-fonca y no tener amigos-



EL FONCA Y NO TENER AMIGOS

 |Revista la Otra

La Otra - Junio 30/2016



No sé qué piensen nuestros lectores, pero no hemos podido acceder a los apoyos del FONCA ni para recibir un apoyo para la revista ni para los libros que hacemos ni para las traducciones. Justo acaban de salir los resultados de PROTRAD (Programa de apoyo a la traducción) y a nosotros no nos aprobaron uno solo, pero hay editoriales que recibieron apoyos hasta para 6 libros. Surge entonces la desconfianza, surge la incomodidad y la sospecha ¿Qué hacemos mal, qué hacen o tienen los privilegiados? En verdad creen que la otra es tan mala, tan insuficiente. Y no es porque pidamos algo que consideremos una limosna del estado. Son los impuestos de todos, y esa es una institución cuya responsabilidad es administrar con justicia y transparencia los recursos públicos. Pero tenemos la sensación que no se administran sino que se otorgan de manera sesgada y retorcida, parcial o encubierta.






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 La Otra - Julio 02/2016

Presentamos cuatro proyectos a PROTRAD, cierto. Ninguno quedó, y nos rechazaron hace tiempo porque dijeron que nuestra publicación tenía muy poco tiempo con el ISSN, un año y medio y eran necesarios tres. INDAUTOR, que es otra institución burocrática kafkiana, no dio ISSN durante años. Luego nos enteramos que algunas revistas recibieron el apoyo sin ISSN. No importa, nos dijimos, tenemos que continuar. Pero nosotros hacemos desde la sociedad civil, desde la ciudadanía una labor que deberían de hacer las instituciones culturales, promover y difundir la lectura de la poesía, defender el patrimonio de las lenguas y de los autores, crear redes de intercambio cultural con otras naciones y otras culturas. 
 
Las autoridades en este país, una vez que son nombradas en un puesto, se asumen como dictadorzuelos con salario, altos salarios y muchas y generosas prestaciones. No escuchan a nadie y se esconden para no dar explicaciones de nada y no tomar en cuenta la opinión de los expertos, mucho menos de las comunidades.

 
La secretaría de educación pública impone una reforma "educativa" contra las opiniones de los expertos que la consideran una reforma administrativa con claros tintes políticos y de control laboral. La secretaría de cultura decide de manera vertical cómo y a quienes dar sus apoyos. Sus funcionarios se comportan como virreyes, no como servidores públicos. Ellos, como en el caso del escándalo de la antología de la nueva poesía mexicana, amparada y promovida por Julio Trujillo que se convierte así en juez y parte, en crítico y en mecenas de un grupo de autores jóvenes. Pero el problema no está en quiénes sino en cómo. Los quienes no tienen la culpa de recibir el beneficio de su beneficiario, sin en la forma cómo se realiza la expedición y el destino de los recursos públicos. Ese es el problema y requiere no sólo una explicación sino una corrección para el futuro.

 
Sobre las becas y apoyos de FONCA está clara una cosa, no son culpables ni los beneficiarios ni los jurados sino la clara intención de las convocatorias de beneficiar a un sector específico de la comunidad cultural y artística. y no solamente eso, sino la modificación en la marcha de los criterios bajo los cuales se otorgan dichas subvenciones, dependiendo de las circunstancias y los recortes presupuestales. Pero se supone, solo se supone, que esos recursos están ya etiquetados y es anómala cualquier modificación. Peor aún, los concursantes nunca sabrán las causas por las que fueron rechazados y mucho menos los porqué del sí a determinados proyectos, algunos en sobreabundancia y más que los señalados en las convocatorias.

 
El punto entonces no es que se pida una dádiva, porque además de realizar ciudadanamente una acción cultural y comunitaria, se genera trabajo y se pagan impuestos. La burocracia goza entonces de un poder supremo y monárquico en una democracia, imperfecta, cierto, pero democracia. Nuestro compromiso y obligación es la resistencia y el reclamo de algo que es legítimamente nuestro. No importa si se recibe un beneficio, todos tenemos la obligación de exigir rendición de cuentas, de tener información sobre los cómo, los porqué, los quiénes. No importa si uno es un beneficiario, porque más allá de eso, no es un conflicto de personas sino de instituciones, procesos, de leyes, de reglas, de decisiones.



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