Mi casa se ha vuelto ave en la revista - la otra-

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Pablo M. Antúnez 

Poema publicado en la revista LA OTRA
Fuente: http://www.laotrarevista.com/2012/05/pablo-antunez-mexico-1982/

MÁS AZUL QUE TODOS LOS CIELOS JUNTOS


I

yo tuve un abuelo
él predicaba su muerte con un violín
por las avenidas de mi infancia

un día
cuando mi cielo estaba más azul que todos los cielos juntos
mi abuelo se cansó de mirar a los pájaros pardos
que sólo él veía con sus ojos de abuelo

la vejez                                                             
esa rabia telúrica de los mortales
le había regalado aguas a sus ojos
y fue la herida más atroz para mi boca

llevar su nombre bajo la piel     no es fácil
despertar cada mañana
sin la bofetada de su voz caliente
es resignarse vivir de rodillas
                                               sin su música

II
hay un calabozo de resignaciones que calcina poco a poco
mis pies y manos
¿qué duda cabe en la fe
cuando  Dios nos asigna un punto en el tiempo sin derecho a elegir
siquiera nuestra propia  tragedia?

ni hablar
mi abuelo me enseñó a triturar la lluvia de la vida
                                    dormir sobre la lumbre ciencia-fe
aunque la fe
es un volcán en erupción que nos  traga
   nos desnuda
          y nos arroja  lejos de sí                          
¡oh!
me ha dolido la piel estúpida
como si la muerte se anidara en mi boca
como si preparara una nueva embestida desde mi costado 
para arremeter contra mi abuelo

tal vez la lluvia de tulipanes que cae en las madrugadas
borre mi herida
para no arrastrar al mundo
ni a sus templos funerarios

quizá la mirada de la orquídea más divina
me duerma ahora para no sentir
cuando el paraíso ardiente se lance sobre mí

III
abuelo
         ya no hay pájaros pardos
         se han ido contigo

no buscaré más la otra cara de la lluvia
ni las ciudades levantadas por los jejenes

no hay agua
que no sea imagen de tu patria
mar de angustia o sal de muerte

hoy
sólo tienes conciertos y miradas para Dios
nadie se arrastra en tu pozo de ausencia
                                                                  si acaso tu violín

ser artesano de la mentira     no es suficiente
para borrar tu música o tu rostro

abuelo
alguien te ha retratado
una lluvia
         una orquídea
                            un ángel
                                   alguien que te sabe masticar en mi memoria

renunciaré los recuerdos                              
quizá no tiene importancia retenerlos
ahora estoy sin fuerzas

abuelo     hay tantas locuras    
en esta tierra prometida de la biblia
el olvido de Dios   por decir
                             es más penetrante
                             que todos los abismos imaginados

IV
una reliquia divina me arrulla
el tiempo rueda quedito sobre mi pecho
               es un pequeño animal
               y cura mi rostro de soledad
               agua loca
                                    me traga
               y olvido mis huesos de ceniza
                en la tierra custodiada por los ángeles justicieros

V

tu sinfonía
esa música que dejaste en tu aposento
y luego
arrancaste mis orejas
debe ser enterrada en la última casa que ya es ave

tus manos sobre mis hombros
y tu sonrisa de abuelo
que ya es risa de muerte
deben ser incineradas junto al vino del olvido


VI

abuelo
debo construir un altar para tu escapulario
la insignia de tu rostro
ahora será el rostro fúnebre de tu fe

lo sé     lo sé
cada invierno habré que añadirle un ladrillo

abuelo
te fuiste  y ¡cuántas melodías se han entonado!
todas llanas     todas  iguales
todas negras e inútiles
¡cuántas aves han volado!
todas sucias y sin cabeza

versos de la biblia
recitaron tus anteojos
y ahora son
escondites de tus días
      ¡oh! Dios
      y tus miradas
      en aquellas ventanas
       yo tendré que romperlas con mis lágrimas
¿en cuál jardín me dormiré ahora?
¿en cuál ciudad construiré mi cabaña?
¿en qué avenida sembraré el rosal que me dejaste
y evitar tu música
que como un temblor rabioso
ahorca mi paz angelical?

tu recuerdo de abuelo me aprisiona
en esta cuenca feroz de la lluvia
                                                      y no hay barca

IV

abuelo
      mi abuelo
                       amigo
                               hermano
de rodillas llegué hasta tu tumba
y arden las casas de papel
noticias que desenrollan poco a poco en mis pupilas

las promesas se levantan en gesto de oración
                                                     [sobre los arrecifes del dolor]
las penas en manadas se arrojan sobre mi rostro
y me encajan sus garras hasta mis huesos

¡ay!      ¡ay!
cómo muerden las espinas de tu ausencia
estas espinas me odian demasiado

los girasoles en huelga marchan en tu jardín
y los claveles
almuerzan tus recuerdos

las aguas
te preparan el último aullido
ante las miradas de un Cristo crucificado
                                                        adiós abuelo
                                                                    adiós
                                                                       




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