Un texto de Fernando Andrade Cancino

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un texto de Fernando Andrade Cancino

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EXCESO DE VATES, DE BARDOS, Y DE VERSOS


por Fernando Andrade Cancino

En 1947 el escritor polaco Witold Gombrowicz (1904-
1969), radicado en Argentina, pronunció la conferencia
Contra la Poesía en un centro cultural de Buenos Aires,
la que fue publicada en 1955 en la revista Ciclón de
la Habana, y en 2006 editada en el libro de Ediciones
Sequitur, en Madrid, España, bajo el nombre de dicha
conferencia. Yo recuerdo que en los años 70´s del pa -
sado siglo veinte muchos leímos en el mundo los éxitos
literarios Trasatlántico y La Seducción, de éste escritor,
senda novela ésta última donde los protagonistas son
escritores e intelectuales, en medio de una trama con
perversos visos de corrupción de menores, e inserta en
la Segunda Guerra Mundial padecida en Polonia, su tierra
natal.

Contra la Poesía es un pequeño libro que me ha hecho
reír y solazarme con la pena que a veces me provoca
nuestro medio artístico e intelectual, particularmente
el de los poetas mexicanos, y por supuesto, el de los
duranguenses, de ahí que haya optado por escribir este
texto cuando se celebra la Feria Internacional del Libro
de Guadalajara (FIL), Jalisco, a la que asistió un grupito
de poetas y escritores de Durango, y pensando sobre
todo en difundir la mencionada conferencia magistral
de Gombrowicz y que citaré en adelante:
“Miles de hombres hacen versos; otros miles les demuestran
gran admiración; grandes genios se expresan por
medio del verso; desde tiempos inmemoriales el poeta
y los versos son venerados; y frente a esa montaña de
gloria: yo tengo la convicción de que la misa poética se
efectúa en el vacío casi completo.

“¿Por qué no me gusta la poesía pura? Por las mismas
razones por las cuales no me gusta el azúcar ‘puro’. El
azúcar encanta cuando lo tomamos junto con el café,
pero nadie se comería un plato de azúcar: sería ya demasiado.
Es el exceso lo que cansa en la poesía: exceso
de la poesía, exceso de palabras poéticas, exceso de me -
táforas, exceso de nobleza (rosas, amor, noche, lirios),
exceso de depuración y de condensación que asemejan
los versos a un producto químico.

“Los poetas escriben para los poetas. Los poetas son
los que rinden homenaje a su propio trabajo y todo este
mundo se parece mucho a cualquier otro de los tantos
y tantos mundos especializados y herméticos que dividen
la sociedad contemporánea.

“La primera consecuencia del aislamiento social de los
poetas es que en el mundo poético todo se hincha, y
aún los poetas mediocres llegan a adquirir dimensiones
apocalípticas y, por el mismo motivo, los problemas de
poca monta cobran trascendencia que asusta.

“La más seria dificultad de orden personal y social que
debe afrontar el poeta proviene de que él, considerándose
superior como sacerdote de la poesía, se dirige a
sus oyentes desde más arriba; pero los oyentes no siem -
pre reconocen su derecho a la superioridad y no qui-e
ren oírlo desde abajo. Cuanto más aumenta el número
de personas que ponen en duda el valor de los poemas
y faltan el respeto al culto, tanto más delicada y cercana
al ridículo se vuelve la actitud del vate.

“Muchos poetas pretenden salvarse de las dificultades
expuestas más arriba declarando que ellos escriben sólo
para sí mismos, para su propio goce estético aunque al
mismo tiempo hacen lo posible por publicar sus obras.
“Ahora la mayoría de los poetas cree firmemente en la
repercusión social de los versos y nos dirán extrañados:
‘Pero cómo puede usted dudar… Vea las muchedum-
bres que asisten a cada recital poético. ¡Cuántas ediciones
se publican! Cuánto se escribe sobre la poesía y
cuán admirados son los que conducen a los pueblos por
el camino de la Belleza’
“No se les ocurre pensar que en un recital poético es casi
imposible asimilar un verso (porque no basta escuchar
o leer un verso moderno una sola vez para entenderlo),
que miles de libros se compran para no ser leídos nunca,
que los que escriben en los periódicos sobre poesía
son poetas y que los pueblos admiran a sus poetas porque
necesitan mitos. No se dan cuenta que si las escuelas
no les enseñasen a los niños el culto de los poetas
en sus tristes y tan formales clases de idioma nacional
y si ese culto no se mantuviera todavía por inercia entre
 los adultos nadie, fuera de unos pocos aficionados, se
interesaría en ellos.

“El mundo se vería en situación desesperada si cada año
no entrase un nuevo contingente de seres humanos,
frescos, libres del pasado, no comprometidos con nadie
ni con nada, no paralizados por puestos, glorias, obliga -
ciones y responsabilidades, seres, en fin, no definidos
por lo que ya han hecho y, por lo tanto, libres de elegir.
“Hay que parar por un momento la producción cultural
para ver si lo que producimos tiene todavía alguna vin-
culación con nosotros”.



Fernando Andrade Cancino.
Crítico de arte, pintor, poeta, ensayista, promotor cultural y editor.  
En la actualidad se desempeña como periodista cultural independiente de "A fondo" (Medio electrónico).
Es miembro de la Sociedad de Escritores de Durango y es miembro del Consejo editorial de la revista "Cordillera" de dicho gremio.
Entre otras cosas, en 1999 publicó el poemario Grito en el Cielo, (en el que se incluye el poemario “Por la Orilla de la Luna”, publicado en 1993 por la Revista Pregonarte): Ediciones Juan Pablos, S.A., de C.V. e IMAC. En 1999 escribió el poemario Los Vocablos de la Cábala, Premio Nacional de Poesía “Olga Arias” del año 2000, publicado en una antología por el convocante, el ICED, en 2002. Publicó asimismo el libro de crítica de las artes plásticas Zona de Silencios (Un Lustro de Artes Plásticas en Durango), IMAC y Ediciones Juan Pablos.
Blog: fernuchi3.blogspot.mx

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