Poema de Jesús Marín


Mientras escuchas a Pink Floyd
|Jesús Marín

Para ellas: A mi madre, a Aleída Ana y a Sarah. Por su inocencia y amor incondicional. Ojalá yo hubiera podido ser digno de ello

I

He querido regresar al hogar pero madre está muerta Y la casa ya no existe. El viejo olor a vaporub se ha ido y las tibias manos de mamá nunca volverán a curar mis desgarros. No hay un lugar en ese mundo. No existen más lugares seguros. Ni a donde ir, pertenezco al rodar, pertenezco al rodar. Pertenezco a la lluvia ácida en mi cerebro. Y las voces no dejar de gritar. Cuervos pudriendo el corazón. Algo no funciona. Nunca quise verlo. Nunca supe verlo. Tenías razón hermanita muerte: hay demasiado tiempo para morir y apenas unos instantes para vivir. He querido regresar a casa, donde un día dejé la palabra mamá, pero aquel mundo se ha ido. Vago por los filos esperando el caer del hacha, esperando muerda la serpiente. Se acabaron las risas bajo la lluvia. Y la mujer que amo pronuncia otras madrugadas. No existe más allá del desierto. Y las mentiras son el amargo sabor en la boca. No hay hogar ni dioses. Sigue rodando, el camino es largo.

IV

El abismo con fría sonrisa, con modos de falsa modestia espera en la delgada línea; lo ves crecer noche a noche,
sientes su cálido aliento musitándote tiernos versos de amor, hundirse en su oscuro orgasmo, confortablemente aturdido, confortablemente a salvo: el abismo sonríe con sus blancos colmillos, con sus ardientes clavos, con su piedad de sangre, confortablemente aturdido, confortablemente a salvo, ábrete, déjate caer, no hay otro sitio a donde ir, confortablemente aturdido, confortablemente a salvo…
X
El otro día fui a la tumba de mi madre sólo encontré tierra amarillenta y una lápida con su hermoso nombre. De mi madre, aquella mujer que me regañaba por llegar tarde a casa y me protegía de la maldad del mundo, sólo encontré una tumba abandonada. Madre no está en un panteón. Vive en el corazón de su hijo, se conserva hermosa y pura, Como en aquellos días cuando era niño Y era el centro de su corazón. Le dejé el ramo de flores, le leí un poema que le había escrito. Y sé que desde algún lugar, Ella sigue orgullosa de su único hijo, aunque sea un perro de la calle, sea el mayor de los jodidos. Así son las madres del mundo. Son amor y luz que jamás se extingue. Madre no es una tumba .Madre es rosa florecida en mí.

XII
Para Aleída
Yo quisiera nunca haberte dejado haber sido el hombre que tú necesitabas, ahora que no estás y vives tan lejos de mi vida, te recuerdo como una de las pocas cosas que han valido la pena, yo hubiera querido no ser tan ciego y hubiera querido no ser tan idiotamente terco. Ahora sí puedo decírtelo ninguna mujer me ha vuelto a mirar como tú, con esa fe ciega que conmueve ,ojalá hubiera podido hacer algo más que provocar tu callado reproche ni ver como la tristeza manchaba tus ojos y no seguir habitando este desierto, que por segundo de eternidad se iluminó contigo. Hoy me queda tu ausencia que como grillo me pía por las noches, me hace ver que el amor está muy lejano y me dejo llevar por el oleaje esperando que el grillo deje de cantar y te escucho en mi corazón.

XIII

Necesitaba oír tu voz Sarah. tranquila, todo está bien, tengo cerveza suficiente para esta noche me vendría bien un abrazo tuyo, dormir en tu vientre, acurrucado como cuando era un crío, lo sé, ya no hay tiempo para nosotros, tienes una vida y un empleo, hay que pagar las cuentas y la comida de cada día; a mí me bastaban tus besos y el milagro de verte desnuda. No me hagas caso, son las tres de la mañana y debes dormir, mañana tienes que llevar a tu hija a la escuela, perdona, es que no puedo superarte, necesitaba que lo supieras, como si no te repitiera desde hace años. Vuelve a dormir, prometo no volver a molestarte, tanto te lo he jurado y siempre acabo buscándote entre la niebla, mirando tus pasos alejándote, duerme Sarah, desde acá, en esta parte del naufragio aun sigo encendiendo veladoras por tu regreso…

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