamente.
Con la falta de sol la impermanencia
cobra vida hasta parecer que existe
y pide auxilio en brazos de una cruz.

Hay una cruz encima de la lluvia.
Desmayaos con Dios. La impermanencia
no siempre existe dolorosamente. 




Aarón García Peña, (Madrid, 1978) 



Autor de los títulos: "Cuidado, mancha" (2007), "Machado: vida y flamenco" (2007), "Dios y sus cómplices" (2009) y "Enciclopedia poética de España. Barcelona en el universo más cercano al nuestro" (2011).

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